jueves, 22 de septiembre de 2011

Sueños de palo

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Notábanse sumamente delgados sus dedos, prominentes y despojados de piel, desollados, corroídos, exhibiendo un atisbo de huesos ensangrentados, grotescamente robustos en las articulaciones interfalangianas. Los contemplaba a la vez que iba dibujando en imagen mental el recuerdo del pedazo de materia pringosa y fétida expulsado por la mañana sobre el lavabo, y que no dejó de impresionarlo, mas no de sobremanera, como para alarmarse, pues sentía una especie de adrenalina circulando por todo su cuerpo y en todas direcciones. Visualizando a lo lejos en su memoria aquel día en el que bebió de la gran cacerola del Chino Mino, en su desesperado intento por encontrar un motivo, sea cual fuera, para parchar la incertidumbre con respecto de las causales de las alteraciones que presenciaba en su cuerpo, salud y mente, sobre todo en su cuerpo.

El escroto y pene habían mutado en pequeñas y velludas prominencias ovaladas unidas, formando una especie de porción de cagada equina en la entrepierna. Sin embargo durante la micción no se manifestaba dolor o incomodidad alguna, pero claro, ni hablar respecto a la práctica sexual, era obvio que desde iniciado todo esto, hace rato que dejó de pensar en ello.

Centímetros atrás, gruesas costras cubrían lo que alguna vez fueron nalgas, y como lava emergía la mierda a través de las grietas provocadas por el esfuerzo de liberarlas cuando era necesario. Las uñas de los pies, así como de las manos iban cayendo una a una, como en algún fracaso de tele transportación, y en su lugar huesos ébano emergían cual pezuñas de cabra. Las orejas se plegaron al cráneo y sacaron a relucir sus cavidades. La nariz reducida a meros agujeros en la cara y los labios partidos en mil rodajas, ventilando encías sin dientes, chapaleando en baba espesa y verdosa.

Así se le veía a quien ni de esta forma podía sentir dolor alguno, o malestar siquiera, caminando sobre la grama invasora de caminos olvidados, con rumbo a quién sabe dónde, radiante en su monstruosidad, jubiloso.

Se trataba según imaginaba en base a comentarios vertidos en rondas carnavalescas, de la leche liberada por sapos durante su ejecución a base de ron puro, la mezcla que también contenía gas de pánico constituía la poción que el Chino Mino expendía a sus clientes en su bar. Y de la cual sospechaba más, el alguna vez humano. Había bebido pues, inclementemente, media arroba durante seis mediasnoches, fumando sintéticos, inyectándose ácidos, inhalando cianuro rebajado.

Y después, esto, la mutación, y durante el proceso, extrañas visiones en el piso atestado de vómitos y flema, moles a lo Schwertberger, pescados a lo Zurn, demonios de Barlowe y como Da Vinci ante el muro de escupitajos, sintiendo esa extraña adrenalina de placer y fascinación mórbida revoloteando en cada célula, como Sinclair y Pistorious ante el fuego.

Siluetas del tamaño del sol corrían por entre el follaje de los árboles, como persiguiéndolo, y sin paranoia, su mirada capturaba cada hebra de fulgor para más adelante, cuando la pura oscuridad del silencio lo embargase, poder sacudirse la inseguridad y marchar constante. Rocas con brazos de madera y montañas con rostros impasibles, entre galerías de brillantes zafiros oculares presenciaban su andar. Hormigas dirigiéndole el verbo, semillas de mostaza acariciándole la piel hecha jirones, tábanos voraces succionando el mus sanguinolento de las podridas arterias, espesa noche envolviéndolo en su niebla.

Varios cientos de vueltas del globo, muchos amaneceres en las entrañas de imponentes sequoias, bajo arrecifes inmensos de coral, entre millares de medusas, para considerar que tal vez todo es consecuencia de la absorción del cuerpo de la fémina aquélla, la de pechos magros y pies de serpiente, a quien no recuerda cómo, fue absorbiendo, primero como en una fusión, y luego por dominación de materia, sus células sometieron a las de ella hasta gobernarlas y manejarlas a su antojo, haciendo por ejemplo, de sus enjutas piernas, los dedos descritos anteriormente.

