miércoles, 28 de mayo de 2014

FONDA CONDORCUNCA

Doña Alicia es la cabeza de la fonda Cóndorcunca, señora hermosa de cabellos blancos y voz fuerte como los rayos. Lleva cuarenta y dos años regentando su fonda, única en su clase y donde se sirve sopa, segundo y tercero, desde tiempos casi inmemoriales. Sí, tercero, un segundo más pero llamado tercero. 
A Gerardo le parece todo esto sensacional, de modo que los próximos cuarenta años, será él quien acuda religiosamente a comer a dicho lugar. Pero en cambio yo tendré que partir para añorar el cielo huanca, lo único incontrastable de estas tierras, mientras camine a través de la noche tratando de evadir los grotescos rostros de la gente oveja que pulula a paso quedito y sigiloso en la vida que parece hacérseles orina bajo sus pies. Ya no sé qué decir pero la indignación por tan desfachatez y nulidad había mutado en mí, en una suerte de mueca que me sabe a flema y luego a vómito. Por eso mismo voy a apagar las luces y revolcarme en el camastro extasiado por el cielo que se cuela por la ventana, solo por eso, pues el resto me es indiferente, de ahí que el ostracismo me acobija con sopor y sosiego. Y mañana seguiré partiendo sin retorno a donde me tenga que tocar ir, aún retrocediendo.

lunes, 26 de mayo de 2014

ESPERAR, BUSCAR, ALUCINAR

Al final uno tiene que aceptar, reconocer sus limitaciones, pero sobretodo sus posibilidades; las mías obedecen básicamente a aquellas que nada tienen que ver con la paciencia o la tecnología. Hoy por ejemplo comprobé que no sirvo para los videojuegos, no tanto por el tipo de desempeño, sino por mi renuencia a la mecanicidad de los eventos, de saberse los trucos, los paswords, las claves, combinaciones, etc. Y así no se juega. Entonces uno tiene que volver sobre sus pasos, a hacer lo que mejor puede, por más nimia que esta actividad sea, por eso yo escribo y bluseo y riffeo, ya sé, tonterías mías y de quien me ame o haya amado. Digo, no tengo otro modo de hablar conmigo, y con ellos, con ustedes.

Hace frío, el invierno y las pocas prendas ya saben; suena Jimmy Johnson, Que me sirva de algo sufrir, reza la canción y me siento entre triste y emocionado por los días que vendrán, la feria del libro, yo vendiéndolos, yo viendo, yo haciendo algo. Para eso en pocas horas partiré nuevamente hacia las tierras gélidas de mi infancia a reencontrarme por millonésima vez con mi pasado que se resiste a mi desesperación por reinventarme, o la reiteración de mis pecados para conmigo y el resto, no lo sé. A veces se me hace un completo extraño pensar en mí como alguien conocido, digamos un familiar cercano. No, me veo como un extraño sin pasado, alguien que no pudiendo salirse del pozo en el que la modernidad líquida todo lo determina con sus eternos inicios y finales, trata, aunque sin resultados favorables, salir de ahí para ver más mundos, para retomar su marcha hacia quién sabe, otros sitios, otras dimensiones, otras tonterías en qué pensar mientras aguardo que la vida haga lo suyo conmigo, mas no yo por ella. No es que me haya resignado, solo que decidí quemar la hoja de ruta y la brújula y las esperanzas, y buscar otros caminos, caminando claro, y tratando de estar bien, ya saben, de la mente, el cuerpo y blablablá.

Y volviendo al tema de los videojuegos, tratar de fabular a partir de ellos, como si cada aspecto de los recuerdos que uno tiene de su vida, estuvieran sujetos a interpretación. Me veo esperando en la banqueta a que llegue mi turno, entre los tres o cuatro niños que estábamos en la misma situación, frente a un televisor en el que jugábamos Bomberman o Contra o Raiden. Esperando mi efímera oportunidad que con solo acariciarla con mis dedos, se iba; entonces seguía esperando mientras que me llegó la adolescencia, nuevo juego en el que tuve que seguir esperando mi turno, y otra vez cuando ya me tocaba nuevamente, perdía. Malditos sean los juegos, y la vida como tal, siempre tendré que esperar por todo, y justo cuando me llegue el turno, tendré que cederle a otro, pues yo ya perdí en ese preciso instante, o quizá desde siempre. A lo mejor ya está arreglado todo, y yo siempre tendré que perder, y luego esperar creyendo que no, renovar esperanzas, ilusiones, etc. Para seguir viendo pérdida tras pérdida, derrota, fracaso, etc. Pero me doy cuenta de todo ello y pienso por un segundo si habrá alguna oportunidad si espero, claro, seguramente amiguito, mientras tanto le toca a alquien más escribir otra cosa, o leerla, a mí solo esperar y perder, ya dije, esperar...

