miércoles, 7 de mayo de 2014

RECIENTES VACILACIONES DEL IMPERECEDERO SUICIDA



Que el mejor aporte a una sociedad en crisis de valores sea actuar con honestidad y responsabilidad, no significa que yo actúe como tal, a mí me importa una mierda la sociedad; al principio creía en algunas cosas, ahora nada, en blanco, todo está cubierto de neblina y pronto saltaré al precipicio de la distancia y el extravío. Pienso en esto mientras trabajo, o bueno trabajaba; por fin hallé un empleo a duras penas, me alegraba tristemente, luego de meses de patear sueños y escupir esperanzas. De pronto me invade una sensación de bienestar solo superada por la demencia etílica de sábados por la noche; estar en lo correcto, o eso creerse a ciegas, bah, lo mismo, todo pasa y pasó cómo no. Pero durante todO este trance no podía olvidar el lado oscuro, la satisfacción de saber que tras las sombras está lo sospechado, la latencia; sabiendo que sigue allí, palpitando, respirando lento y pausado, lo insano en conjunto. Y tener miedo de ceder a uno mismo, a esa parte intangible pero corrosiva, una gran porción de carne muerta que convive en nuestro cerebro con el resto de ideas de conservación o superación y por supuesto, de filiación.




Los días se acumularon sobre mis hombros como alimañas odiosas hasta no poder soportarlos más, entonces me dije basta, no quiero más de esta mierda de comedia, no me importa retroceder, ser una miseria de miserias; la vanidad y ego se hicieron humo como las pestañas calcinadas. No repondré energía en lo absoluto, solo sumaré veneno a la poca salud que me queda.
 
Observé a mi alrededor para dar inicio a mi juramento y no pude evitar darme de lleno contra el cuadro aquel que solo vendiéndolo como basura podría proveerme del maldito dinero necesario inclusive para darse de baja, el puto horror de la imposibilidad a causa de la limitación, de las barreras estúpidas que no permiten ser, oh, cuánta rabia; y sudaba como un cerdo agitado, arrancándome los pelos hasta desangrarme. No quedaba de otra, cogería el cuadro de la dueña de casa, la tía de mi novia, además de unos perfumes y accesorios militares de uno de sus hijos; sí, militares, supongo que habrán de meterme preso luego de esto, pero vale la pena correr el riesgo, pensé avalentonado por adrenalina del momento. Por el momento esperaría la mejor oportunidad para ello, un día de esos que no puedes más con lo que te rodea y coges lo que sea para darte una excusa y salir al mundo a ser masticado por el ruido y la vorágine de imágenes que sucediéndose en todas partes, trituran la cabeza hasta hacerte regresar reptando a tu guarida, sediento y hecho harapos, como un gusano fecal en agonía.


Hallé mientras buscaba los cerillos para encender mi pipa, las anotaciones en papeles ajados, de párrafos que en su momento me habrían interesado, y solo por hacer algo copié:“La disparidad entre nuestra tecnología y nuestra ética es mayor que nunca, y comporta peligros mortales. Pese a su destreza científica y tecnológica, el hombre moderno como el hombre primitivo, no es dueño de la situación en la que se encuentra inserto. Y no conseguido serlo porque no ha logrado ser dueño de sí mismo. El ser individual está alienado de ser universal, por la codicia. Esa codicia es un deseo de explotar lo universal en aras del ser individual. Lo contrario de la codicia es la compasión. Practicándola, el ser individual puede llegar a hacerse universal. En la era atómica, es difícil vislumbrar cómo podría la humanidad evitar el suicidio masivo, ni si quiera el individual o personal, sin elevar el nivel medio de su conducta hasta alcanzar el nivel de Buda o San Francisco de Asís.” Rafael Poch de la Feliu, Actualidad de China.

Cuánta verdad en esas palabras, pero uno solo recababa en la parte del suicidio, ese delicioso pensamiento sobre eximirse de todo. Para un escapista y fugaz ser se tornaba hasta necesaria en el día a día, o sea de manera paradójica uno podía mantenerse vivo pensando, o sin dejar de hacerlo, en la muerte autoinfringida; la cual no tardaría en llegar, solo era cuestión de tiempo, de días más, días menos, daba la mismo, pues la tundra en la que nos hallábamos era indiferente a todo. Y así nos sosteníamos en piernas hasta aquel día que solo esperaba tomar la chaqueta y la maleta con cachivaches para partir rumbo a la nada, al cosmos; tic tac tic tac…