Con tal baraja de posibilidades podría seguir adelante, y así fue, por todo el espacio, sin tiempo.

Mas todo cambia cuando concibe la pequeña idea de encender la luz, de levantarse del piso enlodado y dejar de pensar en tonterías que solo a los apaleados en la cabeza se les podría ocurrir durante sus siestas de puño, junto a las quebrados y colapsados inodoros en la trastienda de su alucinosis ebria.

HEY MAMÁ!

Me gustaría mamá, que estuvieras acá, oyendo entre sueños lo que eventualmente considero importante contarte, y en realidad, tendría que decirlo todo, pero ya ves, muchas cosas me las fui guardando, como las mierdeadas sobre mí, o antes, sobre ti.

En realidad no podría afirmar con certeza la verdadera motivación que me hace ceñirme al estado perpetuo de que todo está igual, normal. Es innegable la situación, pero mamá, lloro, lo sabes bien, me duele, como cuchillazos en el corazón. Recordándote, me precipito hacia el desespere, suena en mi cabeza, ¡y ahora? Miles de veces. Crecí contigo y no creo que hayas hecho mal nada con respecto de mí, fui yo, tienes que asumirlo, me gusta esto, lo sufro a veces, pero lo hallé e hice mío, es como todo, difícil. Sé que también adquirí un vicio, y lo detestas, también yo, a estas alturas, sin poder hacer gran cosa al respecto, dejándome devorar. Pero dejemos ese tema, te decía que si tuviera que contarte algo sería por ejemplo, que reiniciaré las clases para lo cual me esforzaré lo suficiente para acabar esa carrera, y vivir de eso, de otra forma repetiría la historia, claro que con finales más caóticos en mi caso. Llevo la fiesta en paz con mi hijo y su madre, solo me apena la nostalgia y pena que siento por Lien, sola, sin su madre, ni padre, igual que yo, solo que con nueve años menos y con un género menos favorable, contextualizando.

Por otra parte, continuo enfermo, del ánimo y físicamente, y ni modo, haré otro...

Y OTRO

No lo pude evitar, lo hice otra vez.

Inocularse zelkogg es de alguna forma divertirse saboreando el hedor de la carne carbonizada de uno mismo, lo que jode es paralizarse al culmino del acto mismo de keoms, y aletargarse, sumiéndose en un estado de febril estupidez en la expresión o capacidad del habla, si es que se diera el remoto caso de intentarlo. También el desaforado deseo de hacer uno más y luego otro, y otro, y así. Finalmente, el más atroz de todos los “efectos adversos”, fobofobia ultraparanoide.

Temer que en algún momento pudiese el temor presentarse y asentarse en la vulnerable mente de quien recaba en esta precaución, cuidarse del miedo, o sea, tener miedo del miedo. Paradójico, irracional, como se quiera, pero con Zelkogg es posible y real, pero sobretodo peligroso, porque cuando sucede la angustia y el miedo, un nuevo tipo de miedo superior, controla la mente, y todo está perdido, nada es seguro, solo correr, huir, desajustar las amarras de semejantes nudos mentales.

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UNO MÁS

Haré uno más, muy a pesar de todo, por puro vicio. Me dispongo a elaborarlo, los riesgos son latentes, riesgos sobretodo de irrupción inusitada y sorpresiva que provoque, ese lamentable prejuicio hacia quien gusta crónicamente de su vicio. Aun no me recupero del anterior, pero de todas formas uno más…para ahondar el agujero de consumación, de constricción…

Paralizado, rígido, planeando el itinerario para lo que sigue de la madrugada. Será primero esto y luego lo otro, o al revés, o como sea, pero ya.

Todavía no lo hago, espero, floto ensimismado, desaparezco, ya casi, debo hacerlo, cuanto antes.

