viernes, 21 de noviembre de 2008

FILTRO MENTAL

Las noche dura una eternidad en el tiempo.
Él tiene los ojos rojizos y coléricos.
El recuerdo de no tener nada regresa.
Prendió un porro para animarnos;
¡-Baja la pasta hasta el fondo-¡
Ordena a sus nuevos enemigos.

Su primer pensamiento en tal estado fue:
Atacaré a los que vieron mi verdadero rostro
que hipócritamente lo han escondido.
Yo ya me he dado cuenta.
Quiere llevarse a todos consigo
Cambiando la palabra muerte por valor.

Atrás quedaron los días de diversión.
Su intolerancia no le permite ver nada.
Aborda un tema de conversación.
Justificando sus verdaderas intenciones.
Todos estamos hipnotizados.
Directo al fondo hasta el foso.

Termina la negra sesión de tertulias.
Me ofrezco acompañarlo.
Noto la angustia depresión que lleva.
No digo palabra alguna.
Se siente el odio directo a mi persona.
Solo oigo sus escupitajos.

Como poesía declamadas por un poeta.
Resalen sus primeros lamentos de la noche.
Oh porque nací en esta ciudad.
Yo no escogí tener a mis padres.
No tengo oportunidad en este país.
Me hubiera gustado nacer en otro tiempo…

Una extraña sensación me puso cabizbajo.
Quizás me identifiqué con tal poema.
La mañana esta llegando.
El cielo se ha aclarado.
Y las estrellas están desapareciendo.
Como los síntomas de la infección.
Mirada directa a mi rostro.
Su sonrisa es maliciosa
y psicóticamente huele la idea :
-Voy a destruirte gusano.
-No olvides el juego.
-Voy a matarte primero,dijo .

Siento un escalofriante miedo
Junto con el frío de la madrugada.
-Vamos, te acompaño hasta tu casa
-¡no!, exclamo-, sé que oculta algo.
-Si conoces mi casa puedes venir
Y ser el primero en disparar…


Leo


martes, 18 de noviembre de 2008

LLANTO


Y ahí estaba, sentado sobre las frías losetas; frente al imponente y gigante Technics, que hacía vientos con sus potentes bajos, haciendo temblar al mueble que lo sostenía.

Entonces vi como una lágrima caía dentro de mi vaso que ansioso esperaba ser llenado una vez más, no fue la única, cayó otra y otra; y un llanto incontrolable se apoderó de mí. La melodía de la vieja canción del Rebelde de Nashville martillaba aún más mis emociones. Lloraba como un niño.

Una mujer joven, de unos 22 años, iniciaba sus estudios en un conocido instituto de una triste y fría ciudad situada entre gigantescos cerros. Era muy tímida, se avergonzaba hasta de su sombra; por primera vez estaba sola, lejos de los brazos de sus padres; sentía que todos conspiraban contra ella, que era un adefesio, que cualquier rasgo suyo llamaba la atención e incitaba a la burla del resto. Permanecía encerrada en su alquilada habitación, siempre sentada junto a la ventana, contemplando el ir y venir de las gentes, muy cerca de la Estación del tren, allí, sola, en silencio, acompañada tan sólo de sus recuerdos y conviviendo con ellos.

En cierta ocasión, la invitaron a salir; serían dos parejas paseando por los suburbios de la ciudad. Un hombre corto de tamaño, tosco de expresión y trato, se puso junto a ella, la abordó en una con una pregunta directa: - ¿Te agrada el paseo?, ¿quieres irte? - , ella perpleja después de la pregunta con sabor a orden sólo atinó a decir: - No…, digo, no se preocupe por mí, diviértase usted -, él rió, se detuvo e hizo la última pregunta amable: - Entonces, ¿Nos vamos? -, ella le miró extrañada, y maquinalmente respondió: - Ehhhhh, bueno, la verdad… - . Él paró un taxi y para cuando ella era conciente de todo, se encontraba junto a él, sobre un viejo asiento trasero de un Ford de los cincuentas, oyendo una de esas deprimentes y fofas canciones de la “nueva ola”; antes de que el auto se detuviera, tuvo que responder a una más de las incisivas preguntas que él le hizo; ahora se dirigían a cenar en un conocido restaurante. La noche había caído.

Fue aquel día el inicio del infierno en vida para ella, se convirtió en la novia de aquel hombre que cada vez se mostraba más hostil. Ella desconocía este terreno; vio a lo largo de su vida como su padre sumergido en demencias de alcohol, arremetía con golpes a su madre, y como esta situación se convirtió en pan de cada día, lo asimiló como una cuestión normal.
-¿Me sirves los alimentos por favor?-, - ¿los alimentos? -, -Sí, resulta que son la 1 de la tarde y supongo que acá también se come a esta hora ¿no? -, - Uhmm, verás estoy pensionada en una tía que vive por el centro -, - ¿Cómo?, ¿a tu edad y sin poder cocinarse?, esto es increíble, ya bueno, en todo caso ve a la tienda y compra lo necesario para que prepares algo ahora mismo -, - está bien, iré a comprar, pero aún así no sé cocinar -; el rostro del hombre cambió, ahora bufaba como un búfalo amenazado, ella vio en sus ojos una gran furia que luego recibió traducida en una gran bofetada que le hizo escupir sangre. - ¡Mierda!, ¿acaso eres una inútil? -, gritó el hombre y cogiendo su saco jean salió tirando la puerta. Ella llorando y presionando sus ardientes mofletes con las palmas de sus manos, luchaba contra las nuevas emociones que experimentaba. Se limpió y secó el rostro, se puso de pie decidida a enfrentar esta nueva etapa de “novia”, y mirándose al espejo, tomó aire y respiró profundamente, para decirse: - ésta es la vida normal, y yo soy parte de ella; mi madre lo logró, entonces también soy capaz-.

Veinte años transcurrieron en estas condiciones, violencia física y psicológica reinaba en esta relación; hacía ya un buen tiempo que ambos correspondían a sus ataques, que eran desastrosos y profundamente hirientes. Hasta que una tarde de verano, estando pasándola en las piscinas termales, recostados en sus perezosas. Él decidió darse un buen chapuzón, ella no, se quedó viéndolo caminar, y dejando de hacer lo que hacía, lo siguió con la mirada; él se quitó el polo y estiró el cuerpo, y cuando se iba a tirar, ella lo miraba fijamente y sonrió con malicia, él se lanzó, cayó mal, golpeando su cabeza con la esquina de una grada tiñó con su sangre la vaporosas aguas, ahí quedó. Ella no hizo nada, sorbió su jugo con calma hasta la última gota, se incorporó, cogió sus cosas; la gente se abarrotaba alrededor de la piscina, ella, descalza, salió y así caminó hasta su cuarto, se mudó de ropa y se acostó. Todo había terminado.

Sin embargo, la vida continuó, ella dio a luz a un lánguido niño, que creció únicamente amado por ella. El niño creció en ambientes no muy “limpios y bonitos”; la peste de las adicciones le rodeaban, la miseria aleteaba en su hogar como una horripilante polilla negra, haciéndole muchas veces sentir innecesaria su existencia. Veía a su madre sufrir y hasta creyó pagar por una culpa que nunca supo, y quizá tampoco ella. Sus lágrimas mojaron muchas noches el rostro de ambos, mientras él se encontraba recostado en su regazo: mirando a la nada, tratando de sumergir su tristeza en el vacío, y con la caída de cada una, se sentía mucho más martirizado pensando: - ¿Soy realmente merecedor de lo que vivo? -.

Y el tiempo transcurría sin contemplaciones, la piel al igual que las hojas se iba secando y arrugando, las canas emergían, sin temor ya de ser arrancadas, por ser muchas. Y el viento silbaba como si algún viejo sabio, sentado sobre un peñasco, allá muy lejos, en el nevado, sobre las cumbres cada vez menos blancas, cantara, con una melancolía sepulcral como si el mundo agonizara. Y el viento aún movía polvo y basura consigo, aún era él; y ellos continuaban pagando su incierto delito con su sufrimiento.

Recobré la conciencia, estaba tendido sobre el sofá plomo cubierto con tibias colchas. Mi rostro aún empapado y mis cabellos resecos. Me estiré, levanté y caminé; el vaso estaba quebrado y mis lágrimas mezcladas con mi vómito, ahí, bajo mis pies.
Kevin.

OTRA DIMENSIóN

-Repasemos el plan, dijo el Púas, - a las once de la noche, media hora después de que se haya cerrado la atención en el depósito ingresaremos por la casa colindante, sé que solo viven dos ancianos que pierden la noción del reino de la noche una vez cerrados los ojos, duermen cual troncos secos; una vez dentro cortaremos el conductor de fluido eléctrico y tendremos el suficiente tiempo para poder ajustar cuentas con nuestro objetivo. – ¡Excelente! , dijo Coqui , desde el rincón lúgubre y estrecho donde yacía la vieja alfombra roja; cobertor de los mas grandes tesoros del Púas ; - me dará tanto gusto verle otra vez la cara a ese maldito usurero, ahora veremos que hará él solo frente a nosotros, no habrá quién salte por el, será cuando se arrepienta el habernos conocido; siguió Coqui, sonrió con malicia y se notaba en él un pleno convencimiento de que así sería.

-¡Carajo!, gritó el Púas y lanzando una almohada contra el velador silenció la habitación del estruendo exasperante que producía el reloj despertador que hacía unas semanas le fue obsequiado por su abuelo, “-esto es símbolo de lo relativo que es el tiempo cuando se le reduce a una pequeña esfera; la agujas de este reloj giran por mas de doscientos años, realmente venció la prueba del tiempo no?”; le decía su sabio abuelo, a él poco le interesaban estas cosas, lo veía como una porquería con valor de uso y nada más; ahora estirando sus delgadas piernas a lo largo de su cama con los brazos cruzados sosteniendo a su pequeña cabeza contemplaba el blanco vacío del techo y pensaba: -¿qué pasaría si algo saliese mal con el plan?, era demasiado riesgo, y él lo sabía, no estaba dispuesto a cargar con la responsabilidad de una vida, exponer de esa manera su vida y la de su amigo así nada más; empezaba a desistir una vez más de un proyecto trazado, se rió de si mismo pero se sintió mucho mejor y sacando los pies perezosamente como si los retirara de algún fango que lo confortaba se sentó y se convenció a si mismo de que aun no era momento de unirse al normal marchar del mundo, a pesar de lo avanzada que estaba que la mañana, se dejó caer nuevamente sobre sus espesas sábanas y se revolvió como un cerdo en ellas; no conciliaba el sueño, era inútil, sabía lo que quería hacer desde que volvió a abrir los ojos esa mañana, trató, según el, de hacer algo para contrarrestarlo, pero como siempre sucedía, el pensamiento inicial regía, no importaba cuanto tratase de retrasarlo con el afán de esquivar aquella inminente realización(en este punto el papel del tiempo se tornaba tan relativo, podía ser una hora ,un día, una semana, un año, décadas o incluso segundos antes de morir, llegaría, y todos los que en el foso estaban ,lo sabían, sabían que estaban infectados “para siempre”). Asi que se incorporó con rapidez y dirigiéndose a aquel rincón sagrado para él, descubrió la vieja alfombra extrajo una vez más, “lo necesario”. Hacía unos días se prometió no volver a picarse por las mañanas por correr el riesgo de ser encontrado infraganti, en pleno estado de inconsciencia suya, por su padre y así asegurar su inmediato destierro del mundo libre, pero no importaba, nada importaba, así matasen su familia entera si el lo volvía a hacer, lo haría, era su sentencia, estaba muerto hacía mucho, antes no lo notaba, pero experimentaba continuas caídas a unos enormes, deformes y oscuros abismos con aceleradas caídas y sintiendo total impotencia a poner resistencia, ¿débil?, era la palabra fácil con la cual muchos lo definirían, pero esto era más que una simple debilidad, era tener hundido al cerebro juzgante y pensante, en la lava eviterna de la adicción.

