jueves, 30 de abril de 2015

Lento, lentito


Cuestionar la existencia sin respuesta ni remedio, como decirse a cada instante lo jodido que estás, eso es estar muerto, y tú lo estás desde hace mucho, pero sin saber exactamente las circunstancias precisas. ¿Un accidente, sobredosis, envenenamiento? tal vez todas en realidades distintas, en universos paralelos, en vidas consecutivas. Tienes diez mil años en este mundo y las cosas siguen repitiéndose, no porque desconozcas tu historia, o a lo mejor por no saberla toda, sino por necedad y terquedad en reanudar la misma batalla con los mismos artificios y estrategias. Muy pronto extinguirás las últimas llamas de esta vida y con ella una piedra más al pozo negro de tu existencia. Tratarás de inmediato de concertar una entrevista seria con los dadores de existencias, los que te ponen tras las rejas de huesos, los que determinan cómo y cuándo librarás una nueva batalla contra tus  errores, y les dirás que ya basta, que nunca lo lograrás, que a lo mejor no fuiste hecho para ascender, sino todo lo contrario, y entonces si fueran más prudentes que te den la oportunidad de hacerte un demonio a carta cabal, un psicópata y comandante general de las huestes malignas, nada de familias, ni de amor, ni de lazos fraternos, nada de nada, solo un cuchillo y la sangre fría, sin remordimientos. Y si los señores éstos no están dispuestos a concederte eso, pues entonces gracias por nada, que sigan infundiendo estúpidas existencias que tarde o temprano mirarán hacia el firmamento en estados alterados de la consciencia y sabrán una vez más de su rotundo fracaso. Porque si algo haz aprendido en todo este tiempo es que en el cielo de la madrugada estrellada está el balance existencial, puedes ver fugar a cientos de estrellas, verlas hundirse tras las montañas, brillar con desmesura o titilar con premura y saber desde el fondo de tus sentidos que las cosas están como tienen que estar.

Hoy, jueves se insomnio atroz e inapetencia compulsiva, a horas de saberte desposeído y descontrolado totalmente de cuanta noción de lucidez, escribes esto como testimonio de los último pasos que das sobre este mundo, en calma, sin rabietas, a paso quedito, a mirada tranquila, lento, lentito...

lunes, 6 de abril de 2015

Ya saben...

Enseguida veríamos El tambor de hojalata de Volker Schlöndorff, ya saben, basada en el libro de Grass, la misma historia con la mayoría de películas. Enseguida serían las tres de la madrugada, momento en el que antes uno pretendía invocar a los espíritus de los árboles y sus raíces subterráneas, ya saben, para obtener poder. Pero nada de eso es real, ya saben, porque lo real es la política como medio de enriquecimiento, el hurto y el asalto. La inteligencia es un aspecto relegado a la mera acumulación de conocimientos, ya no a la explotación de recursos en aras de la obtención de nuevos mundos(aunque sea imaginados). Y es que si no estamos conformes es necesario rehacer lo que consideramos errado. Aunque cabe la posibilidad de ser uno mismo el errado, en ese caso estaríamos tratando de corregirnos con esos mundos imaginados. 

Como sea, había un hombre con un frenetismo inusual para la descarga de internet de música y libros, éste sujeto llenaba gigas y teras con sus descargas que cada vez menos podía oír y leer, le bastaba saber que poseía el material para darse por satisfecho y conforme consigo mismo, sin remordimientos ni escenas de último momento que le obligaran entre cosas a parar con las descargas e iniciar las lecturas o la revisión auditiva de la música. En fin, llegó un día en el que se agotó el combustible necesario para mantener encendidos los ordenadores, motivo que obligó a sujetos como éste a sentirse traicionados por la vida y el universo que confabulaban contra él con desgracias como ésa. Dio de coces a la máquina inerte y luego salió a la calle donde esperó ver a todo el mundo haciendo lo mismo, pero oh sorpresa, una suave brisa llevaba hojas secas rumbo a la playa cuadras más abajo. Nadie, ni siquiera los perros vagos de siempre. Qué raro, se dijo, no era lo que esperaba, decidió asomarse a la ventana de su vecino más próximo y otra vez oh sorpresa, el vecino estaba sentado en su sofá favorito, con los sesos esparcidos en el aparato inerte. No lo soportó, se dijo nuestro hombre, Carlos era un teleadicto, su accionar fue lo más honesto para consigo. Entonces decidió volver a su casa y ser también él tan honesto como Carlos. Ya en casa ingresó a su dormitorio para acostarse y tomar las pastillas de cianuro. Estaba en eso cuando se le cae una de las pastillas y va va a parar bajo la cama. Misterios debajo del catre, debe haber una novela llamada así, pero en qué página y peor ahora, en qué computadora. Triste y miserable vida que te arrebata lo que crees es tuyo. Miró con cuidado y ahí la vio, al fondo, junto  a una extraña caja de madera que tenía inscrito: Para cuando Internet se vaya a la mierda.


Papá lo había previsto, concluyó el hombre, en la caja habían nada más que libros, hojas en blanco, bolígrafos y cancioneros. Todo lo que necesitaba el hombre para reconstruir el sentido de su vida y su mundo. 

Y ahora que el disco Maza de Lethal ha llegado a su fin, podemos afirmar con seguridad que los argentinos no pasan del Warriors, el resto es mierda con buena letra.