Sin embargo a todo esto surge algo más en mi mente: ¿no será que la gran máquina no quiere a seres como yo, y por eso les pinta el mundo y la realidad como maquinal y planificada nefastamente? De ser así entonces tendría una oportunidad de ganar, pero qué. No hay nada que ganar, solo hay que jugar me digo, lo sé por experiencia, y esperar, ahora comprendo, esperar es el juego, el turno es el final, no la pérdida, y uno tiene que aprender a convivir con eso. Es horrible, insoportable la idea de una vida llena de esperas infructuosas, inútiles; pero qué hacer… Ya sé, contemplar y disfrutar el fruto de tanta espera de la humanidad; así uno hasta llega a pensar que no hay necesidad del arribo de esa espera, el final de esa carrera, uno va olvidando, creyendo otra cosa, alucinando, muriendo.


Yo espero que mañana sea mejor, aun con la certeza de no serlo, porque yo confío en las posibilidades, yo creo, yo soy. Mientras tanto, siempre seguiré esperando.

lunes, 12 de mayo de 2014

DÍA DE M

De pronto se hacía de noche y yo solo esperaba brillar a la luz de la luna; tal vez tú creías que no estaba, o que seguía agazapado tras las persianas esperando me des el alcance, pero no, yo solo creía en la luz de la luna cubriendo mi cuerpo igual al tuyo, esperando tu imagen, tu recuerdo, tu magnificencia, la certeza de tu existencia iluminando todo hasta extinguir todo vestigio de irrealidad entre ambos, o sea entre tú y yo. Yo esperaba y esperaba hasta que de pronto se hacía de nuevo el día, y la luna nada, solo un vago recuerdo en el cielo azul y a veces gris como los cabellos de la abuela, tanto que podrían saberse cielos industriales, caóticos, irremediables, pero de ti y de mí, nada. Por eso decidí hacer figuras en el aire que recordaran de quién vengo, y a quién debo, o voy, y entonces te vi y me dije cierta madrugada a eso de las cuatro: ¿en qué ando, a dónde voy, acaso oigo tu voz como sin sonido para no corresponderte como debo, no como puedo, sino como debo, para desdibujarme del caos de la objetividad de una inminencia?, lo sabemos ambos, este pacto está sellado más allá de cualquier índole humana, el resto solo corresponde a nuestros deseos y sueños, y créeme, ni uno ni el otro distan mucho entre sí; basta un hálito de rubor, de temor y nostalgia para sabernos parte de una correspondencia, de un fulgor eterno, de fuego eviterno que marca el camino hacia parajes menos favorecidos para otros, no para nosotros, para otros, no nosotros, nunca, ya no más…

domingo, 11 de mayo de 2014

TANG CON RON

Sería peor despertar solo. Nosotros en cambio somos dos, y compartimos sueños, uno al borde del otro, y nos decimos hola como quien respira, y te amo como suspirando. Lo malo es el resto, tener que soportar las necesidades físicas, o tratar de satisfacerlas, ya no sabemos cuál de las dos e peor. Por otra parte se celebra en todas partes el día de quienes dan a luz, madres, progenitoras, señoras de vida. Anoche nos preguntamos si luego de atravesar la puerta estaremos como ahora, libres y a la vez despojados de pensamientos como estos, sobre qué pasará después o qué nos pasa ahora que entrejuntamos las puertas para ir a otras dimensiones de ensueño, o cuando lamemos nuestras manos mientras bajo la cama nuestros incubus denotan su existencia mediante orgías abominables que raras veces no son envidia nuestra o de nuestros genitales. En fin, parece que lloverá, aunque nunca caiga una gota, pero nosotros seguiremos esperando la lluvia, oímos CCR, diciéndonos de rato en rato, oye ese Foyerti (como suena) la mola de la reputísima mare... ah, y alcoholizándonos con Tang y ron.

miércoles, 7 de mayo de 2014

UN DÍA EN LA VIDA



David Reece es sencillamente genial, muy tranca que Udo haga lo que él, obvio no, pero digno de mención. Se me ocurre postular a la facultad de letras de la San Marcos, aunque los cinco añazos que implican me hacen como que dudar, y sin embargo, cinco años que bien puedo pasar sentado frente al ordenador diciendo Bolaño, tal libro, Quartz, Hard to road, Redtube, japaneses, etc. No tendría ninguna excusa en hacerlo a no ser por la inseguridad del fisco monetario que mis bolsillos siempre deparan incierto y casi nulo.  ¡Y quién tiene garantizado eso!, me pregunto, niñitos de mami y papi, o simples mojigatos que la ven normal y siempre la verán como tal  a juzgar por la casa y los desayunos con yogurt, tostadas con queso Bonlé, jugo de naranja puro, guiso de faisán y crema de leche en el desayuno. Tengo que intentarlo de todos modos.

Nena, la bici, me apura a cogerla y montarla en esta tibia media mañana. Correr hacia ella para hacerle frente a un mercado, luego darle vuelta y emprenderla con el regreso para guisar algo, comer, hablar un poco sobre Álvaro Bisama y su Death metal, del que aún recuerdo a Napalm death y al muchacho haciéndose pedazos con su mochila ceñida a la espalda. Bueno, debo partir de inmediato. (Salgo, los minutos se acumulan como pedazos de horas en el piso, como el agua de goteras impías, dispuestas a ser lagunas.)
(Vuelvo, lo tibio se hizo calcinante, hicieron de las suyas los celos, y para variar con el móvil más viejo, las saliditas al gimnasio, exquisito modo de darse por amenazado, nada que ver con evidencia alguna, salvo claro, ciertos detalles en la desproporción de versiones sobre la ubicación del mismo y también el descenso de la mirada cuando de pronto es apuñalada en al frente la pregunta a si esto o lo otro; en fin, por otra parte en un segundo sonará Budgie, el gran Burke cristiano hoy por hoy y a sus sesenta y seis años, diciendo Abriendo puertas.)

Recuerdo haber pensado ayer, no, antier, o fue hace un rato, da igual, el tiempo recuerdo no existe, existo yo y mi reloj, o el recuerdo y noción de él; recuerdo como decía haber pensado en mis pensamientos como entidades vivas, es decir, con cola y plumas, pico y garras, anidando en el resquicio remoto que hay tras mis orejas. Espero no dar con la certeza de tal hecho, y es que no puedo negar que algunas veces siento como si un ave rapaz piara por esa zona, claro, yo solo oigo un ligero chillido, pero estoy seguro que hay paja en ese nido, y ya no son solo huevos y la madre que vuelve cada anochecer y alimenta con pesadillas mis sueños, y con gusanos a sus polluelos.

El trabajo, a quién le gusta, a mí todavía, es decir, los horarios y las jerarquías, el modo diría yo. Sin embargo ahí está, como la carca que quieras o no se adhiere a la piel por los buses yendo y viniendo eructando en tu cara. Y faltan solo dos horas para estar sostenido del pasamanos, en el caldero del clima que se torna dentro del vehículo(la 96B o la 03), oyendo probablemente algo de Sadus o simplemente más Budgie del Impeckable, ese glorioso disco donde está el Melt the ice away, rola en la que Burke la hce mismo Shirley Bassey, -sí, ya sé, peco de snob, pero qué importa, de todos modos esto que escribo no está en venta, y así fuera, seamos honestos: hay peores cosas que se venden con total impunidad. Está por ejemplo, y solo por darme cuerda, la porquería esa de Sergio Galarza, Matacabros, Matasergios, o algo así; después de saber que el tipo no es más quién fue, o que nunca fue lo que dijo ser, o hizo creer que era, o que simplemente su ficción supera su realidad; me dio asco, y eso que no mencionaré lo de la burda copia de La naranja mecánica que parece su huevada. Cómo se hace para ser tan miserable con el arte escrito. Mentirle a tu propia pasión, de qué demonios hablamos entonces, si ni con esto, imaginen su vida, sus sentimientos, su trabajo, su género. Un total cabro. Ya recuerdo, Mataasergio(el cabro),  rezaba el título verdadero de la obra que le dio notoriedad y que ahora Estruendomudo, distribuye sin el menor respeto por headbangers o skinheads victimizados una vez más por la decepción de cuanto rodea nuestro entorno literario.

