- Serían catorce soles en total, concluyó Obed, y cerró el trato con los señores García, quienes en su habitual salida de fin de semana, se llevaban a casa, tres hermosos vasos de cristal labrado. Un gracias y un hasta luego para lentamente salir de la tienda, cuarenta años de casados no se mueven asi nada más.
Obed los siguió con la mirada, ya casi cerraba, sólo veinte minutos más y ya; a descansar, pensaba. Reagrupó el resto de vasos y de cristalería en el estante, los acomodó en su lugar,cerró la vitrina, se sentó a ver la televisión; hablaban sobre un gigantesco puente, una maravilla de la ingeniería, allá en el continente asiático; Dubai, la capital de lo nuevo y lo extraordinario; ya nada era imposible ahi, en lo que a contrucción se refiere. De pronto; una camioneta cuatro por cuatro, colo negro, en total despliegue de exhuberancia y lujo, se detuvo frente a la puerta principal, y una cabecita asomó confundida, con los ojos vidriosos, la cabellera desordenada. De un salto se bajó, y cuando se disponía a entrar a la tienda, volvió la mirada al auto y musitó, acá me quedo porfavor, el conductor no emitió respuesta, pero sí, le arrojó una cartera marrón y arrancó de inmediato.
Él ni se movió de su lugar, sólo la veía acercarse, tambaleándose, dibujando sonrisitas extrañas en su rostro. Hola, dijo y suspiró, ven conmigo, le cogió de la mano, y se lo llevó al fondo del local.
A unos ocho grados centígrados, el frío no era nada alentador, pero ella sólo contaba con un pequeño polo, más nada. Hola, volvió a decir, Hola, le respondió Obed, bebiste, ¿cierto?, no hubo respuesta, en el acto, ella se arrojó a sus brazos y lo besó con pasión, retorciendo su cuerpecito contra el suyo, dejando escapar pequeños gemidos de satisfacción. Estas lista, le dijo al oído, espérame, cerraré.
Estaba más ebria de lo que creyó, cuando volvió la halló con la cabeza metida en el inodoro, expulsando vómito tras vómito, todo el alcohol que había ingerido. La cogió de un brazo, vamos, le dijo, ella recuperó su brazo de golpe, ¡no!, ¿no ves que estoy mal?, ven acércate, bésame, le ordenó; estaba a sus pies, un hilo de baba caía de sus labios, el polito estaba cubierto del desayuno y el almuerzo de ella; se acercó a sus labios, y susurró, vámonos porfavor, yo te cuidaré, no me voy, no me moveré de aquí, esta bien, te dejaré, pero espera a que llegue la dueña, verás cómo te hecha como a una rata. Ella oía, aún vomitando, y desde el fondo del inodoro, balbuceaba, esta bien, no me dejes, me iré contigo, por tí vine, vamos, ayúdame. Él la ayudó a levantarse, le limpió con su pañuelo el rostro, los labios, las mejillas, le cubrió el cuerpo con su casaca y suavemente la sacaba de ahi, besándola en la cabeza, acariciándola con ternura; cuando en eso, oyó que introducían la llave por la cerradura de la puerta, demonios, pensó Obed, y reaccionando de inmediato, la soltó, ¡muévete!, le gritó, hay por dios, déjame si me quieres, balbuceó ella, y acurrucándose contra la pared, pensó quedarse ahí, pero él no lo permitiría, si no te mueves por ti misma, yo te ayudaré, diciendo esto comenzó a empujarla, como a un pedazo de basura, vamos, colabora, le decía, y ella sólo se quejaba, la llevó otra vez al baño, apagó la luz y ahi la dejó,cerró la puerta y salió. Buenas noches señora Lucía, ohh, le respondió aquella, aún estabas acá, pensé que ya te habías marchado, pues verá, una clienta se puso mal, y está en el baño, ya hace como media hora, me parece extraño, bueno, ahora si me marcho, hasta mañana; no esperó respuesta y salió apresurado,cruzó la calle, y de la siguiente esquina vigiló unos diez minutos más.
La puerta se abrió y la luz del local se desparramó ahuecando a la debilucha luz de la calle, ella salió y de inmediato se volvió a cerrar la puerta, estaba sin nada, sólo con el polito aquel, esta vez ya no vomitaba, pero estaba muy mareada y con una mano se ayudaba para moverse sosteniéndose en la pared, quizá dormía, en cualquier momento caería y ahi se quedaría. Obed volvió a cruzar y se dirigió rápidamente hacia ella, se agachó, la tomó de ambos brazos, la levantó y efectivamente, ella dormía. Mi amor, despierta, soy yo, ya hemos salido, ey linda, vamos despierta, la besó en los labios, un amargo sabor invadió su boca, de inmediato separó la suya y escupió, pero volvió abesarla; estas fría mi vida, yo te abrigaré, la volvió a cubrir con su casaca y caminaron unas dos cuadras, él entró a una farmacia, y cuando salió, ella otra vez besaba el piso mojado por la garúa de las diez, ya no se movería, estaba practicamente inconsciente; la cargó en sus brazos y caminó asi unos veinte metros, estaban frente a un parque de algún héroe de esos que comandaron indígenas a la muerte, durante la guerra. Alquiló una habitación; no nos queda otra mas que la última del cuarto piso, le dijeron en admisión, la tomo, les respondió. Subieron cuatro pisos, a duras penas pudo él llevarla hasta ahi, pero al fin llegaron, la depositó sobre la cama y ahi la dejó.
Entonces mi amor, estamos aqui, por fin sólos y abrigados, le decía él e iba introduciendo su mano através de su polo, déjame, le dijo ella y lo apartó de un golpe y se metió al baño, él entró y la vio reflejada en el espejo, llorando y musitando palabras ininteligibles, entonces vendrás conmigo o no preciosa?,ven, ¡no iré!, aqui me quedaré, tu también me quieres sólo para esto, acaso crees que soy estúpida?. Que mierda se cree esta, pensaba Obed, yo me largo habló fuerte, y ella salió de inmediato, no, tú no te vas, y lanzándose sobre él lo empieza a besar frenéticamente, entrelazados llegan a la cama y se desencadena la batalla. Ella subía y bajaba al ritmo de la jodienda, insultándolo, malo, incosciente, mentiroso, maldecido seas, que te pudras mañana más tarde, y él,sigue asi mi vida, lo estas haciendo bien, asi nena, si, si, ahhh.
Son las doce, aún puedo entrar a casa, mamá no duerme hasta la una, me iré, se levanta, se viste, entra al baño, y ahi esta, duchándose, oye me voy, que???, hasta luego, espera ya salgo, él se arregla la chaqueta mirándose al espejo, por fin sale, asi que te vas, asi nada más?, qué,me cobrarás?, ah y gracioso, esta bien, de todas maneras no te conozco, perdona mi mala borrachera, ojalá te vuelva a ver, se acercó a él y dándole un beso en la mejilla volvió a la ducha. Obed salió, bajó las escaleras con calma, la calle continuaba mojándose, esto tiene para toda la noche, pensó y emprendió la marcha, con las manos al bolsillo y la capucha puesta.
Kevin.
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