Coqui, a sus veinte años llevaba a cuestas años de fango narcótico juvenil, consumía pasta base, o cheesy, como la llamaba él, vivía con una hermana mayor, quien lo atendía, o por lo menos le proporcionaba un espacio donde poder dormir y más nada; sus padres llevaban 12 años ya en los “tinajones”, la penitenciaria más grande de la región, donde pagaban su delito. –Tenemos de todo para el cerebro; solía decir su madre a cuanto noctámbulo salía o entraba al night club que laboraba a espaldas de casa; hasta que un día en un gran operativo realizado por la unidad de investigación y lucha contra las drogas de la policía en dicho club la cogieron como testigo, y ella, en un arrebato de furia, no lo pensó y sacando su arma de uno de sus bolsillos, una magnum calibre 44, letal para cualquier especie de la jungla de concreto, jaló del gatillo e hizo que las puertas del local luzcan en su frío metal, los sesos con sangre y plomo del infortunado policía. Estarían ella y su pareja por lo menos 30 años y con suerte saldrían vivos y decrépitos, era un caso ya perdido, y Coqui consciente de esto, vivía en la mas completa resignación de que era solo él y la miserable vida que tenía agonizante fluyendo por sus venas.

El muchacho, deambulando durante el día, raras veces conseguía meterse algo al estómago, nunca invertía algún poco dinero que lograba conseguir de una u otra manera en alimento, todo lo destinaba a su veneno, aquel polvillo mortal, dueño de la existencia de millones en esta parte del mundo, niños, jóvenes, y hasta ancianos; aquella sustancia que a pesar de su catalogación como “muerte de pobres”, poseía el poder para destronar a un rey y sumergirlo en la más profunda dependencia y desesperación por el consumo. Coqui era conocedor de esta realidad, recordaba en sus momentos de reflexión, con mucha decepción de si mismo, cómo mucha gente que acudía al negocio de sus padres, a la hora que fuere, en situaciones poco deseables para cualquier negociante, con la única consigna de conseguir más, no importaba que dejar, o a quién dejárselo, vio a muchas muchachas perder su dignidad como mujeres por míseras dosis, vio como muchos de despojaban de lo que tenían puesto o de que incluso no era de ellos, pero que lo tomaron en atracos como suyo, todo era un mercado, la casa estaba llena de cosas empeñadas, raras veces eran recogidas, una vez dejado algo era algo perdido, y era mejor así, nadie quería recordar sus momentos de angustia y lo que fueron capaces de hacer por solucionarlo; y lo curioso y un tanto esencial de este mundo era que nunca, por más cantidad que hubiese y que fuese ingerida, jamás era suficiente, nunca. La mayoría a quienes él recordaba eran ahora dementes, cumplían una sentencia en las cárceles del país o simplemente eran ya polvo sepultado. Le aterraba la idea de la muerte antes de estar en este camino, el cambio fue radical; amaba el simple amanecer, el simple atardecer era tan hermoso, el viento meciendo y arrancando las hojas secas de los viejos árboles, aquellos que mientras llovía, soleaba, granizaba, nunca presentaban queja alguna, y al parecer disfrutaban de todo eso, crecían frondosos, enormes y fuertes, daban sus frutos y luego envejecían, todo era tan simple, tan pasajero; pero ahora no, los ojos que el abría cada mañana no eran para ver y disfrutar de tan sencilla felicidad, la tortura insertada en su vida lo desangraba de a pocos, era una muerte lenta, pasaba mas horas del día pensando en cómo morir mas que en otra cosa, pensaba a cada instante en la muerte ideal, y mientras iba aspirando la muerte en forma de humo, se sentía menos vivo y con mas posibilidades de estar pronto inerte.

Durante todo el tiempo que tenía de adicto, al principio lo encontró divertido, luego esta sensación se tornó un tanto encapsuladora, se sentía único, incomparable, al mundo comenzó a percibirlo ajeno, entonces comenzó a apartarse de todos los que alguna vez lo acompañaron, un tanto por este pensamiento y otro mucho mayor por el incremento de la paranoia, sentía ser acechado por todo lo que se movía, todos estaban confabulando contra él, entonces era mejor alejarse ,ir a sitios ocultos, donde nada ni nadie lo vería y mucho menos sabría lo que iba haciendo, y si moría en esas andanzas que mejor para todos, este era por ahora el camino que esperaba recorrer, ya no lo sentía tan lejos, incluso sentía la pesada sombra de la muerte en sus espaldas ahuecándole los pulmones y perforándole el cerebro, presentía de alguna manera el final, y al pensar en esto se reconfortaba, veía su inminente muerte como el alivio completo para su sufrimiento, el estómago se le revolvía, las ideas fluían, el mundo se apaciguaba y el viento soplaba a su favor, todo era perfecto y entonces volvía a envenenarse y todo volvía a donde estaba: la nada cubierta por el velo de la noche, tras un tronco seco, a diez minutos de la ciudad, oyendo tan solo el rápido latir de su carcomido corazón.

-¡Bajo en la esquina!, vociferó el Púas, y entre empujones y roces incómodos pudo ser vomitado de aquel cerdo de metal que llevaba a diario en sus entrañas a cientos de personas que por ahorrarse unos centavos optaban por el repugnante placer de viajar en aquel transporte. Un ligero escalofrío recorrió su espalda cuando iniciaba la marcha por las polvorientas calles del barrio de Coqui, apretaba con fuerza el obsequio del abuelo, sabía que era lo más importante esa noche, el valor sentimental, a la mierda, lo protegería de todo y lo extrañaría cuando horas mas tarde tendría a su equivalencia arruinando su organismo; doblaba una de las esquinas y pateando unas pequeñas piedras que eran intrusas en las veredas de aquella calle recordó con rabia aquella noche en la que su amigo y él fueron molidos por la intransigencia de un tipo.

Resulta que se pasó la voz sobre un nuevo depósito justo a unas diez cuadras de la casa de Coqui, se hablaban maravillas de ese lugar: el material era de primera, la atención mas grata y en unos ambientes del todo seguros y con rápidas salidas; hacía tiempo que cerraron el último local con estas características, había sido incendiado por los vecinos enfurecidos por la muerte de sus jóvenes hijos, no tuvieron contemplación, solo se juntaron y rociando con gasolina todas las instalaciones del local, le prendieron fuego y secaron sus lágrimas al calor del fuego intenso que consumía todo lo adquirido por la venta de los tóxicos, cogieron a dos de los propietarios y encerrándolos dentro del local, fueron también ajusticiados, de esta manera pensaron que todo aquel que quisiese reincidir en estos negocios lo pensaría dos veces; al parecer no fue así, la noticia sobre le nuevo local se regó como pólvora, todos lo compañeros de envenenamiento que tenían ambos, ya lo sabían y hacían referencia al lugar como si hablasen del paraíso cristiano mismo, donde todo era felicidad, sólo que en este caso con el fuego eterno.

Una noche, acordaron ambos ir al paraíso, a ninguno les fueron presentados los administradores, sería una “aventada”, y así lo hicieron, como tantas veces antes, estaban seguros de que saldrían con su gusto y sin ningún percance; llegaron al lugar mencionado por sus colegas, cumplía con todas las descripciones hechas, entonces Coqui acercándose con sigilo, y asegurándose de lo solitario de la calle, se animó a tocar con delicadeza, se apartó un metro aproximadamente y esperó, un minuto, dos, nada; se proponía volver a tocar cuando de pronto una de las puertas se abrió, pero a medias, era una invitación a pasar, seguro que eso sería, le hizo una seña al Púas y este con tres agigantados pasos estuvo junto a él, entraron pisando suave, era la entrada a un callejón oscuro, no podía divisarse el final, pero pudieron percibir el olor característico de un depósito cualquiera, se miraron ambos, como pidiéndose autorización, se sonrieron y comenzaron a caminar, estuvieron como siguiendo a una procesión de algún santo, como a veinte metros de la entrada oyeron voces, carcajadas e injurias, ese sería el lugar pensó Coqui, se acercaron con más tranquilidad, una pequeña puerta daba al callejón, y tras ella, un espectáculo que los tenía acostumbrados: el decaimiento de la especie humana en su última instancia, cuerpos de hombres llenos de alcohol, acurrucados bajo una barra improvisada, mujeres en transas de prostitución , con poca o casi nada percepción de lo real, unos cuantos jóvenes con la cabeza vencida sobre las sucias mesitas, con las vestiduras hechas añicos, la piel hecha una coraza de mugre y humo, y para darle el ritmo, sonaba estridente una vieja radio Panasonic, que al parecer estaba ahogada en tanta perdición y solo emitía lamentos. Un tipo tras la barra se alarmó y despareció tras una cortina de argollas, y en un segundo volvió con otro un tanto mayor, ambos se acercaron con fiereza y con pequeños empujones sacaron a ambos muchachos, ya afuera, en el callejón e iluminados por la tenue luz del “bar” uno de ellos, el mas viejo, preguntó nervioso: -¿qué buscan aquí mocosos?; -queremos su tan aplaudido producto, atinó a decir el Púas, un tanto sarcástico, -¿así?, le respondió el tipo,- entonces adelante, les invitó a pasar, ambos confiados así lo hicieron, pensaron ser atendidos en esa pocilga, pero no, el tipo les hizo seguirle, atravesaron la cortina y fueron a dar a un cuartucho lleno de electrodomésticos, el piso estaba meloso, y sobre una sucia cama relucían gran cantidad de monedas y billetes con todos los rostros conocidos, -a ver, cuánto traen, les dijo el tipo, -tenemos cincuenta soles respondió Coqui, y arrojando el dinero sobre aquella sucia cama, se sintió avezado, y muy experimentado; el tipo se inclinó a recoger el dinero y revolviendo el dinero halló una gran porra con incrustaciones de metales en la punta, la cogió, empuño con fuerza y tomándose un aire giró con fuerza estrellando su pesada arma sobre el rostro de Coqui, este impactó contra la pared y ahí quedó, inconsciente, el Púas ni siquiera salió de su asombro cuando sobre su pequeña calavera también sintió el peso letal de aquel mazo, se les apago al luz, murieron por unas horas.

Amaneció, el Púas despertó primero, trató de incorporarse, pero estaba hecho trizas, empapado en sangre, la cabeza la tenía hecha un tazón con sesos y hasta quizá sin ellos, y al más leve movimiento derramaría lo poco que le quedaba, solo gimió de dolor, al poco rato oyó gritar a Coqui, gritaba como un cerdo cuando era capado, no lo podía ver, comenzó a arrastrarse, y sólo entonces pudo darse cuenta de que se hallaba sobre un gran muladar, el sol ardía sobre él, serían las doce o quizá la una, quiso fijarse la hora, no tenía el reloj, estaba desnudo, solo en calzoncillos, el cuerpo amoratado, sangre y lodo por sus extremidades, si hace un instante no sentía dolor alguno mas que el de su destrozada cabeza, ahora todo el dolor del mundo posaba sobre él, así, reptando, pudo dar con Coqui, quien se hallaba en la mima situación, se acercó y hablándole trató de calmarlo, este al verlo, le tendió la mano diciendo: - ayúdame hermano, no soporto este dolor, mátame de una vez por favor.