Ya casi no escribo, esto es casi por mecer el tiempo, alargarlo un poco, sin finalidad, solo porque así va sucediendo, me agobia eso, pero no puedo evitarlo, ahora mismo deseo detenerme, es inevitable, continuo…

No escribo, imagino que sí, debería escribir más y mejor, qué me pasa. Tampoco toco la guitarra, por eso me impaciento siendo inútil, sin reacción. Me dedico a pensar, imaginar, divagar, de todo, de nada, en fin, me dedico del todo a la nada.

¿Y si estando enfermo, agonizante, deseara no morir…? Tarde, demasiado tarde, sin arrepentimientos, aún así, lo intentarías, asirte, aferrarte, iluso, vano.

Esta vez sí lo haré, de una vez…

Está listo, saldré unos minutos, y trataré de seguir.

lunes, 5 de septiembre de 2011

PROSO

No había tenido el gusto hasta hace unos minutos de escribir sobre una canción tan hermosa como "Siempre sufriendo" de los Stones...Ahora lo hago, pero antes me extirpo el corazón como el personaje de "El Lado oscuro del corazón", y lo deposito junto al teclado, un poco a la derecha del mouse, para escribir sin él, solo con mis dedos y mente, sin ataduras ni corazonadas...

Pasan las horas, los días, la gente, sus rostros, una y mil veces tornándose hacia mí como queriendo algo, como no queriendo, como rechazando algo, como increpándome, como esperando algo de mí, algo que tal vez nunca pueda dar, no tanto por mi negativa, sino mas bien por mi innata incapacidad para la acción. Iluso, vago en silencio, lleno mis vacíos con música sorda para algunos. Parto con rumbo a la nada, a la inmensidad de la rabia a causa del estrépito de un portazo depositado en mis narices, por mi parálisis, por mi condición cadavérica.

!Ay la muerte! ya no la deseo, tampoco la espero, creo llevarla dentro, mezclada entre mi médula, y de tanto en tanto, me parece poseer sus dotes, pues cuando mis dedos tocan cualquier superficie, ésta se marchita, se sume en una vorágine de decadencia, de podredumbre...seré yo, serán mis dedos, lo cierto es que ya nada puede sobrevivir muy cerca mío, contamino mortalmente hasta lo más inerte...

Cernida la desgracia sobre mi vida y la gente que la integra, siento acercarme al borde del abismo... desde donde no pienso arrojarme, sino sentarme a pensar, a dejar que el llanto me posea, para reprocharme la vida entera. Mis ojos verán a través de la niebla acuosa, las verdades que priman en mi existencia, verdades que conforman la red de degeneración que me propuse crearme, crearles...y sentiré que bueno, así tuvo que ser, que mi sello en la vida se perderá conforme pasé el tiempo su estática eternidad...y entonces creeré que valió la pena no esforzarme, no hacer nada por nada ni nadie...ya que de otra forma solo me quedarían los remordimientos, la tortura, y todo eso que mantiene vivos a algunos, la ciclomanía...

Dejo de teclear porque a ganarme los frejoles tengo que largar...pero dejo tras de mí, lágrimas ajenas, calcetines sucios, baba impregna en el piso, papeles embadurnados con semen, heces, por todas partes, frustrado, ansioso de no sé qué...a largarme, por Hesse, por Demian, por la continuidad de mi futil vida que tan pronto se me seca...

sábado, 3 de septiembre de 2011

TE EXTRAÑO

Desde que seguimos rumbos distintos, he notado que en tu ausencia todo se me hace tan vano, artificial, todo, desde mis amaneceres hasta mis más simples sueños de siesta. No hay un solo instante en el que no piense con lágrimas y deseos de aniquilamiento, en ti, en ella, en nosotros tres. Y ahora que practicamente todo está quebrado irreversiblemente, añoro, vuelvo a esos días en los que alumbrados a la luz de una mortecina vela, confiabamos nuestras desavenencias a la esperanza de un mañana pleno de luz, de alegría.

Hoy me siento perturbadoramente solo, como confinado a una celda de inacción y desasosiego, sintiendo con rabia cómo el llanto no me deja ni alimentarme, ni sonreír, ni dejar el lecho donde trato de envolver mis pesares.

Desde que te fuiste, no deseo despertar cada mañana, y pues espero que se haga la tarde, para obligado por la modorra y el hambre, depositar mis pies sobre el suelo, pesadamente, con la rapidez del tiempo detenido, para recorrer a paso cansino los dos o tres metros que me apartan del inodoro, a donde me dirijo sin objeto alguno, más que a seguir el curso ineludible de mi agonía.

Llevo a mis labios pequeños bocados de harina y agua, casi no mastico y de inmediato trago el pequeño bolo, despierto a mi organismo, que a veces cree que ya no hay nada por hacer en este deteriorado cuerpo, y le obligo a trabajar un día más, con la promesa de no continuar mañana...

Se me hace extraño escribir sobre esto, ya que por lo general pretendo olvidarlo todo, y empezar de nuevo, pero no lo sé...te extraño tanto que me siento impotente de pensar y hacer algo, por ti, por mí, por ella... Hasta cuando dure esta situación, quizá las palomas dejen de asolar nuestros parques, y en lugar de ella vengan buitres a comerse toda nuestra podredumbre, y de esta forma, dejarnos solos, a la intemperie, libres de penas y enfermedades...

Seguiré durmiendo, para tentar a la muerte, a la vida, a sus retornos....para seguir mi inexistencia, para no dejar de amarte, de extrañarte...para dejarnos ir sin ataduras que nos aferren y comprometan a nuestras pequeñas vidas...



jueves, 1 de septiembre de 2011

Mecanismo Fallido

La urgente necesidad de liberar palabras le instaron a sentarse y pensar sobre qué escribiría, y cómo. Iba meditando cuando percibió que afuera la lluvia caía copiosamente, acercóse pues, para contemplarla de cerca, porque a él le gustaban las lluvias, su manera de ser, de llegar, de irse, como decía.

Salía y dejándose empapar recorría todo el patio, y habían ocasiones en las que chapaleaba en el lodo, como cerdo en el chiquero, feliz. Pero por lo general, escribía.

Hace cuatro meses que no vuelve, no todos lo extrañan, pero yo sí, aun siendo el que menos lo frecuentaba, se me hace raro no tenerlo ya entre nosotros, y es que ahora todo se ve tan gris, sin vida, y no es que esté exagerando, pero con él eran llevaderos los días, la vida, eso, se podían sobrellevarlos y olvidarse de la gravedad del asunto, bastaba verlo sonreír para olvidarse del agujero donde veníamos viviendo por latigazos del destino... Proponiéndonos seguirlo haciendo hasta que el cuerpo aguante, sin embargo, desde su desaparición, ya no, como dije, todo está tan ausente, desolado.

El tipo llegó, venía de alguna ciudad del interior del país, cuidaría de su madre, quien según dijo, padecía una enfermedad incurable. Se instaló en la tercera planta, y puedo jurar que nunca lo vi salir de la habitación.

Todo lo referido a su alimentación lo gestionó por el intercomunicador. Estuvo en total 5 días, durante los cueales solo pedía un frugal desayuno cada mañana y nada más durante todo el día, salvo infusiones de plantas eventualmente, para la garganta según anunciaba a sus interlocutores.

La madre se le murió mucho antes, según se supo luego del levantamiento del cadáver. El muchacho estaba seriamente afectado, pero se propuso no hacerlo notar a nadie y luego, lo que hizo y deshizo entre cuatro muros rentados, solo le concierne a él.

A veces el corazón endurecido de las personas, ya sea por la vida que llevan o porque sí, les imposibilita dejar fluir, expresar, liberar sus verdaderos sentimientos y pasiones…su más profundo yo… Esta situación le fue agobiante al joven, pues de triste, a angustiado, decidido y luego muerto, la secuencia era obvia y hasta previsible. Acción justificable o no, realidad pura, la pérdida de la vida por la vida, diciéndolo de otro modo.

¿Y luego qué?, se detuvo a preguntarse, ya no tenía sino, ideas difusas de los sucesos posibles a partir de ese instante en la historia, y habían tantas, pero la flojera de plasmarlos, sumados a la decepción evidenciada con tamaña mediocridad, crisparon sus dedos para detenerlos, obligándole a escribir disparates, la tecla de los vellos sobre el lomo hediondo de la vida a través de pulsares.

La cosa era simple, su insuficiencia impacientoidea, talento reprimido por la velocidad y dominio de los deseos sobre su voluntarioso mecanismo de acción. Ya no escribía, ni sudaba, ni nada, una cruel y abominable sensación de inoperancia, cada día más fuerte.

Ahora, ¿el tipo se mataba por tristeza, desesperación, o… insuficiencia?, había que sugerir alguna idea original, o en todo caso, dejarlo al criterio personal del lector, pero cómo...por otra parte, no salió en cinco días, pero qué hizo, y porqué el halo de misterio en las versiones digamos que de los testigos, como si se tratase de un ser algo así como un vampiro.

No estaba claro, no decía nada, tal vez solo necesitaba escribir en el diario como solía hacerlo hasta antes de la fatal noticia del cáncer de su madre, y de esta manera, liberarse de ese peso que a cada instante oprimía sus sienes, desde adentro, haciéndole pensar, y ahora qué, qué haré, qué haré, qué haré…Por eso decidió escribir algo así como un cuento fantástico, donde sucede algo extraordinario como que de pronto lo que escribe se inserta en su memoria y conciencia como un suceso efectivamente real, que sí pasó o está pasando.

Cómo es esto, se preguntaría cualquiera, al parecer, estos dos sujetos son autor y personaje, y entonces, lo que el primero inventa para lo referido a la existencia del segundo, por acción de eso que se llama ficción…le afecta directamente, es decir, a la inversa. Por ejemplo, escribe que el personaje está sumiéndose en una peligrosa vorágine de tristeza por la nefasta enfermedad de su madre, para de pronto ser él quien suelte el bolígrafo aquejado por el recuerdo súbito de aquel suceso en su vida, es decir, en la del autor, el cáncer de su madre.

Sin embargo, hay algo más, alguien más, yo. Y como principal afectado por mi ficción puedo corroborar la afirmación de mis dos antecesores…algo anda mal con el mecanismo de la escritura, lo lógico era que lo que escribiéramos sobre el personaje, le suceda a él, ¡y no al autor!

Yo trataba de escribir sobre un hombre que escribe a su vez sobre otro, a quien a su vez se le muere la madre ante el cáncer implacable que devora sus células sanguíneas, pero no hablaba particularmente de la mía, es decir, mi madre.
De inmediato siento a través de mi cuerpo, corrientes eléctricas que llegan a mi cabeza, haciéndola estremecerse ante los recuerdos, mi niñez, su calidez, sus lágrimas, sus historias, su cariño, sus manías, sus comidas, sus canciones, sus libros, sus necedades, su magia, su piel, su cabello, su talla, sus zapatos, sus aretes, sus ojitos de ardilla, su vital presencia en mi vida...y ahora su enfermedad, su sufrimiento...mi pesar, mi impotencia...mis lágrimas vertidas en esta mi realidad, que producto de ficción o no, humedecen el frío y duro concreto sobre el que se asientan mis pies...quebrada mi estabilidad, rompo a llorar sin medida, hasta el fondo....


Al final acepto que solo son mis brazos animando títeres, y en realidad todo parte de mí, de mi dolor por la lenta pérdida de mi progenitora, quién sabe, mejor escribiré sobre un río, un inmenso y verde río, de aguas caudalosas y profundas cataratas, para entretener la vista, y apaciguar el espíritu.
Suelto las piernas, asomo la vista, como doscientos metros abajo percibo el agua golpeando violentamente las bases negras de musgos de esta formación geológica, lo quise así, de día y con harto viento, ah, y con hidras mitológicas, miles, retorciéndose impacientes desde el lecho marino, en espera de mi inmediata caída sobre ellas.

M.S.