jueves, 22 de septiembre de 2011

HEY MAMÁ!

Me gustaría mamá, que estuvieras acá, oyendo entre sueños lo que eventualmente considero importante contarte, y en realidad, tendría que decirlo todo, pero ya ves, muchas cosas me las fui guardando, como las mierdeadas sobre mí, o antes, sobre ti.

En realidad no podría afirmar con certeza la verdadera motivación que me hace ceñirme al estado perpetuo de que todo está igual, normal. Es innegable la situación, pero mamá, lloro, lo sabes bien, me duele, como cuchillazos en el corazón. Recordándote, me precipito hacia el desespere, suena en mi cabeza, ¡y ahora? Miles de veces. Crecí contigo y no creo que hayas hecho mal nada con respecto de mí, fui yo, tienes que asumirlo, me gusta esto, lo sufro a veces, pero lo hallé e hice mío, es como todo, difícil. Sé que también adquirí un vicio, y lo detestas, también yo, a estas alturas, sin poder hacer gran cosa al respecto, dejándome devorar. Pero dejemos ese tema, te decía que si tuviera que contarte algo sería por ejemplo, que reiniciaré las clases para lo cual me esforzaré lo suficiente para acabar esa carrera, y vivir de eso, de otra forma repetiría la historia, claro que con finales más caóticos en mi caso. Llevo la fiesta en paz con mi hijo y su madre, solo me apena la nostalgia y pena que siento por Lien, sola, sin su madre, ni padre, igual que yo, solo que con nueve años menos y con un género menos favorable, contextualizando.

Por otra parte, continuo enfermo, del ánimo y físicamente, y ni modo, haré otro...

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