Se arrastraron juntos hasta llegar a una avenida asfaltada, donde fueron tomados por indigentes esquizofrénicos e ignorados y repudiados, para su suerte pasaba por ahí una ambulancia, esta los recogió y los llevó a curar sus heridas, horas mas tarde eran compañeros, una vez más, de la misma sala de reposo, docenas de puntos por todo el cuerpo evitaron que se desangren por completo; el Púas al ponerse en contacto con su padre le contó que habían sido asaltados y abandonados en aquel basural, su padre quien siempre andaba de viaje, sólo le giró un dinero para pagar gastos en la clínica y le dijo que aclararían las cosas en cuanto llegase. Hasta entonces pendían de un hilo.

Llevaba casi cinco minutos llamando a la puerta, y nadie acudía, le pareció extraño porque Coqui mismo fue quien lo citó en su casa, su hermana no estaría en casa ese fin de semana, así que las noches serían suyas; cansado de tocar se asomó por la ventana y pego los oídos, pudo oír ligeramente la conversación de Coqui con alguien más; - será que no me oyen, pensó y cogiendo una piedra de tamaño regular la lanzó contra la única luna en la ventana, al instante Coqui se apareció en la puerta, seriamente asustado y con un cuchillo porsiacaso, vio al Púas y se calmó, - nuestro invitado exige la mas absoluta discreción y tú llegas derribando la luna?, sonrió y le hizo pasar, subían las gradas, - llegó de Norteamérica, continuó Coqui, - trajo la última novedad en lo que a “destructores” se refiere, me asegura el viaje final, concluyó, -¿como?, se sobresalto el Púas, no entendió bien la última parte: ¿el viaje final?, -qué habrá querido decir, pensó, para eso ya estaban cerrando la puerta de la habitación del anfitrión, aclararía su duda luego.

Un hombre de casi dos metros de altura los esperaba sentado sobre el piso, con medio cuerpo recostado en la pared, Coqui los presentó; el enorme y delgado tipo extendiendo su velluda y delgada mano dijo: - bienvenido a las puertas de salida de esta dimensión, y volvió a lo suyo, liaba un mixto, con abundante químico; Xers, se llamaba, tenía la mirada perdida, los cabellos abundantes, y las ropas andrajosas, pero extrañas, definitivamente no es de acá, pensó el Púas, no le causó repulsión, al contrario, le inspiró confianza, y sentándose junto a Coqui, apagaron la bombilla, y estando los tres a oscuras, Coqui encendió un vela, la luz era demasiado ténue, los convertía en sombras, espectros. Xers extrajo de una bolsa que tenía al lado una especie de barra de chocolate que tenía incrustada al medio una pequeña pastilla rojiza, era prácticamente fosforescente, por que hasta del lugar del Púas se distinguía con claridad que era roja, muy roja; la desprendió y colocándola bajo un trozo de vidrio, la molió, lo obtenido ya no ofrecía a la vista ese pigmento rojizo, era ahora un tanto más púrpura intenso, lo vació dentro de un pequeño envase de acero para ahora mezclarlo con el compuesto psicodélico del ácido lisérgico, una vez obtenido esto molió un botón verdoso de peyote para luego combinar ambas sustancias y obtener varios mililitros de aquella misteriosa sustancia; puso el pequeño envase sobre el piso y no dejó de vigilarla ni por un segundo mientras preparaba las jeringas, cucharas y mechas que usaría inmediatamente; durante todo este proceso el forastero adquirió un semblante desesperado, el sudor bajaba por su frente y prácticamente lo ahogaba, se pasaba la manga de la chaqueta por el rostro, pero al instante volvía a estar empapado, luego de trabajar con movimientos torpes pudo al fin estar listo, la aguja se sumergía como en lava, sus dedos temblorosos hicieron que absorbase todo el contenido, recorriendo todo el envase, sin dejar mas que un ligero rastro húmedo sobre el acero, con la aguja hacia arriba, la sostenía, la transportaba con sumo cuidado, todos miraban atónitos, nadie respiraba, el momento era místico y cualquier movimiento lo podía echar a perder; Xers habló claro:
- Existen en el mundo cosas malas y buenas según puedan juzgarse, ahora, sabemos todos los que ahora nos vemos las caras, que en este hoyo de la eterna insatisfacción y el deseo de más; nuestra posición y actitud ya no es de juzgarse. Sólo nos quedan palabras de despedida. Lo normal y el natural proceder del mundo y de nuestra raza, ya no nos incumbe. Somos distintos, estamos a la otra orilla, tomamos el camino corto, e hicimos de nuestra existencia en esta isla, basura parásita, pero no caigamos en el sentir innecesario de ser molido por las mortificaciones, mejor, salgamos en busca de lo que nos depara esta vía, algunos dijeron ,dicen y dirán que solo existe algo, y que llega con demasiada prontitud: la muerte; no trataré de refutar aquel final, pero no nos quedemos ahí, pensemos en lo que nos espera tras esa muerte, y si el mundo corriente le teme o lo anhela en vida, seamos quienes hagamos de ella, una nueva y gran esperanza de más existencia; diciendo esto, alcanzó la jeringa a Coqui, este, con demasiada impaciencia y cierto recelo, se lo pinchó en el brazo izquierdo, inoculó menos de una tercera parte y se la pasó al Púas quien sobró una mitad de lo restante, el efecto fue inmediato, ambos muchachos sólo alcanzaron a ver con la vista que se les iba nublando como Xers cogía la jeringa y con un movimiento rápido y preciso lo incrustaba en la yugular, desvaneciéndose de inmediato.

Ingresaba por una especie de caverna; se fijó bien, las paredes eran de carne sangrante, las tocó con las palmas y vio cómo su piel empezaba hervir cual plástico en combustión, gritó, pero para su sorpresa no contaba con orificio bucal, se palpó el rostro con sus manos que iban derritiéndose y sintió como su rostro también se le escurría entre los dedos que corrían la misma suerte, esto empeoraba, era ahora un charco, se derritió hasta estar en esas condiciones, pero podía ver, sus ojos aún flotaban sobre lo que quedaba de él, y se movía, sí , comenzó a discurrir por algo muy parecido a una coladera de alcantarilla, para luego dar en el fondo con lo que usualmente llamamos desagüe, todo se calmó. Flotaban sus ojos apaciblemente junto a la inmundicia de la ciudad, cuando de pronto percibió un olor, aquello le sorprendió de sobremanera y cerrando los ojos enfocó su concentración en eso, definitivamente estaba oliendo, qué placentera sensación, oler, el olor era simple de reconocer, mierda podrida, sintió cierto júbilo y cuando volvió a abrir sus ojos era él otra vez, tirado sobre el piso, se incorporó de inmediato, ¡oh no!, aquel olor estaba aún, y esta vez si se distinguía el repugnante origen, tapándose las fosas con una mano se inclinó sobre una bolsa negra de polietileno, creyó saber de que se trataba por el olor, desató con mucho cuidado el nudo y fue descubriendo materia encefálica, estaba el cerebro de alguien allí, acercó la cabeza más para ver mejor, cuando comenzó a sentirla vacía, no comprendía aquello, la cabeza perdía peso, era eso, se la cogió con ambas manos tratando de tapar alguna posible fuga, todo era confuso, pero al parecer ya había pasado, quitó una de sus manos del oído derecho, no oía nada, sacó ambas manos, un silencio absoluto, cero sensación, de pronto un ventarrón, vientos de todas partes se dirigían a sus oídos, boca, y a todo orificio humano, era un viento ácido, pesado y golpeaba contra sus muros craneales como combas de destrucción, se inició otra tortura. Era un dolor incomparable, incontrolable y sobretodo insoportable; se tiró al suelo para tratar de amilanar tanto dolor revolcándose, sacudiendo la cabeza contra el suelo, golpeándola, con más y más fuerza, quería aunque sea que estallase para así poner fin a esos machaques, nada servía, pero lo que consiguió era que ahora su cabeza se golpeara sola, perdió control sobre ella, los movimientos se tornaron mucho más bruscos e intensos, duró poco, la fuerza de movimiento era tanta que sintió crujir a los huesos del cuello, unos movimientos más y hubiera sentido rodar su cabeza por entre sus pies. El dolor desapreció.

Ahora sentado sobre sus piernas y con el cuello roto esperaba que todo acabase; pudo oír que algo se acercaba a la caverna, eran varios, un gran barullo se produjo casi al instante, pasaban junto a él, no podía dirigir su mirada, solo oír, al parecer era una caravana, la curiosidad era mayor, y dejándose caer sobre el piso, consiguió una vista panorámica de la situación; millares de ratas corrían despavoridas hacia el fondo de la caverna, era increíble su velocidad, arrastraban larguísimas colas grises, y emitían horribles chillidos, huían de algo o alguien, no quiso pensar en eso, ya que no disponía de algún recurso de huida, se resignó y esperó, una potente luz iba ingresando a aquel lugar, encegueció su vista y le dejó inconsciente. El Púas estaba en medio de la sala, con los brazos y piernas extendidas, profundamente dormido aún.

Coqui estaba muerto; cayó mal sobre la esquina maciza del velador y ahí quedó, el Púas al verlo sintió repulsión por su amigo, las náuseas se apoderaron de él, se alejó, tenía que huir de ese lugar, buscó la puerta que daba a la calle y no pudo creer lo que encontró, Xers y su enorme masa corporal pendían de una de las vigas del muro que se hallaba junto a la puerta, tenía llagas como las que dejan caladas sobre la piel el metal al rojo vivo, pero estas sangraban, no habían cauterizado nada, su rostro era monstruoso, estaba torcido e hinchado, muy aplastado y con indicios de haberlo sometido a una trituradora, estaba prácticamente irreconocible; el Púas aterrado tuvo que mover el cuerpo para poder salir, pero la puerta estaba sellada con tablas y clavos, - pero ¿quién pudo hacer todo esto?, pensó, y haciendo trizas el vidrio de la ventana saltó y se hechó a correr, corrió y corrió sin detenerse y hasta perder el aliento, se detuvo jadeando como un búfalo, se apoyó en un árbol y miró en su entorno, se encontraba a las afueras de la ciudad, el viento soplaba y mecía las ramas arrancando algunas hojas y arrastrándolas como queriendo barrerlas sin dirección alguna; contempló sus pies, los vio demasiado abajo, sintió vértigo, como si estaría en la cima de una montaña y se dejó caer sobre sus pies, se sentó y encerró en reflexión.

No encontraba respuesta alguna, todo se presentó tan rápido y de manera incoherente, su amigo estaba muerto, las cosas estaban muy complicadas, no lo pensó un segundo más y cogiendo una pequeña piedra cascajo se tajó ambas muñecas, el dolor ni se asomó entonces, pero si el sueño, un sueño narcotizante, aplastante, sucumbió en él, una torrencial lluvia se dejó caer de inmediato, pequeños ríos se formaron, uno de ellos avanzaba llevando mezclada con la lluvia mucha sangre, sangre aún caliente y que manaba en abundancia, y tras un gran árbol, uno más atravesaba a otra dimensión.
Kevin.

UN DÍA LARGO/DÍA DE CORTA


Estaba en casa, una mañana habitual. Ocupaba el tiempo en afilar estacas, no les daba uso, sólo me placía obtener puntas filudas; mi puñal tenía dieciocho centímetros, mango de madera negra, con inscripciones góticas. La hoja, pues..., qué diré, acero puro, firme y dentado, extremadamente filudo, podía rebanar cualquier cosa, y cuando digo esto es por que así lo comprobé.
Cuando me cansé de afilarlas, limpiaba la hoja con los dedos ensalivados, y recorría suavemente con mi lengua su exquisito cuerpo. De pronto, sonó el teléfono.
-¿Aló?
-¡Hey! Nico, soy Toby, estoy frente a tu casa, vi a tu madre, por eso no toqué, sal ahora mismo, tenemos problemas.
- Está bien, espérame en la esquina, ahora voy. Colgué, cogí una chaqueta, metí mi puñal en el bolsillo y salí disparado.