Lo peor de la tarde es pensar en la noche, como una estela interminable de espera, de aguante, de impaciencia, viendo a cada segundo el tiempo detenido en sus siete de la noche que nunca se hace ocho, ni nuevo, menos diez, y once, olvídenlo, imposible. A todo esto la cara de nerd de la señorita encargada, que haz esto, que no haces nada, que mejor esto, que anda acá, no estés así, cambia de cara, sonríe al cliente, las manos así no, desdobla el torso, eso es, así no, ya basta, vete, fuera de mi vista, voy a informar a la jefa. Como quiera mamacita, me llega al pincho, cuando entré a esta pocilga, me dije al cabo de dos días, nada me afectará, nada, me convierto en una entidad casi abstracta que pulula sin norte ni sensibilidad alguna, ofreciendo libros a la gente, dando precios y apilando derechitos los montones de inútiles trabajos de escritore(a)s locos, maricas, suicidas, viciosos y asesinos. Por eso mejor apura ese memorándum que se me viene el huaico anal, mira que estoy siendo considerado con ustedes y no le prendo fuego al kiosko, porque si quiero lo hago, yo como tizón, como gasolina por sangre y huesos, yo como antorcha de la devastación.

(Me dispongo a echarme un baño frío, y luego comer lentejas –voy a registrarlo todo, entiendes querido Varguitas, seré fiel a tu modo, jajaja, idiota carente de imaginación- saco las tabas y las tiro lejos, al fondo profundo de bajo la cama, a ver si la encuentras patas de satanás o dedos de dios, de cualquier forma, no te quedan, tú necesitas botas de gótica marica, esas que tienen dos pezuñas en lugar de lo que nosotros conocemos como empeine, así que ya saben; y tú, duendecito verde, deja de joder al ratón rojo que te lame el culo solo porque lo tienes atestado de la mierda que nunca te limpias, ¿tus creencias?, estás peor que yo con eso, qué tiene que ver la mierda con tu invisibilidad o tu facilidad para atravesar rendijas sin problema?, ah, ¿todo? Está bien, no me meto contigo, pero ni pienses en mis zapatillas, te comerán vivo, la otra vez se comieron con zapatos de charol y todo, y a un grillo que vino del norte a pasar el verano con sus primas las Cuca Rachas; fíjate que traía bufanda y una casaca con cuatro alas a los costados, muy doble y pesada; pero igual fue desayuno de mis tabas, y encima mis pies peludos, nada, no quedaron ni las antenas, así que piénsalo antes si planeabas chocar con ellas…)


Se supone que entre los paréntesis colocaría a modo de guión teatral, las accione precisas que voy realizando, y fuera de ellas, mis cavilaciones y desvaríos respecto de este día plagado de trivialidades extraordinarias como poner de pronto otra vez el Melt de Budgie, por puro vicio. Bueno, ya me voy, vuelvo (Sale, se oye un portazo y el ruido del agua cayendo, suena Budgie, pero no el Melt, sino el All at sea)