Ni siquiera su rostro empapado de lágrimas la noche en la que discutimos gravemente, pudo condolerme; fue cuando desconocí por completo mi antiguo yo; el de ahora ya no creía en nada ni con nada podría conectarse; claro que esa nada seguía siendo relativa pues la música como la literatura, lo más irracional desde el punto de vista moral y de funcionalidad para con la sociedad, seguían siendo mis alicientes y consuelos, como siempre, y yo su esclavo incasable. Había tratado de ser músico y siempre las cosas se salieron de control, sin disciplina cómo lograr una buena melodía, sin paciencia cómo imaginar posible una canción; y por otra parte, sin persistencia cómo arribar a una historia compacta, íntegra, cohesionada y coherente, cómo, acaso no era más que obvio por ejemplo en esta tontería que ahora mismo componía, o recomponía desde mis vagos recuerdos de la vida que tal vez solo soñé en pesadillas profundas de abismo y cumbres infinitas y mis pies cansinos manteniéndose a tope con los bordes del precipicio. Una tormentosa sensación de frustración y desasosiego. Para entonces ponía a reproducir una rola llamada Caras maquilladas de Amén y evocaba tarareando con una guitarra prestada,quien desde mis rodillas trataba de huir retorciéndose nerviosa, y tirarse de clavijero para hacerse trizas en el suelo, reducto de mis lágrimas y suspiros de nostalgia de mi yo improbable a estas alturas o profundidades de mi vida. Nunca supe cómo a fin de cuentas, si había tocado algo con la guitarra y haberles puesto nombres incluso; o escrito un puñado de palabras agrupadas de modo tal que retuercen desde la paciencia hasta el "buen"gusto; pero sucedió y ahí estaba, atrapada la obra en conjunto(tanta vanagloria por simple basura esquizoide acumulada) entre las paredes de un usb, o copiadas en un blog de mierda que nadie visita, una dimensión demencial y desconocida; a punto de desaparecer luego de un parpadeo, en el fondo de la ilusiones rotas y el fango de la ira contra lo absurdo del modo de configuración del mundo, de este mundo que te obliga a tener necesidades, y hasta a inventártelas; obligándote a buscar satisfacciones infinitas, más allá de la muerte y la resistencia humana. Pero como yo fui demonio antes, lo sería después sin duda; o una piedra bajo sobre el nido de un águila, aplastando a los pichones luego de caer sin piedad del cielo. Así pues, sería para siempre la sombra de mis convicciones añejadas en el tiempo y el espacio; voluntades misteriosas determinando mis eternos inicios y finales en este pozo de petróleo, Modernidad líquida... 

¡Ah! mi final otra vez, nada importa, qué emoción, qué majadería… Así pensaba con tal empeño que a los ojos del resto de machos, tenía yo un buen pedazo de carne que definitivamente echaría a perder abandonándola a merced de los carroñeros esos; pues para qué dejarme mentir, la carne muerta debería ser compartida en una ciudad de zombies, por qué no, si solo dejara de importarnos que alguien más coma de ella, con qué placer les soltaríamos las riendas a todas esas vaginas con patas, puro plástico y líneas muertas.
Pensar en este asunto resultaba nocivo como se nota, ya todo en realidad, toda esta siniestra puesta en escena de hallarle sentido a nada salvo a uno mismo disolviéndose en el vórtice de la fantasía suicida. Y aun así sentiría todavía mucho miedo, mucho apego y horror al silencio; un miedo encapsulador, ostracista. Pero lucharía contra el mutismo, la injuria y la violencia del azote mental de ideas estúpidas como arder en le infierno cuanto antes, y te diría: lo lamento mucho mi amor.
Me iba porque no podía hallar el modo de retomar lazo alguno de los ninguno que casi no tuve, con la mi vida, lazos quiero decir, que me permitan sostenerme al caudal de del desbordado río que transporta mi cuerpo a la deriva, mi vida siendo enfático. Te extrañaré como a ninguna, y a él más ¿lo sabes verdad?, a mi pequeño de tres años. Bueno, no quiero ser más redundante, fue maravilloso todo lo nuestro, y se acabó. Cuidate, adiós. Siempre estarás en mí. Te quiero. 
Y me largaría, tan simple como eso, después respiraría y buscaría entre pensamientos de satisfacción instantánea la manera de tomar un desvío hacia los jardines del rey español en el Mundo Alucinante de Arenas, tratando finalmente de entonar el Burnin´ for you de Blue Oyster Cult y apretando los puños, también sin dejar de silbar hasta que...


No hay comentarios: