viernes, 14 de noviembre de 2008

“ES… TRABAJO”

I

El aullido de los coyotes lo hicieron reaccionar, ya eran las 11:30 y solo quedaban en el local 3 ebrios haciendo pasar las horas con un cuarto de botella de licor, el viejo cantinero sin muelas que dormitaba en la barra y él.
Tan solo 5 almas en un lugar olvidado hasta por el propio diablo, y en el paso de la noche se puso a pensar en la misión encomendada y si las 500 monedas que le daban eran suficientes por esa gran hazaña: matar a Jorge Pineda “El Picos”, hombre maldito en todos los pueblos menos en Favre. El picos era alto, fornido de tez trigueña, con pelo alborotado y rostro irreconocible que tapaba un sombrero viejo que dicen era de su padre, su leyenda era tan grande como el miedo que causaba. Se sabía que el Picos trabajó en una mina, pero harto del bajo sueldo y la explotación terminó por ajustar cuentas con los patrones matándolos fríamente con el pico que usaba para extraer el mineral. Los pobladores lo dejaron escapar porque consideraron justa la matanza, así que Pineda tomo el mote de “ el picos” y se largó del lugar solo para volver 10 años mas tarde convertido en un mercenario, un asesino que brindaba su oficio a cualquiera por mas de 150 monedas, tan frío al cometer el acto como a la hora de cobrar la paga, le daba igual acabar con un hacendado déspota y tirano que con un campesino ladrón de gallinas, claro, siempre y cuando estos no fueran de Favre, “el picos” jamás mató a alguien de su pueblo después de lo de la mina y él estaba seguro de eso, pero aún así ya no tenía nada en el alma aparte del mencionado respeto al lugar y por lo tanto matar era tan natural para él como jugar cartas o beber. Era el asesinó más conocido del norte del país y contactarlo llevada meses así que tenderle una trampa sería casi imposible porque jamás se sabía donde estaba exactamente, pero él que evocaba la memoria de “el picos” también era asesino y llevaba tanto tiempo en el negocio, sabía muy bien como tratar a los de su propia especie, sabía que “el picos” jamás se imaginaría que moriría justo ahí, en Favre, su refugio, su fuerte, su pueblo. Bebió de la boca de la botella lo poco que quedaba del trago que pidió al entrar y comprobó que era más asqueroso estando frío.

II

Entró al bar alrededor de las dos de la madrugada y vió a tres ebrios recostados con las bocas abiertas y algo de saliva en los labios, avanzó hacia la mesa central donde se encontraba el forastero que se hallaba dormido tapándose la cara con el sombrero y las botas alzadas al lado de una botella vacía.

“El picos” lo despertó botando sus pies al suelo y se sentó frente a él, ocultó su mirada con el sombrero, y percibió el paso del sueño a la realidad del forastero. Cuando hubo despertado lo interrogó:

-¿Quién eres y para que me buscas?-

El recién despertado levantó la mirada y al ver que el picos no lo observaba directamente se acomodó bien en la silla, apretó los puños, trago saliva y sintió un sudor frió en la espalda, en las manos, quizo coger el puñal lanzarlo inmediatamente a su garganta, primer reflejo de todo asesino que ansía acabar rápido su trabajo, pero no, “el picos” no debía morir así, el tenía un plan y debía concretarlo, así que escuchó la interrogante recordó la mentira preparada y antes de responder observó que solo mostraba parte de su rostro, así que el decidió hacer lo mismo:

-supongo que eres “el picos”-
-¿Quién eres y qué deseas de mi?-interrogó nuevamente sin responder
-lo que todos desean, que arregles cuentas que uno mismo no puede arreglar-
- yo solo mato gente por dinero no arreglo problemas -
- entonces necesito que mates a alguien-
-dime quien eres-
-eso no importa…-

“El picos” sacó una navaja de la manga derecha y la acerco a milímetros de su garganta

-dime quien eres- interrogó con decisión pero sin alzar demasiado la voz
-Bueno si es así …soy Fernando Osores capataz de “La Colmena”, hacienda fuera de Favre- y diciendo esto bajó la mano “del Picos” lentamente hasta acomodarla en la mesa
-Tienes buen temple, se ve que eres capataz valiente,¿ porqué un hombre como tu tiene miedo de matar a alguien?-
-No es el miedo… es que yo no puedo matar a una mujer ….pero….¿ tu si verdad?- lo dijo sintiendo el regocijo de mentir sin ser notado y de provocar sin ser sentido.
-No tengo problemas con eso, ya no- respondió inmediatamente guardando la navaja en su lugar
-Eres una mierda…-murmuro por lo bajo el forastero
-Jaja, todos lo somos en algún momento- y dijo esto riéndose bajo el sombrero
-no, no todos- Y el forastero dejó de ver las marcas de la mesa para situar su vista en la vista de “el picos”.