RECIENTES VACILACIONES DEL IMPERECEDERO SUICIDA



Que el mejor aporte a una sociedad en crisis de valores sea actuar con honestidad y responsabilidad, no significa que yo actúe como tal, a mí me importa una mierda la sociedad; al principio creía en algunas cosas, ahora nada, en blanco, todo está cubierto de neblina y pronto saltaré al precipicio de la distancia y el extravío. Pienso en esto mientras trabajo, o bueno trabajaba; por fin hallé un empleo a duras penas, me alegraba tristemente, luego de meses de patear sueños y escupir esperanzas. De pronto me invade una sensación de bienestar solo superada por la demencia etílica de sábados por la noche; estar en lo correcto, o eso creerse a ciegas, bah, lo mismo, todo pasa y pasó cómo no. Pero durante todO este trance no podía olvidar el lado oscuro, la satisfacción de saber que tras las sombras está lo sospechado, la latencia; sabiendo que sigue allí, palpitando, respirando lento y pausado, lo insano en conjunto. Y tener miedo de ceder a uno mismo, a esa parte intangible pero corrosiva, una gran porción de carne muerta que convive en nuestro cerebro con el resto de ideas de conservación o superación y por supuesto, de filiación.




Los días se acumularon sobre mis hombros como alimañas odiosas hasta no poder soportarlos más, entonces me dije basta, no quiero más de esta mierda de comedia, no me importa retroceder, ser una miseria de miserias; la vanidad y ego se hicieron humo como las pestañas calcinadas. No repondré energía en lo absoluto, solo sumaré veneno a la poca salud que me queda.
 
Observé a mi alrededor para dar inicio a mi juramento y no pude evitar darme de lleno contra el cuadro aquel que solo vendiéndolo como basura podría proveerme del maldito dinero necesario inclusive para darse de baja, el puto horror de la imposibilidad a causa de la limitación, de las barreras estúpidas que no permiten ser, oh, cuánta rabia; y sudaba como un cerdo agitado, arrancándome los pelos hasta desangrarme. No quedaba de otra, cogería el cuadro de la dueña de casa, la tía de mi novia, además de unos perfumes y accesorios militares de uno de sus hijos; sí, militares, supongo que habrán de meterme preso luego de esto, pero vale la pena correr el riesgo, pensé avalentonado por adrenalina del momento. Por el momento esperaría la mejor oportunidad para ello, un día de esos que no puedes más con lo que te rodea y coges lo que sea para darte una excusa y salir al mundo a ser masticado por el ruido y la vorágine de imágenes que sucediéndose en todas partes, trituran la cabeza hasta hacerte regresar reptando a tu guarida, sediento y hecho harapos, como un gusano fecal en agonía.


Hallé mientras buscaba los cerillos para encender mi pipa, las anotaciones en papeles ajados, de párrafos que en su momento me habrían interesado, y solo por hacer algo copié:“La disparidad entre nuestra tecnología y nuestra ética es mayor que nunca, y comporta peligros mortales. Pese a su destreza científica y tecnológica, el hombre moderno como el hombre primitivo, no es dueño de la situación en la que se encuentra inserto. Y no conseguido serlo porque no ha logrado ser dueño de sí mismo. El ser individual está alienado de ser universal, por la codicia. Esa codicia es un deseo de explotar lo universal en aras del ser individual. Lo contrario de la codicia es la compasión. Practicándola, el ser individual puede llegar a hacerse universal. En la era atómica, es difícil vislumbrar cómo podría la humanidad evitar el suicidio masivo, ni si quiera el individual o personal, sin elevar el nivel medio de su conducta hasta alcanzar el nivel de Buda o San Francisco de Asís.” Rafael Poch de la Feliu, Actualidad de China.

Cuánta verdad en esas palabras, pero uno solo recababa en la parte del suicidio, ese delicioso pensamiento sobre eximirse de todo. Para un escapista y fugaz ser se tornaba hasta necesaria en el día a día, o sea de manera paradójica uno podía mantenerse vivo pensando, o sin dejar de hacerlo, en la muerte autoinfringida; la cual no tardaría en llegar, solo era cuestión de tiempo, de días más, días menos, daba la mismo, pues la tundra en la que nos hallábamos era indiferente a todo. Y así nos sosteníamos en piernas hasta aquel día que solo esperaba tomar la chaqueta y la maleta con cachivaches para partir rumbo a la nada, al cosmos; tic tac tic tac…