-Hermano, ¿cómo estas?, ¿qué pasó?, ¿porqué tan exaltado?
-Nico, ¿recuerdas al sujeto de corbata y sombrero, el elegantón que hace una semana nos invitó unos tragos en la “Caverna”?
-… creo que si.
-Bueno, resulta que es un agente de no sé qué organismo; y anoche me, ó mejor dicho, nos citó, a ti y a mí. La verdad no creo que sea nada bueno, porque sus palabras no tenían ningún tono amigable, es más, sonaban a amenaza, me advirtió luego que si no íbamos, mañana amaneceríamos en canadá, con una frazada mojada encima, recibiendo como desayuno una doble dosis de apaleamiento brutal. ¿te imaginas?, quizá ya descubrieron nuestro pequeño negocio, que por cierto va viento en popa, ¡nos cagamos man…
-Espera, no nos desesperemos, sabes que no debemos hacerlo, aún no sabemos qué es lo que quiere, o qué trata de hacernos pensar o decir, nuestras reacciones podrían delatarnos, ¿somos cautelosos no?; puse mi mano en su hombro y traté de calmarlo, porque ya se le veía impaciente, nervioso, prácticamente jadeaba.
- ¿Y para cuando quedaron?
- Están esperándonos
-¿Esperándonos?, quieres decir, ¿ahora?
-¡Sí!, qué hacemos, ¿huimos?
-¡No!, ¿no me estas oyendo verdad?, nuestras reacciones, ¿recuerdas?
- pero…
-Iremos, enfrentemos esto, sé que no será grave, confía en mí, ¿salimos de peores no?
Él no confiaba en mi, tampoco yo, sabía que esa no era la solución, me sentía bloqueado, jugueteaba impaciente con mi puñal en el bolsillo, muy nervioso.



Efectivamente, nos esperaban a tres cuadras, al vernos se reagruparon e hicieron un ademán de saludo, casi ni respondimos. Eran cuatro tipos vestidos de ejecutivos, con gafas oscuras y sofisticadas, mocasines marrones muy brillantes, baja estatura, cabellos ceñidos, y con unos aires de estúpidos gentleman.
- Sígannos, vayamos a un sitio más adecuado para hablar.
Recorrimos unas cuatro cuadras, ingresamos por un gran portón negro y oxidado, un huerto enorme cubría toda la vista dentro. Increíble, pensé, muy buen escondite.
Caminamos lento, era inmenso el huerto ese, nadie hablaba, Toby muy preocupado, los hombres idos, no soporté más esa situación.
-De una vez, ¿qué pasa acá?, ¿qué hicimos?, hablé claro.
Se miraron entre ellos, se detuvieron, sacaron las gafas, y se me cayó la mandíbula, quedé boquiabierto; eran familiares de algunos de nuestros clientes, ya los habíamos visto antes, nos tiraron dedo, pero gracias al teniente Gordon, demostramos nuestra inocencia ideada.; no podía creerlo, se aflojaron las corbatas, se sacaron los sacos, remangaron sus puños y en menos tiempo del que pude percatarme, me bajaron de un golpe en el mentón. Desde el suelo pude ver que Toby se acercaba a uno de ellos, quien le alcanzaba un sobre, él lo recibió, pero al instante lo cogieron entre los tres y lo redujeron a golpes, a puro zapatazos debieron desfigurarlo, por que todos apuntaban a su rostro, las puntas de los mocasines relucían ahora con sangre fresca y muy oscura.-¡ya no más, ¡ya noooo!, por favor!, gritaba el traidor de Toby.-Jódete, pensaba yo, aún tirado en suelo, pasmado. Se cansaron, se tomaron un descanso de diez segundos, y entre los tres lo cogieron por los hombros, lo llevaron y pararon junto a un grueso árbol de molle, y haciendo que uno lo sostenga, reiniciaron la despiadada golpiza, esta vez contra todo el cuerpo, a machacar lo más suave.
Se preguntaran porque estaba viendo todo este espectáculo y no corría por mi vida; pues, en parte aún no me recuperaba del impacto del golpe, y por otro lado, la sorpresa de ser yo quien estaba allí. Un shock.
No cesaban de golpear al marico de Toby, él ya estaba inconciente, recibía sin chillar todo lo que se venía; desperté, sacudí mi cabeza y escupí el susto, recordé qué había en mi bolsillo, aproveché que estaban concentrados en el traidor, y sin siquiera pensarlo, de un salto de gato cogí a uno de ellos por el cabello e hice que su blanquito cuello conozca los filudos dientes de mi amigo; fue tan suave, como cuando aquella vez corté una papaya que quiso delatarme; como mantequilla, suavecita. Dejé caer al sujeto en un torrente de sangre, de inmediato la punta de mi compañero se incrustó entre los ojos de del otro tipo, puse un poco de presión y saqué rápidamente para ahora clavarlo en el pecho del otro, uno, dos, tres, cuatro veces bastaron para tenerlo hecho una pileta de sangre; fue cuando me di cuenta de que la acción era intensa, por que estaba sudando. Volví la mirada hacía el que quedaba, estaba estupefacto, miraba a uno de sus colegas muerto junto a él, y luego al otro, perforado, agonizante; al verme comenzó a arrastrar su culo, retrocediendo, tratando de huir; me acerqué golpeando con suavidad a mi amigo contra la palma de mi mano, escupí una flema plomiza y espesa a su cara, se asustó más, y yo reí, sí, lo hice, una sonrisa espontánea se dibujo en mi rostro; se arrodilló y trató de tumbarme jalándome las piernas, tengo debajo de mi una gran espalda encamisada, la perforo en el acto, sólo dos veces, me safo de sus débiles brazos, y pasé varias veces la hoja por su cuello, llego a la mitad nada más, pero el tipo ya se ahogaba en su propia sangre. ¡Qué alivio!, pero más que eso, ¡qué placer!, de haber sabido cuán bien se sentía, no tendría estacas en casa, sino cabezas.
Me acerqué a Toby, estaba con la cabeza sobre su pecho, dormido o muerto, no sabía con certeza, creo que no respiraba, pero no me importó, recordé su traición, y lo acuchillé diez veces diciendo:- nunca más delatarás a nadie cabron, acá te mueres. Y lo hizo en ese momento, o quizá antes, nunca lo supe. Cuatro cadáveres y yo limpiando con delicadeza mi sagrada hoja con mis dedos ensangrentados, las manchas no se quitan del todo, uso mi lengua, -uhmm, saladita, deliciosa, la recorro toda, muy limpia ya, la seco con mis mangas y la guardo donde en adelante estaría, mi bolsillo derecho. Camino de vuelta, lento, adormecido diría yo; salvé el negocio, arreglé a un traidor y ahora volvía a casa.

Kevin.

COLMADOS

-¡Puta mare!, dijo Grant, al revisar la guantera de su toyota “Station “; no estaban; estaba totalmente seguro de haberlos dejado ahí por la noche, se pasó las manos por la cara y los llevó hasta la nuca, luego golpeó el volante con ambos brazos, tomó aire y suspiró derrotado.

-Entonces señor corríjame si estoy mal; el carro es suyo, pero los papeles los tiene en casa, y está sugiriendo que me suba a su auto y vaya a su casa a verificar. ¿Estoy en lo correcto?
- Bueno, si no tiene inconvenientes, pero si es así, no me molestará para nada dejarlo todo así, y sacaba del bolsillo de su camisa un billete de cincuenta lukas, -UD sabe, el tiempo apremia, y los pasajeros ya se ven molestos, ¿siempre es necesario algo extra no?, y le alcanzaba el billete.
La mujer policía era desde lejos, mucho más alta que Grant, su enorme cuerpo era de temer; los borseguis negros estaban como espejos azabache, realmente llamaban la atención, incluso más que esas modernas gafas negras que protegían sus ojos del sol de la una; el tráfico era horrible, el sonido de los claxon se mezclaba con los de los motores corroídos por el combustible adulterado, el griterío de la gente ensordecería a cualquiera, no había espacio para un alfiler más; y el sol…, en todo su esplendor ahí arriba, carcajeándose de todos.
Ella estaba dispuesta a escribir una papeleta usual, hasta que vio el brazo extendido de Grant; entonces colocó su talonario sobre el techo del auto, también su bolígrafo, las gafas y el gorro; se remangó la chaqueta y…
Grant cayó sobre su asiento, los pasajeros se alteraron y se bajaron, tenía el tabique fracturado y comenzó a sangrar a chorros. La oficial se le acercó, le arrojó un pañuelo diciendo: -UD me cae bien, es muy gracioso, cuide sus arrebatos corruptos para la próxima, ahh, me olvidaba, tiene razón, lo extra no me caerá nada mal, recogió el billete y lo flameó en su cuello, coqueta, sabe, estoy pensando en qué invertir este dinero extra, y no se me ocurre nada, qué me dice UD?, se rió entonces con sarcasmo, se dirigió a su moto, la montó, encendió y se marchó dejando tras de si, una estela negra.

- Perra…, me las pagarás, pensaba Grant. Estos dos días no habían sido los mejores para él, la noche anterior, mientras iba llevando a una pareja, cometió el error de sugerir: -hacen una bonita pareja, en serio. –Váyase a la mierda, le contestaron ambos, ¡detenga el auto!, ¡ahora!, y antes que él termine de oír esto, una bella navaja le sonreía bajo el cuello, de lado a lado; detuvo el auto. Se llevaron hasta la llanta de repuesto, mientras a él lo tuvieron besando el suelo, con las manos a la nuca, enmarrocado. Con el poco combustible que le quedaba logró llegar a casa, y a penas pudo bajarse e irse a dormir como a las cuatro de la mañana. Al amanecer se despertó con el estómago adolorido, y es que el hambre le había pateado toda la noche, - a trabajar nomás, se dijo a si mismo y salió otra vez al infierno de la hojalata. Ahora, siete horas después, con cinco soles en el bolsillo, y diez más en el monedero del auto, limpiaba y trataba de acomodar su torcida nariz, muy molesto.

Estacionó el auto frente a un grifo, se quedó allí sorbiendo una gaseosa de mala muerte y fumando sus últimas reservas de tabaco cubano, de cuando era exitoso; cuando de pronto oyó: -oiga, ¿está en servicio?, él miró a través de la ventana, un jovenzuelo de unos cuatro lustros estaba fuera, sosteniendo en sus hombros una guitarra eléctrica, mirándolo con fijeza.

-¿Será este el que me mate por fin?, pensó Grant, acomodándose para encender el auto; el joven ya estaba sentado atrás, mirando por la ventana el intenso tráfico, Grant cogió el retrovisor y enfocó en el, el rostro del joven; -te madrugaré, dijo Grant a regañadientes y arrancó.

Mirko, al igual que Grant y miles de gente más, tampoco estaba de buenas, sus padres lo habían echado de su casa por sus excesos, se lo habían advertido miles de veces, ultimátum tras ultimátum, pero esta vez si iban en serio, le dijeron: - te vas, así de simple, te vas y ahora, ¿me oíste?,- claro que te oí, acaso piensas que soy sordo como tú, me largo, luego no me extrañen, soy su único hijo, recuérdenlo,¡me largoooo!, subió a su habitación, empacó con rapidez, mientras lo hacía su madre entró, cerró la puerta, se pegó a la pared y sin mirarlo comentó con brusquedad; - ni siquiera lo que empacas es tuyo, deberías largarte desnudo, siempre trajiste desgracias a la vida de tu padre y la mía, sé que no nos pesará esto, por que le hemos dado muchas vueltas; vete ya; él no se calló, cogió su maleta y su guitarra, se acercó a su madre y estando a unos centímetros de sus mejillas le gritó: - jodanseeee, púdranse solos, siempre anhelé esto, por fin lo hago sin que llores o el otro se ponga romanticón, hasta nunca, mamiii... Salió de la casa, no volteó en ningún instante, su madre, seria, lo veía desde la ventana de su ex cuarto, -no lloraré, me lo prometí, pensaba, no lo haré; se desvaneció, juntó sus rodillas, apoyó en ellas su cabeza y se puso a llorar como nunca, maldiciéndose.


-¿A dónde le llevo?, preguntó Grant, no oyó ninguna respuesta, bajó el volumen a la música de Grand funk, y volvió a preguntar lo mismo, Mirko se sacó los audífonos y se hizo al desentendido, sólo quería ir muy lejos, lejos de sus recuerdos, así que pensó un instante y no se le ocurrió algo mejor que: -lléveme a donde duerme el sol, sí, ahí voy, pero acelere por favor…
- Esto es suficiente, comentó Grant, aceleró el auto, casi a cien por hora, frenó en seco a unos tres kilómetros , los neumáticos chillaron, aparcó el auto junto a la carretera, en un lugar escampado, se bajó de inmediato, abrió la puerta gruñendo: -maldita bazofia, no sabes lo que he pasado estos días, ¿y me vienes con bromas estúpidas?, ahora sentirás la ira de un hombre en crisis; abrió la portezuela, y se dispuso a sacar a rastras a Mirko, pero él también estaba en la misma situación, lo recibió con un tabazo en toda la cara y salió con rapidez a su encuentro, Grant se enfureció más, se abalanzaron ambos, se trenzaron, se retorcieron, cayeron, rodaron cuesta abajo, unos diez metros, ambos quedaron tendidos, exhaustos, y entonces, comenzaron a llorar y a reír como niños, cubriéndose el rostro, ahogándose, recordando a sus dioses, a sus madres, lloraron y rieron horas enteras, hasta que la noche los cubrió, y cada uno tomó su rumbo.



Kevin.

Degeneración o Remedio Letal

Cada día era peor, amanecía y al abrir los ojos un velo grisáceo le cubría todo, tenía que frotarse con los puños ambos ojos por buen tiempo para por fin poder visualizar la realidad, un gran eco golpeaba sus paredes craneales haciéndole muchas veces temblar; sentía frío, una intensa y gélida corriente le subía desde los pies y cuando le llegaba a la cabeza, ¡qué tortura!; las primeras veces creyó estar resfriado, pero de eso hacía ya cuatro meses, pensó acostumbrarse, no fue así, empeoraba, ¿morir?, ¿matarse?, claro que pensaba en ello, pero por ese entonces todavía albergaba la esperanza de estar atravesando una enfermedad pasajera, acudió al médico, al brujo, al mesmerista, y a cuanta persona le recomendaban, ningún buen resultado, sin remedio.
Una mañana, después de su habitual tortura salió al jardín, se sentó sobre el vivo césped y cogiendo la regadera la puso sobre su cabeza y abrió la llave, para su sorpresa sus dolores comenzaron a disminuir y convertirse en una intensa sensación de cura, era más confortable ver a través del la cascada cristalina que descendía por su rostro, el sonido del agua manando, mucho mejor que aquellos hirientes ecos, y el frío, era fresco, constante, no como pulsos de dolor; se quedó así durante el resto del día, no le importó más nada, entrada la noche se quedó ahí, se durmió bajo el discurrir de las sanadoras aguas.
Despertó cuando el brillo solar le dio en su frío cuerpo, el agua había hecho de su jardín una alberca, lombrices se arrastraban por su cuerpo y él, lleno de barro negro. Las hojas flotaban apacibles y el agua que huía bajo la cerca con sigilo. Se incorporó y de inmediato entró en shock, cayó con estrépito y comenzó a convulsionar como un epiléptico, nunca antes pensó que podría alguna vez experimentar tanto dolor, gimió, gritó, lloró, maldijo; y al final tuvo que volver a hacer que el agua recorra su cuerpo desde su cabeza, sólo así amilanó el extremo dolor.
Atrapado por el apacible chorro de agua, inmerso en el dolor, sentenciado a seguir así, duró solo dos noches; a la segunda no soportó mas la situación, arrojó la regadera, gritó de dolor como la primera vez, pero esta vez no se dejaría vencer, y a rastras llegó a las escaleras que conducían a pisos superiores, reptando y gimiendo llegó al cuarto piso, asomó su comprimida cabeza, las venas prácticamente le estallaban, el eco era un ruido infernal; miró hacia abajo, la alberca se veía apacible, pero extrañamente inquieta, como si buscara a alguien, el vió su rostro reflejado como un espectro en las negruzcas aguas, la luna era como un barco fantasma reflejado en aquel foso líquido; pronunció su último grito de dolor: ¡¡¡¡¡bastaaaaaa!!!!!! Y se arrojó.
Lo hallaron días más tarde, podrido, amoratado e hinchado; el agua curiosamente se había secado, y las flores se veían radiantes, hermosas; los insectos se notaban felices, y el silencio sepulcral sonaba como una dulce melodía.
Kevin.

viernes, 14 de noviembre de 2008

“ES… TRABAJO”

I

El aullido de los coyotes lo hicieron reaccionar, ya eran las 11:30 y solo quedaban en el local 3 ebrios haciendo pasar las horas con un cuarto de botella de licor, el viejo cantinero sin muelas que dormitaba en la barra y él.
Tan solo 5 almas en un lugar olvidado hasta por el propio diablo, y en el paso de la noche se puso a pensar en la misión encomendada y si las 500 monedas que le daban eran suficientes por esa gran hazaña: matar a Jorge Pineda “El Picos”, hombre maldito en todos los pueblos menos en Favre. El picos era alto, fornido de tez trigueña, con pelo alborotado y rostro irreconocible que tapaba un sombrero viejo que dicen era de su padre, su leyenda era tan grande como el miedo que causaba. Se sabía que el Picos trabajó en una mina, pero harto del bajo sueldo y la explotación terminó por ajustar cuentas con los patrones matándolos fríamente con el pico que usaba para extraer el mineral. Los pobladores lo dejaron escapar porque consideraron justa la matanza, así que Pineda tomo el mote de “ el picos” y se largó del lugar solo para volver 10 años mas tarde convertido en un mercenario, un asesino que brindaba su oficio a cualquiera por mas de 150 monedas, tan frío al cometer el acto como a la hora de cobrar la paga, le daba igual acabar con un hacendado déspota y tirano que con un campesino ladrón de gallinas, claro, siempre y cuando estos no fueran de Favre, “el picos” jamás mató a alguien de su pueblo después de lo de la mina y él estaba seguro de eso, pero aún así ya no tenía nada en el alma aparte del mencionado respeto al lugar y por lo tanto matar era tan natural para él como jugar cartas o beber. Era el asesinó más conocido del norte del país y contactarlo llevada meses así que tenderle una trampa sería casi imposible porque jamás se sabía donde estaba exactamente, pero él que evocaba la memoria de “el picos” también era asesino y llevaba tanto tiempo en el negocio, sabía muy bien como tratar a los de su propia especie, sabía que “el picos” jamás se imaginaría que moriría justo ahí, en Favre, su refugio, su fuerte, su pueblo. Bebió de la boca de la botella lo poco que quedaba del trago que pidió al entrar y comprobó que era más asqueroso estando frío.

II

Entró al bar alrededor de las dos de la madrugada y vió a tres ebrios recostados con las bocas abiertas y algo de saliva en los labios, avanzó hacia la mesa central donde se encontraba el forastero que se hallaba dormido tapándose la cara con el sombrero y las botas alzadas al lado de una botella vacía.

“El picos” lo despertó botando sus pies al suelo y se sentó frente a él, ocultó su mirada con el sombrero, y percibió el paso del sueño a la realidad del forastero. Cuando hubo despertado lo interrogó:

-¿Quién eres y para que me buscas?-

El recién despertado levantó la mirada y al ver que el picos no lo observaba directamente se acomodó bien en la silla, apretó los puños, trago saliva y sintió un sudor frió en la espalda, en las manos, quizo coger el puñal lanzarlo inmediatamente a su garganta, primer reflejo de todo asesino que ansía acabar rápido su trabajo, pero no, “el picos” no debía morir así, el tenía un plan y debía concretarlo, así que escuchó la interrogante recordó la mentira preparada y antes de responder observó que solo mostraba parte de su rostro, así que el decidió hacer lo mismo:

-supongo que eres “el picos”-
-¿Quién eres y qué deseas de mi?-interrogó nuevamente sin responder
-lo que todos desean, que arregles cuentas que uno mismo no puede arreglar-
- yo solo mato gente por dinero no arreglo problemas -
- entonces necesito que mates a alguien-
-dime quien eres-
-eso no importa…-

“El picos” sacó una navaja de la manga derecha y la acerco a milímetros de su garganta

-dime quien eres- interrogó con decisión pero sin alzar demasiado la voz
-Bueno si es así …soy Fernando Osores capataz de “La Colmena”, hacienda fuera de Favre- y diciendo esto bajó la mano “del Picos” lentamente hasta acomodarla en la mesa
-Tienes buen temple, se ve que eres capataz valiente,¿ porqué un hombre como tu tiene miedo de matar a alguien?-
-No es el miedo… es que yo no puedo matar a una mujer ….pero….¿ tu si verdad?- lo dijo sintiendo el regocijo de mentir sin ser notado y de provocar sin ser sentido.
-No tengo problemas con eso, ya no- respondió inmediatamente guardando la navaja en su lugar
-Eres una mierda…-murmuro por lo bajo el forastero
-Jaja, todos lo somos en algún momento- y dijo esto riéndose bajo el sombrero
-no, no todos- Y el forastero dejó de ver las marcas de la mesa para situar su vista en la vista de “el picos”.

Se miraron, se entendieron, decidieron seguir el juego

-Todos somos mierda alguna vez y tú siendo capataz lo has debido de ser muchas veces-
-Quizás, pero a la que vas a matar, ella, jamás hizo cosa mala-
-Si es mujer, si que lo hizo- se recostó en la silla y acabó con una sonrisa discreta, ruda, simple
-Pues ella no- replicó el forastero
-Y ¿de quién se trata?-
-Es una campesina, joven, huérfana, vive en una choza en las entradas de este pueblo y…-
-Yo no toco a la gente de este lugar- y se paró violentamente, dispuesto a largarse

-La paga es tremenda y seguro que cambiarás de opinión si sabes quien es la joven…- sonrió con malicia

-No toco a la gente de este lugar- y siguió camino a la salida

-Es rosa - y apoyándose en las manos se levanto de la silla y esperó que el otro volteara

-….-

Giro lentamente, volvió a la mesa se observaron nuevamente, se reconocieron otra vez pero se dieron cuenta que no eran los mismos de hace unos minutos, no eran los mismos de hace algunos años, no eran los mismos que jugaban de niños, no eran los amigos que cuidaban ganado, no eran los compadres de borracheras, no eran los que se enamoraron de Rosa, no eran, ya no, el odio los cambió, la muerte de aquella muchacha hace algunos años en circunstancias extrañas los volvió enemigos, convirtió al picos en un renegado que acabó en una mina para gastar su furia golpeando paredes que sangraban mineral pero la cambió luego por la sangre humana, mientras el forastero, Miguel Guzmán, se quedó llorando en la tumba de una niña casi mujer que no se decidió nunca por ninguno de los dos, ambos sufrieron, padecieron agonizaron por su muerte, una muerte compartida por ambos pero que ninguno aceptó.