Se miraron, se entendieron, decidieron seguir el juego

-Todos somos mierda alguna vez y tú siendo capataz lo has debido de ser muchas veces-
-Quizás, pero a la que vas a matar, ella, jamás hizo cosa mala-
-Si es mujer, si que lo hizo- se recostó en la silla y acabó con una sonrisa discreta, ruda, simple
-Pues ella no- replicó el forastero
-Y ¿de quién se trata?-
-Es una campesina, joven, huérfana, vive en una choza en las entradas de este pueblo y…-
-Yo no toco a la gente de este lugar- y se paró violentamente, dispuesto a largarse

-La paga es tremenda y seguro que cambiarás de opinión si sabes quien es la joven…- sonrió con malicia

-No toco a la gente de este lugar- y siguió camino a la salida

-Es rosa - y apoyándose en las manos se levanto de la silla y esperó que el otro volteara

-….-

Giro lentamente, volvió a la mesa se observaron nuevamente, se reconocieron otra vez pero se dieron cuenta que no eran los mismos de hace unos minutos, no eran los mismos de hace algunos años, no eran los mismos que jugaban de niños, no eran los amigos que cuidaban ganado, no eran los compadres de borracheras, no eran los que se enamoraron de Rosa, no eran, ya no, el odio los cambió, la muerte de aquella muchacha hace algunos años en circunstancias extrañas los volvió enemigos, convirtió al picos en un renegado que acabó en una mina para gastar su furia golpeando paredes que sangraban mineral pero la cambió luego por la sangre humana, mientras el forastero, Miguel Guzmán, se quedó llorando en la tumba de una niña casi mujer que no se decidió nunca por ninguno de los dos, ambos sufrieron, padecieron agonizaron por su muerte, una muerte compartida por ambos pero que ninguno aceptó.

Cuando la joven trató de separar su pelea de navajas apenas salían del carnaval completamente borrachos, cuando cayeron uno contra el otro y ella cayó sobre ellos, cuando una de las navajas se le incrustó en el pecho y la otra cayó rodando por la acequia.
Ninguno se dió cuenta, la embriaguez los atontaba, ¿quién la mató?, ¿quién la apuñaló?, ¿cómo pudieron?, ambos dudaron en aquel momento y vieron como la vida se acaba, como se extingue la luz de la belleza y el amor en unos segundos, como la estela de la vida se entrega a la muerte, gritaron lloraron en un estado de desesperación pero por más trágico que fuese sus mundos no dejaban de dar vueltas, acordaron cavar una tumba a la entrada del pueblo cerca de su choza la sepultaron y no se mataron mutuamente porque lo último que hizo ella fue para evitarlo, Jorge se largó a la mina a fueras del pueblo, Miguel se quedó llorando pero optó por irse meses después para convertirse en lo que ahora era y aunque desconocía el destino de Jorge terminó convirtiéndose en algo parecido a él.
Jamás supieron que navaja fue la segadora de su vida, sus cortos juicios reducían su muerte a esa simple navaja que no cayó por la acequia y decidió clavarse en su pecho.


-¡¡¡Fue tu culpa, tú la llevaste para que nos viera¡¡ – recriminó el picos encendiendo los ojos y a la vez su sangre que se reflejó en el rostro

-Los dos quisimos llevarla, los dos quisimos que lo que sucedía termine en ese momento, pero juramos no matarnos, por respeto a su intención, y hoy estoy aquí por tengo 500 monedas de oro en las alforjas y son el pago por tu cabeza, necesitaba una excusa para hacer lo que no hice aquella vez, una forma de evadir la promesa sin romperla y ahora… la tengo, ahora no es venganza Jorge, es….. trabajo- y saco el puñal de la bota.

-Jamás pensé toparme contigo, Miguel, amigo, pero bueno yo no soy manco para dejarte hacerlo– y saco él puñal de la manga derecha nuevamente.

Se enfrentaron en una pelea a fueras del bar, sus golpes cargados de odio eran esquivados por el instinto de supervivencia, el instinto de tantas peleas, la experiencia de tantas muertes, para saldar el rencor del uno contra el otro, el rencor de uno contra si mismo, y mandaban ráfagas de odio mezcladas con viento en cada ataque, se batieron a duelo, el duelo que produce la infelicidad, la justificación de la vida por la vida, pensando que la sangre de uno de los dos pagaría en parte la de Rosa, la batalla siguió hasta que un puñal sintió el calor del cuerpo, ese calor que regocija cualquier arma, el herido retrocedió, se dió cuenta de la gravedad de la herida, quizo responder pero no pudo, la velocidad del segundo ataque impactó su espalda, sintió el dolor del tajo abierto de las reces, cayó de rodillas se tocó la herida, dedujo los segundos que le quedaban y respiró velozmente como queriendo agotar el aire del mundo, como justificando los años que ya no vería, pero con el regocijo de buscar a Rosa del otro lado.

El vencedor llegó a su lado sintió como el otro se sentía indefenso, se puso de cuclillas y le habló en tono suave y sentenció

-El puñal que te esta quitando la vida y que está cerrando los ojos lentamente, es el que cayó a la acequia, era el mió y lo sigue siendo. Muere tú y muere con la culpa, ruega que tu sangre pague en algo la de Rosa-

Minutos después sacó el puñal de la espalda del cadáver, lo limpió, lo guardó en la manga derecha y acomodándose el sombrero que dicen era de su padre se largó del lugar.








Levym Sifuentes

1 comentario:

--lg-- dijo...

si es un buen trabajo....
descripciones detalladas
escenarios muy bien ambientados
personajes y situaciones realistas.