Ni siquiera su rostro empapado de lágrimas la noche en la que discutimos gravemente, pudo condolerme; fue cuando desconocí por completo mi antiguo yo; el de ahora ya no creía en nada ni con nada podría conectarse; claro que esa nada seguía siendo relativa pues la música como la literatura, lo más irracional desde el punto de vista moral y de funcionalidad para con la sociedad, seguían siendo mis alicientes y consuelos, como siempre, y yo su esclavo incasable. Había tratado de ser músico y siempre las cosas se salieron de control, sin disciplina cómo lograr una buena melodía, sin paciencia cómo imaginar posible una canción; y por otra parte, sin persistencia cómo arribar a una historia compacta, íntegra, cohesionada y coherente, cómo, acaso no era más que obvio por ejemplo en esta tontería que ahora mismo componía, o recomponía desde mis vagos recuerdos de la vida que tal vez solo soñé en pesadillas profundas de abismo y cumbres infinitas y mis pies cansinos manteniéndose a tope con los bordes del precipicio. Una tormentosa sensación de frustración y desasosiego. Para entonces ponía a reproducir una rola llamada Caras maquilladas de Amén y evocaba tarareando con una guitarra prestada,quien desde mis rodillas trataba de huir retorciéndose nerviosa, y tirarse de clavijero para hacerse trizas en el suelo, reducto de mis lágrimas y suspiros de nostalgia de mi yo improbable a estas alturas o profundidades de mi vida. Nunca supe cómo a fin de cuentas, si había tocado algo con la guitarra y haberles puesto nombres incluso; o escrito un puñado de palabras agrupadas de modo tal que retuercen desde la paciencia hasta el "buen"gusto; pero sucedió y ahí estaba, atrapada la obra en conjunto(tanta vanagloria por simple basura esquizoide acumulada) entre las paredes de un usb, o copiadas en un blog de mierda que nadie visita, una dimensión demencial y desconocida; a punto de desaparecer luego de un parpadeo, en el fondo de la ilusiones rotas y el fango de la ira contra lo absurdo del modo de configuración del mundo, de este mundo que te obliga a tener necesidades, y hasta a inventártelas; obligándote a buscar satisfacciones infinitas, más allá de la muerte y la resistencia humana. Pero como yo fui demonio antes, lo sería después sin duda; o una piedra bajo sobre el nido de un águila, aplastando a los pichones luego de caer sin piedad del cielo. Así pues, sería para siempre la sombra de mis convicciones añejadas en el tiempo y el espacio; voluntades misteriosas determinando mis eternos inicios y finales en este pozo de petróleo, Modernidad líquida... 

¡Ah! mi final otra vez, nada importa, qué emoción, qué majadería… Así pensaba con tal empeño que a los ojos del resto de machos, tenía yo un buen pedazo de carne que definitivamente echaría a perder abandonándola a merced de los carroñeros esos; pues para qué dejarme mentir, la carne muerta debería ser compartida en una ciudad de zombies, por qué no, si solo dejara de importarnos que alguien más coma de ella, con qué placer les soltaríamos las riendas a todas esas vaginas con patas, puro plástico y líneas muertas.
Pensar en este asunto resultaba nocivo como se nota, ya todo en realidad, toda esta siniestra puesta en escena de hallarle sentido a nada salvo a uno mismo disolviéndose en el vórtice de la fantasía suicida. Y aun así sentiría todavía mucho miedo, mucho apego y horror al silencio; un miedo encapsulador, ostracista. Pero lucharía contra el mutismo, la injuria y la violencia del azote mental de ideas estúpidas como arder en le infierno cuanto antes, y te diría: lo lamento mucho mi amor.
Me iba porque no podía hallar el modo de retomar lazo alguno de los ninguno que casi no tuve, con la mi vida, lazos quiero decir, que me permitan sostenerme al caudal de del desbordado río que transporta mi cuerpo a la deriva, mi vida siendo enfático. Te extrañaré como a ninguna, y a él más ¿lo sabes verdad?, a mi pequeño de tres años. Bueno, no quiero ser más redundante, fue maravilloso todo lo nuestro, y se acabó. Cuidate, adiós. Siempre estarás en mí. Te quiero. 
Y me largaría, tan simple como eso, después respiraría y buscaría entre pensamientos de satisfacción instantánea la manera de tomar un desvío hacia los jardines del rey español en el Mundo Alucinante de Arenas, tratando finalmente de entonar el Burnin´ for you de Blue Oyster Cult y apretando los puños, también sin dejar de silbar hasta que...