Cuando la joven trató de separar su pelea de navajas apenas salían del carnaval completamente borrachos, cuando cayeron uno contra el otro y ella cayó sobre ellos, cuando una de las navajas se le incrustó en el pecho y la otra cayó rodando por la acequia.
Ninguno se dió cuenta, la embriaguez los atontaba, ¿quién la mató?, ¿quién la apuñaló?, ¿cómo pudieron?, ambos dudaron en aquel momento y vieron como la vida se acaba, como se extingue la luz de la belleza y el amor en unos segundos, como la estela de la vida se entrega a la muerte, gritaron lloraron en un estado de desesperación pero por más trágico que fuese sus mundos no dejaban de dar vueltas, acordaron cavar una tumba a la entrada del pueblo cerca de su choza la sepultaron y no se mataron mutuamente porque lo último que hizo ella fue para evitarlo, Jorge se largó a la mina a fueras del pueblo, Miguel se quedó llorando pero optó por irse meses después para convertirse en lo que ahora era y aunque desconocía el destino de Jorge terminó convirtiéndose en algo parecido a él.
Jamás supieron que navaja fue la segadora de su vida, sus cortos juicios reducían su muerte a esa simple navaja que no cayó por la acequia y decidió clavarse en su pecho.


-¡¡¡Fue tu culpa, tú la llevaste para que nos viera¡¡ – recriminó el picos encendiendo los ojos y a la vez su sangre que se reflejó en el rostro

-Los dos quisimos llevarla, los dos quisimos que lo que sucedía termine en ese momento, pero juramos no matarnos, por respeto a su intención, y hoy estoy aquí por tengo 500 monedas de oro en las alforjas y son el pago por tu cabeza, necesitaba una excusa para hacer lo que no hice aquella vez, una forma de evadir la promesa sin romperla y ahora… la tengo, ahora no es venganza Jorge, es….. trabajo- y saco el puñal de la bota.

-Jamás pensé toparme contigo, Miguel, amigo, pero bueno yo no soy manco para dejarte hacerlo– y saco él puñal de la manga derecha nuevamente.

Se enfrentaron en una pelea a fueras del bar, sus golpes cargados de odio eran esquivados por el instinto de supervivencia, el instinto de tantas peleas, la experiencia de tantas muertes, para saldar el rencor del uno contra el otro, el rencor de uno contra si mismo, y mandaban ráfagas de odio mezcladas con viento en cada ataque, se batieron a duelo, el duelo que produce la infelicidad, la justificación de la vida por la vida, pensando que la sangre de uno de los dos pagaría en parte la de Rosa, la batalla siguió hasta que un puñal sintió el calor del cuerpo, ese calor que regocija cualquier arma, el herido retrocedió, se dió cuenta de la gravedad de la herida, quizo responder pero no pudo, la velocidad del segundo ataque impactó su espalda, sintió el dolor del tajo abierto de las reces, cayó de rodillas se tocó la herida, dedujo los segundos que le quedaban y respiró velozmente como queriendo agotar el aire del mundo, como justificando los años que ya no vería, pero con el regocijo de buscar a Rosa del otro lado.

El vencedor llegó a su lado sintió como el otro se sentía indefenso, se puso de cuclillas y le habló en tono suave y sentenció

-El puñal que te esta quitando la vida y que está cerrando los ojos lentamente, es el que cayó a la acequia, era el mió y lo sigue siendo. Muere tú y muere con la culpa, ruega que tu sangre pague en algo la de Rosa-

Minutos después sacó el puñal de la espalda del cadáver, lo limpió, lo guardó en la manga derecha y acomodándose el sombrero que dicen era de su padre se largó del lugar.








Levym Sifuentes

jueves, 13 de noviembre de 2008

Ups!

- Serían catorce soles en total, concluyó Obed, y cerró el trato con los señores García, quienes en su habitual salida de fin de semana, se llevaban a casa, tres hermosos vasos de cristal labrado. Un gracias y un hasta luego para lentamente salir de la tienda, cuarenta años de casados no se mueven asi nada más.

Obed los siguió con la mirada, ya casi cerraba, sólo veinte minutos más y ya; a descansar, pensaba. Reagrupó el resto de vasos y de cristalería en el estante, los acomodó en su lugar,cerró la vitrina, se sentó a ver la televisión; hablaban sobre un gigantesco puente, una maravilla de la ingeniería, allá en el continente asiático; Dubai, la capital de lo nuevo y lo extraordinario; ya nada era imposible ahi, en lo que a contrucción se refiere. De pronto; una camioneta cuatro por cuatro, colo negro, en total despliegue de exhuberancia y lujo, se detuvo frente a la puerta principal, y una cabecita asomó confundida, con los ojos vidriosos, la cabellera desordenada. De un salto se bajó, y cuando se disponía a entrar a la tienda, volvió la mirada al auto y musitó, acá me quedo porfavor, el conductor no emitió respuesta, pero sí, le arrojó una cartera marrón y arrancó de inmediato.

Él ni se movió de su lugar, sólo la veía acercarse, tambaleándose, dibujando sonrisitas extrañas en su rostro. Hola, dijo y suspiró, ven conmigo, le cogió de la mano, y se lo llevó al fondo del local.
A unos ocho grados centígrados, el frío no era nada alentador, pero ella sólo contaba con un pequeño polo, más nada. Hola, volvió a decir, Hola, le respondió Obed, bebiste, ¿cierto?, no hubo respuesta, en el acto, ella se arrojó a sus brazos y lo besó con pasión, retorciendo su cuerpecito contra el suyo, dejando escapar pequeños gemidos de satisfacción. Estas lista, le dijo al oído, espérame, cerraré.

Estaba más ebria de lo que creyó, cuando volvió la halló con la cabeza metida en el inodoro, expulsando vómito tras vómito, todo el alcohol que había ingerido. La cogió de un brazo, vamos, le dijo, ella recuperó su brazo de golpe, ¡no!, ¿no ves que estoy mal?, ven acércate, bésame, le ordenó; estaba a sus pies, un hilo de baba caía de sus labios, el polito estaba cubierto del desayuno y el almuerzo de ella; se acercó a sus labios, y susurró, vámonos porfavor, yo te cuidaré, no me voy, no me moveré de aquí, esta bien, te dejaré, pero espera a que llegue la dueña, verás cómo te hecha como a una rata. Ella oía, aún vomitando, y desde el fondo del inodoro, balbuceaba, esta bien, no me dejes, me iré contigo, por tí vine, vamos, ayúdame. Él la ayudó a levantarse, le limpió con su pañuelo el rostro, los labios, las mejillas, le cubrió el cuerpo con su casaca y suavemente la sacaba de ahi, besándola en la cabeza, acariciándola con ternura; cuando en eso, oyó que introducían la llave por la cerradura de la puerta, demonios, pensó Obed, y reaccionando de inmediato, la soltó, ¡muévete!, le gritó, hay por dios, déjame si me quieres, balbuceó ella, y acurrucándose contra la pared, pensó quedarse ahí, pero él no lo permitiría, si no te mueves por ti misma, yo te ayudaré, diciendo esto comenzó a empujarla, como a un pedazo de basura, vamos, colabora, le decía, y ella sólo se quejaba, la llevó otra vez al baño, apagó la luz y ahi la dejó,cerró la puerta y salió. Buenas noches señora Lucía, ohh, le respondió aquella, aún estabas acá, pensé que ya te habías marchado, pues verá, una clienta se puso mal, y está en el baño, ya hace como media hora, me parece extraño, bueno, ahora si me marcho, hasta mañana; no esperó respuesta y salió apresurado,cruzó la calle, y de la siguiente esquina vigiló unos diez minutos más.

La puerta se abrió y la luz del local se desparramó ahuecando a la debilucha luz de la calle, ella salió y de inmediato se volvió a cerrar la puerta, estaba sin nada, sólo con el polito aquel, esta vez ya no vomitaba, pero estaba muy mareada y con una mano se ayudaba para moverse sosteniéndose en la pared, quizá dormía, en cualquier momento caería y ahi se quedaría. Obed volvió a cruzar y se dirigió rápidamente hacia ella, se agachó, la tomó de ambos brazos, la levantó y efectivamente, ella dormía. Mi amor, despierta, soy yo, ya hemos salido, ey linda, vamos despierta, la besó en los labios, un amargo sabor invadió su boca, de inmediato separó la suya y escupió, pero volvió abesarla; estas fría mi vida, yo te abrigaré, la volvió a cubrir con su casaca y caminaron unas dos cuadras, él entró a una farmacia, y cuando salió, ella otra vez besaba el piso mojado por la garúa de las diez, ya no se movería, estaba practicamente inconsciente; la cargó en sus brazos y caminó asi unos veinte metros, estaban frente a un parque de algún héroe de esos que comandaron indígenas a la muerte, durante la guerra. Alquiló una habitación; no nos queda otra mas que la última del cuarto piso, le dijeron en admisión, la tomo, les respondió. Subieron cuatro pisos, a duras penas pudo él llevarla hasta ahi, pero al fin llegaron, la depositó sobre la cama y ahi la dejó.

Entonces mi amor, estamos aqui, por fin sólos y abrigados, le decía él e iba introduciendo su mano através de su polo, déjame, le dijo ella y lo apartó de un golpe y se metió al baño, él entró y la vio reflejada en el espejo, llorando y musitando palabras ininteligibles, entonces vendrás conmigo o no preciosa?,ven, ¡no iré!, aqui me quedaré, tu también me quieres sólo para esto, acaso crees que soy estúpida?. Que mierda se cree esta, pensaba Obed, yo me largo habló fuerte, y ella salió de inmediato, no, tú no te vas, y lanzándose sobre él lo empieza a besar frenéticamente, entrelazados llegan a la cama y se desencadena la batalla. Ella subía y bajaba al ritmo de la jodienda, insultándolo, malo, incosciente, mentiroso, maldecido seas, que te pudras mañana más tarde, y él,sigue asi mi vida, lo estas haciendo bien, asi nena, si, si, ahhh.

Son las doce, aún puedo entrar a casa, mamá no duerme hasta la una, me iré, se levanta, se viste, entra al baño, y ahi esta, duchándose, oye me voy, que???, hasta luego, espera ya salgo, él se arregla la chaqueta mirándose al espejo, por fin sale, asi que te vas, asi nada más?, qué,me cobrarás?, ah y gracioso, esta bien, de todas maneras no te conozco, perdona mi mala borrachera, ojalá te vuelva a ver, se acercó a él y dándole un beso en la mejilla volvió a la ducha. Obed salió, bajó las escaleras con calma, la calle continuaba mojándose, esto tiene para toda la noche, pensó y emprendió la marcha, con las manos al bolsillo y la capucha puesta.

Kevin.

lunes, 10 de noviembre de 2008

LA CASA DE HITCHCOCK

Recorrí laberintos en busca
de una casa ideal para escribir;
de calles donde al doblar la esquina
se da de bruces con el silencio.
Habitaciones desoladas, donde desde la ventana
pueda ver la copa de los árboles marchitos & secos
donde los cuervos de con sus ojos rojos
vigilen mi rutina diaria al escribir.
Biblioteca de pasillos de madera,
donde encontrar un cementerio de palabras
apilonadas en anaqueles empolvados.
Una casa con fantasmas, donde los patrones
sean viejos hermanos incestuosos,
y yo el inquilino que termine muerto;
colgando del tintero mi ideas;
la sangre recorra los pasillos
las imágenes en blanco & negro,
como Hitchcock…

MALÚ


Noche sin estrellas, como
suelen ser las noches de verano en Lima;
quizá iba en busca de sexo. (Lo reconozco)
Cruce calles oscuras hasta llegar a La colmena;
recuerdo que baje hacia un sótano;
una mujer semi-desnuda sobre el poste del table-dance;
pude ver sus senos de pezones rosas
pude ver su pubis rojo escarlata;
las luces sicodélicas cortan en fragmentos
el danzar erótico de Malú;
ella lanza miradas al público, pone su dedo índice en su boca;
yo pongo mi mirada en su anteojos;
pienso que esta mujer es la hija de Sartre;
es el estilo de su montura,
es el existencialismo de la puta de la cual me enamore;
todo en ella me gusta;
la imagino adicta a la lectura
de tragedias griegas;
El teatro de Dionisos es el climax club,
la catarsis
en los ojos de los enfermos del sexo; ellos
dan de pitadas, el humo es de cementerio en viernes.
La imagino adicta a la lectura
de novelas policiacas,
La sanit germain de Godard es el climax club,
las balas
recatgadas en los falos de mas enfermos de sexo, ellos
se tocan la cremallera, en una noche donde la estrella es ella.


TARDE DE VIERNES.


Os sois hijos de los Dioses,
pero hagan sus voluntades.
Estábamos bebiendo en la estación de la
Universidad;
cuando vino el puto serenazgo;
comenzamos a gravar las imágenes,
bebiendo en frente de la poli….
Luego el motor de nuestro volkswagen, chillo;
el conductor tenía un aire al tipo de sin city…
somos sólo desertores, sin clases que escuchar;
queremos experimentar el nirvana de Buda.
con ideas equivocadas,
Sólo tragar ese humo de los infiernos ¡y que es el infierno!,
El infierno es este muchacho; respondió el diablo, os contare…
Estábamos bebiendo en la estación de la
Universidad;
Éramos cuatro, pero podíamos ser más
fumando, estando a merced del gran Chamán;
el trató de sanar al pueblo…
Danzo, danzo a los Dioses grises. Estos se enfadaron mucho,
y castigaron a los hombres,
los mantuvieron, encadenados al pecado;
estos aún siguen reflejados,
en paredes de espejos, colgando de sus pellejos;
Aún no salen de la caverna.
O tu buen Sócrates, decirnos, a donde vamos después de la muerte.
Estábamos bebiendo en la estación de la
Universidad;
era una tarde de viernes;
sin clases a las que asistir;
solo basta, con la poesía a seguir….
Un poeta camina, camina por calles donde el polvo se levanta;
donde la sirena del serenazgo se pierde,
entre las páginas apolilladas de una novela,
que cuenta el crimen más horrendo; la muerte de la poesía.

EXILIO


El sol esta apunto de esconderse;
puedo ver desde la ventana, los últimos
rayos que se posan sobre las colinas.
Quienes motivan el escribir de esta poesía,
quizá una familia de estadounidenses: Un matrimonio,
con tres hijas; todas ellas preciosas ángeles terrestres,
sin alas, más solo con el viento & el pastor alemán.
Abro la ventana para poder ver mejor sus rostros,
solo distingo, la tonalidad de sus cabellos,
las chiquillas son rubias; dan de correrías atrás del perro;
mientras sus padres los observan
sentados; hablando en inglés; palabras que no logro entender;
pero en el computador, suelo escuchar Like a rolling stones.
Donde se fue el sol;
sobre otra colina puedo ver que los arboles
dormitan;
la noche va comenzar.
La familia de estadounidenses; sus hermosas hijas
no están;
afuera queda el parque desolado;
ecos de pelotas, bancos entre la sombra;
adentro queda el ojo expectante,
la oración inconclusa de un exiliado.

LAS NUBES DE BAUDELAIRE

Condenados
por nuestros ojos,
vemos el cáncer bajar de los cielos.
Muerte
en forma de dama oscura,
película de Bergman,
que nunca termine de ver.
Donde están los ángeles
que parecen cuervos
Donde están los cuerpos
de de fantasmas chamuscados.
Me levanto o suelo
salir de mi letargo;
veo a la gente ignorante como yo
bajar de la colina,
Oigo a un yonqi,
Meterse en una discoteca algo de cocaína.
Suelo citar a mi amante
el gran enfant francés;
propongo ser como la estrella distante
del sudamericano escritor afincado en Blanes.
Solíamos ser dos,
Pero solemos ser tres,
imitamos sentirnos pecadores,
reos confesos.
Sodomía; tintero vacío
eyaculaciones precoces,
hemorragia, de coágulos secos.
Hablo con estos fantasmas,
Que vieron el Efel, bajo
las mismas nubes de Baudelaire.


CARLOS CALLE.

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Un punto rojo sobre una pared,
sobre la oscuridad de mi habitación;
alguien escucha mi voz,
es una mujer hermosa,
es la mujer, que fue mi primer gran amor,
es Violeta, la que rapta sobre mi cama;
nos besamos como peces,
haciendo burbujas etéreas
en un gigantesco acuario, cementerio marino,
donde vemos los huesos gigantes & humeros
de Moby Dick;
nuestro océano es oscuro;
pero siento que Violeta, es mi último rayo de Sol,
que se cuela bajo mis sabanas,
como el tiro certero de un francotirador.

TRES PELICULAS DE JEAN LUC GODARD (Prosa en Septiembre)

VIVRE SA VIE



1 Tengo miedo, estoy duro con coca, estoy en un auditorio; universitarios que hablan inglés, pero esta es una película netamente francesa; igualmente hay una bella joven que habla francés; tez blanca, cabello corto a lo Mila Jovovich en El quinto elemento, pero lo que me llama su atención es su bufanda verde musgo, rosa palo.

2 Ella es la directora de la Alianza francesa, se llama Clara len dino; ella gusta que la llamen Clarita.
La oscuridad se da, Anna Karina, irrumpe en escena; algunos espectadores, buscan un mejor ángulo donde poder verla mejor; nunca fui bueno leyendo los subtítulos; estos están en castellano; de La Mancha, hacia un auditorio, de cinéfilos expectantes del cine de Godard. Abstraídos por la trama; una prostituta enamorada del cine.

3 Cajas chinas, una película dentro de otra película; actores, que representan el papel de cinéfilos; Anna Karina, está en una sala de cine en el Paris de los 60s; la película que ve es La pasión de Juana de Arco, ellas palidecen, pero solo una llora, sus lagrimas bifurcan en lo oscuro, pero puedo ver correr sobre su mejía una lagrima plateada; e imagino saltar del Cena, caer en sus frías aguas; morir por mujeres heroínas, mujeres que no conocen el amor individual, mujeres que mueren por la humanidad.

4 Anna Karina, se acuesta con un primer hombre; este le paga cuatro mil francos. Anna Karina, se acuesta con otros hombres; pero hay uno que está en la cama de un hotel; él es un filosofo, o un estudiante de filosofía que lo mismo da para el caso; él tiene un libro entre sus manos, y lee fragmentos de un cuento de Poe; a veces pienso que soy ese chico. Igual yo tengo algunas frases subrayadas en El retrato ovalado; frases como:
Era una doncella de la más rara belleza, no menos amable que llena de alegría.
Y él no quiso ver como los colores que se extendían sobre el lienzo eran arrancados de las mejillas de la que tenía sentada junto a él… Esto es realmente la Vida misma, gritó. Pero al volver los ojos de pronto para contemplarla a su amada…, ésta había muerto.



BANDE Á PART




5 Esta vez llegue tarde; la película ya estaba comenzada, no sé cuanto; pero creo que lo normal para aún seguirle la trama; dos tipos irrumpen en una clase de inglés; podrían ser tres tipos contándome a mí; busco una silla en la segunda fila a la pantalla, todos expectantes, puedo ver el brillo en sus ojos en medio de la oscuridad, reflejada en escenarios franceses antes de mayo 67.

6 Anna Karina una vez más es la protagonista de la película; yo por ningún lado veo a Clara len dino; la directora de la Alianza francesa; trato de leer todo los subtítulos, pero por momentos, solo veo las imágenes, y concluyo que las acciones de los personajes representan: Rebeldía, rebeldía representada en amor, amor representada en poder, y poder representado en crímenes…

7 Es un thriller, donde los tiroteos de balas salvajes, solo son el final de un comienzo, de embustes, de manipulaciones; quizá alguna confesión. La escena que más me gusta, o que realmente tiene una simbología se da:
Los dos hombres toman de la mano a Anna Karina, y cruzan los pasillos del museo de Louvre, y como si abstraídos por compresión de espacio tiempo, la cámara se posa en el cuadro memorable del Juramento de los Horacios; jóvenes romanos, tomando las espadas, espadas que representan las armas, armas que representan una vez más el poder.
E imagino a una gran masa de jóvenes, dispuestos a morir por valores supremos: igualdad, libertad y fraternidad.

8 Una casa escenario del clímax, manchado de sangre, la película es en blanco y negro, pero puedo ver que es roja, de igual modo puedo sentir el olor de la pólvora. Una mujer se encuentra amordazada, atada de manos; ella es encerrada en un closet; mientras que Anna Karina, es golpeada por el tipo que le hizo creer amarla. Ellos buscan el botín… escapan, pero solo uno vive para contarlo.





Á BOUT DE SOUFFLE



9 No llegue a ver la película; era una de esas noches más de esnifar cocaína; pero en el espejo, de líneas blancas, veía el rostro bello de Clara Len dino; (Clarita), otras veces la imagino sentada, mimetizada en Anna Karina.

10 Hablar de Tarantino, es ver en sus películas un homenaje al cine de Godar, quizá mencionar al palma de oro del festival de Canes, Pulp Ficción.

11 Lo insólito, sucede, oí hablar por primera vez de Godard, en una película de los doors, dirigida por Oliver Stone, Ray Manzaret le dice algo así a:
- Ya haces películas para la metro, dice Jim
- El productor me preguntó: - “¿Dónde está tu guión”? Respondí: “No lo necesito. Godard no los usa.” Y él “Magnífico. ¿Quién es Godard?”, dice Manzaret.

12 Al final del camino, las luces se apagan, como dice: Jim, estan todos, están todos, la película va comenzar, Nietsche dice que las cosas malas deben llevar mascaras de terror.
Al final del camino, quizá sea presunción mía, pero intuyo, que la estudiante americana es Sancho, y el fugitivo es el Quijote; de la Mancha a Castilla; de la Francia de Godar, hasta el pensamiento más recóndito de una poesía que funde, en la habitación de un yonquí, sobre coordenadas inexactas sobre líneas blancas, viendo en el espejo el rostro de Anna Karina.

PIEDS-LOURDS (Pies de plomo)

Para Gleb.
Somos 4, caminamos por los
extrarradios de la ciudad en busca de drogas;
nos adentramos por el cementerio;
solo nos quedan las calles oscuras,
solo la luna llena matiza nuestra hambre
por drogas.
Bebemos de una petaca de dulce ron,
& en nuestros corazones se fermenta
la madrugada austral.
Damos de caladas al pie de un inmenso puente,
donde el vértigo de la pasta
nos hunde, haciéndonos caer donde
no se puede caer más…
Volvemos nuestros pasos sobre veredas,
con pistas llenas de brea; nuestros zapatos,
sus pisadas hacen eco en el inconciente
despertar de los sentidos, para sentirnos vulnerables…
Dos mujeres bajan de un taxi,
son las asesinas de nuestras debilidades…
Llegamos a casa de G,
somos 3, sentados en la oscuridad de su habitación,
donde el silencio, gasta su último halito de vida;
el foco de una lámpara
ilumina tenuemente el leer un ejemplar
de la Nacional Geografic;
el vértigo aún cunde,
somos hijos del amo de las profundidades.



Carlos Calle.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Contra el muro

Cuando la imaginaba desnuda; me sentía nervioso, ( incluso imaginándola, qué patético). Sus enormes pechos me extasiaban, su rostro era afilado,con unos labios provocadores, ojos coquetos, siii, jaja, sentía que me decían: ven cómeme, soy tuya, sólo tómame, acá estoy; delgadas piernas, pero nalgas respetables, era de hecho que resguardaban a una gran mazmorra rosácea y frondosa, qué delicia hubiera sido introducirme por entre ellas...
Acomplejada al igual que todos en el mundo,claro que no con la agresividad que a mi me domina; sino con la petulancia al extremo, caminaba ella, con la mirada al cielo, pisando huevos, desprendiendo fragancias eróticas y sintiéndose mucho más que cualquiera, incluso que ella misma, y cómo es eso me pregunté, simple, doble personalidad causada por un grupete de estúpidos que se burlaban de ella, haciéndole pensar que podía ser superior; pero qué defecada; ni siquiera estaba dentro del parámetro normal de inteligencia, y cómo sabes eso tú; observación mi amigo, a ti también te estoy viendo, y continúas en el fango.
Bueno, estuve a punto de hacerla cabalgar en mi Ponny, pero la sed ganó, empiezo a pensar: "como siempre", la herí en el cimiento de sus complejos; su ego, si señores, basura pateada a su rostro, mierda en su asiento, chacales en su cena; me odió en adelante, me obsesioné por mi lado, masturbación, puños cerrados contra el muro, noches sudorosas, modorras incontrolables, y al final, éxtasis al verla, pero ya no más; acabé deduciendo que esto no va más allá de lo que alcanza mi chorro seminal. Sepultada en el el residuo sentimental de mis heces pútridas, ahí en el fondo del mar infecto.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Odio


Cuando compuse este thrashcore, estaba en trance de odio y con sed de venganza; hoy eso ya casi desapareció, pero el tema está escrito, y decía asi:


"Me vieron, los vi.

Me oyeron, los oí.

Ahora hijos de puta, carroñas humanas, sé que me las pagarán;

no sé si con sus vidas o sufrimiento, pero lo harán, estén seguros de eso.

Los calcinaré malditas mierdas, los haré desperdicio fecal,

ni los gusanos querrán corroerlos, ya lo verán, lo sentirán.

Se arrepentirán, se retorcerán en sus remordimientos, sé que lo harán, lo sé."

Plataformas Ohuvid

Y se acabó. millares de días, encadenados uno tras otro como aros de una gigantesca cadena, desfilaban ahora frente a su memoria, pero no podía comprender por qué; y es que sin saber cómo, la tela que había hecho de venda todo ese tiempo, ya no estaba, se terminó pudriendo sobre sus ojos. Aún recordaba cómo aquella piedra que tenía en frente se fue opacando hasta desparecer, y cómo cayó él en la más profunda oscuridad, pensando a cada instante: ahora si veré, pero sin que suceda eso nunca.

Había caído en forma de polilla muerta, con ese aspecto reseco y ligero; una tarde, mientras se hallaba en la biblioteca leyendo y tratando de escribir a la vez, ¿por qué no?, sé que puedo hacer muchas cosas en simultáneo, pensando. Es un capullo, pensaba ella y sus dedos boleaban al objeto, tenía los codos ajando el libro, pero ni cuenta se daba. Es suave, y huele muy extraño, pero delicioso; es como..., no sé, algo muy exquisito, pero aún no se me viene a la mente qué, uhmmmm. Alguien tendría que darme la razón, haber..., miraba en torno, no, me voy a casa.



Nunca realmente había visto algo, él sólo distinguía la luz de la oscuridad, sabía que la primera derretía sus ojos, y por las noches algo pinchaba frenéticamente su cráneo, hasta hacerle discurrir un fluido hediondo, insípido, y espeso.


Volvió el inventor, se oían murmuros, no debió volver, algo salió mal, comentaban. Pensar que acabó y luego darse cuenta de que ni siquiera sucedió, que no fue más que una vaga ilusión, una fantasía de las muchas que experimentaban en su mundo, vacío, oscuro, silencioso, eterno. ¡Dos metros!, era el diámetro de todo el suelo que le rodeaba, realmente ninguno de ellos sabía si el resto existía, todo era confuso. Al amanecer, cientos de soles emergían a a lo largo de todas las líneas en el horizonte y se elevaban en conjunto, y al llegar al centro, chocaban, y se quebraban como huevos, derramando sobre todo lo de abajo, plasma flameante. No moríamos, o quizá sí, pero cada mañana amanecíamos totalmente erguidos, con las extremidades medias estiradas a cada lado, el pecho henchido y sin el lomo encorvado de siempre, con las pezuñas enterradas en aquel suelo rugoso y áspero. Despertábamos, y de eso si teníamos consciencia, porque se producía un murmullo gigantesco, ensordecedor, de bostezos y quejidos, que retumbaban por todos lados, el sonido se movía de lado a lado, y fue cuando comprendí, debido a la resonancia, que el lugar era una gran caja acústica, estábamos dentro de algo.

Caminó todo el trayecto sosteniendo en una mano el libro, y en la otra, el objeto, encerrado en su puño. Llegó a casa, estaba vacía, ni el perro la recibió; subió a su habitación, cerró con el taco, se dirigió a su cama y sentó, puso el libro a un lado, la mano con el objeto sobre sus piernas, abrió. ¡No puede ser!, si ni lo toqué; había sido un bolillo, pero ahora no era más que polvillo impregnado en su palma. Desanimada, se resignó a olerla, cubrió con toda la palma su boca y nariz, y el polvillo reaccionó de inmediato, bloqueando todo orificio. Estallaron, de cada micro partícula desprendieron gases de plasma hiper magnético, el componente activo, favorecidos por la gravedad terrestre y el particular aliento crearon pequeños agujeros rojos que absorbieron la consciencia de Lalá. Quedó inerte, el cuerpo yaciendo al pie de la cama; la ventana abierta, afuera corría viento, pero sólo un halo que penetraba con disimulo era la evidencia y testigo.

Eliot se estiró como goma, luego se contrajo, para finalmente desaparecer. El tiempo se estancó, todo se quedó quieto, perplejo. Sucedieron cinco años humanos.
Cada amanecer volaban uno hacia el otro, a gran velocidad, de polo a polo, y al atardecer por fin se encontraban y atravesaban 
mutuamente, repeliéndose de inmediato con el doble de fuerza con el que se encontraron, viajando toda la noche,envolviéndose en ella y su brisa, que era tormenta. Pero se acabó.

Qué planeta habrá sido aquel, pensaba Eliot, hurgando con sus garras el piso, que ya casi era ovalado; tratando de cavar, como siempre lo hacía.

¡Maravilloso!, gritó Lalá; y se incorporó de un salto, abrió los ojos, otra vez, el pequeño círculo había capturado algo más.



martes, 4 de noviembre de 2008

Album Conceptual

Han pasado ya 4 años; quién iba a pensar que duraría tanto; la verdad los planes personales aún no habían invadido nuestras mentes, corríamos a gran velocidad, y nuestras cabezas golpeaban el aire sin detenerse. Empezábamos recien.
¡Dos meses!, fueron necesarios para cuadrar el "Metalizador"( ...el metalizador por fin llegó para vencer hasta a la misma muerte; alimentándose de tus miedos, de tus sueños...tupatupatupa....)

Durante mis exiliaciones del mundo real, alimentaba a mis oídos con el "A lesson in love" de Kazjurol y el "sign of taurus" de Taurus; fueron demasiadas madrugadas como para que no quede algo; mi pequeña de dos cuerdas por fin había cedido; y me daba como mi segundo vástago, al "perpetua agresión". Ahora si iba en serio.

La tarde de un viernes, si aún no me falla la memoria,jaja, bueno si me falla;un viernes, por que sólo ese día era el mejor de todos; un sujeto que ya habíamos visto antes, tambaleante y resonante durante algun show de algun grupo de ruidosos, había acudido a la cita que le hiciéramos días antes. Nunca estuve satisfecho con su tonalidad, pero nos hicimos hermanos de sangre, vinculados por sangre; si Paul, obecedimos.

Nuestra mente se expandía, y de la mano se llevaba nuestra vida.
Para entonces; sentíamos urgente la necesidad de expresarlo; es así como compusimos "Maniaca adicción". Carcajadas y buenísimos momentos eran polvo en nuestros caminos.

Marzo del 2005, un día después de un farra criminal, ingresábamos al estudio del más maricón de todos los que en esa época conocí; y empezamos a tocar, ocho temas, sin parar, sólo para respirar un poco, un público de dos personas, 16 aplausos al final de cada tema; cañera voz, guitarra ácida, batería demoledora; bajo parchado por un blackie amigo, nada memorable por cierto, y precisión total, hicieron del "Wankthrashers", un demo en directo, sin tretas ni excusas, sin demoras ni anticipos; thrash total.

Cada vez más entendía que nací para esto, no paraba de componer, a todo le encontraba riffs; y creaba mi mundo, me aislaba del mundo. Exodus con su "toxic waltz" habían hecho de mi un esclavo incondicional, yo sí estaba dispuesto a saltar como un payaso sicótico de circo en el slam, a pegarme lances espaciales, a tararear las guitarras, y llevar el compás de la batería ni bien estuviese sentado, donde sea. A la par, el reino de la noche me encantaba ya en demasía, etiquetamos a los "misiles wankas" y los lanzamos al cráneo de todos nuestros amigos; quedamos ebrios, gritando en al inmensidad de la noche, vomitando nuestro odio, durmiendo en el olvido.

Nos destruimos, era eso; pero quién no lo hizo, o lo hace, o lo hará, somos humanos luchando por nuestra felicidad, nada más importa. Caminamos por toda la ciudad, dejándo en cada rincón, vestigios de nuestra destrucción; en algun momento pensé en alejarme de mi vocación, por decisión no lo hice, ni lo haré mucho menos.

2007, un año lleno de experiencias, estábamos más delgados y con menos interés por la vida, la muerte se había apoderado de nuestras espectativas; pero aún teníamos en nuestras manos,pies y cabeza, esa sed de combinar más sonidos. Inicié así, la primera etapa de temática real."Trafic-core" iniciaba el año; inspirada en el sujeto que hizo de sus noches, de sus días, de su vida; un muladar de tóxicos y destrucción; el miedo vivía en él, y el arrebato también; ahora desde aquí; esperamos tu regreso amigo. "Dengue Mortal" continuaba relatando con gritos y toques oscuros, nuestro sufrimiento-placer, así, tan combinado que no distinguirías ni una partícula(...eres el peor de los malditos, ni el más pendejo puede contigo Dengue Mortal...), no éramos la excepción.
"El Foso" proseguía con la matanza; sintiéndonos como atrapados en enormes y caóticos remolinos que nos sepultaban consus vientos de fuego, pérdidas de consciencia, torceduras corporales, violencia sin causa, inicio de la dimensión demencial. "Lanzando Misiles" cerraba el disco, su reedición significó el progreso en técnica, y en definición de actitud; nada ya nos detendría, nada ya cambiaría del todo, evolucionábamos o degenerábamos?, ambos quizá.

www.myspace.com/nakaccthrash

2008, acabamos de disfrutar al máximo nuestra "Resistencia Infecthrash"; y ya teníamos nuevo plan: "Dimensión Demencial", tengo los temas titulados, ya casi acabados en estructura de cuerdas, trabajámos ahora en ponerle el esqueleto de tambores y la cañera voz. Esta es la posible lista:
1.- Dimensión Demencial
2.- Reflexión sistemática
3.- Síndrome de autoeliminción
4.- El francotirador desquiciado
5.- Tarántulas de la prostitución
6.- Despojo existencial

Este blog es un PORTAL DE EXPRESIÓN de la banda NAKACC de Huancayo,y de todo banger que desee contar algo demente; ven, vomita acá.
atte. Kevin.