martes, 30 de septiembre de 2014

¡NOSOTROS!


En mi ciudad habían sucedido pocas cosas desde los grandiosos Ccarccaria, decir que nosotros significamos algo tal vez fuera pecar de soberbios, sobretodo por ser yo quien llevaba la batuta de la banda y ser yo también quien escribe esto. Sin embargo durante los diez años que duramos lo hicimos con toda la morra y porra del thrash metal a secas, ahora leo por todas partes, fucking thrash, que alcohol y mosh, devastación y azote, etc. Libertades adjetivales tomadas a la ligera. Probablemente no fuimos los mejores, de eso no cabe duda, siempre fuimos marginales, desadaptados y rebeldes, jamás formamos parte del circo en el que trataron de incluirnos, circo lleno de hipocresía y recreación de un mundo que se supone con la música haríamos trizas, pero que el resto se dedicaba a recrear, adaptar, trasladar; infectando la escencia de este tipo de adicción con sus insignificantes modus vivendi, de sus casas y escuelas y trabajos a los conciertos, en cambio nosotros del thrash vida al thrash música al thrash muerte.

El thrash metal fue nuestra venganza, y es ahora para cada uno de quienes integramos nuestra banda, el estandarte grotesco, la marca de caín sobre nuestras frentes con la que vivimos exiliados de nuestro núcleo y eje primordial. Uno a uno fuimos cayendo, vencidos por las limitaciones físicas y luego mentales producto de nuestro fanatismo con la destrucción, de eso no cabe duda, y es por ello que nos condenan, sus prejuicios les mantienen cegados, nosotros, liberados hace siglos de esa mierda, hicimos lo que quisimos y como quisimos y cuando lo quisimos, nos cagamos en la cara de todos, incluyéndonos, porque al fin y al cabo de qué estábamos hablando sino de thrash, el género más corrosivo y destructivo; de modo que ahora que indagaba sobre nuevas bandas y sus integrantes, a nivel musical unos sonaban muy divertidos y modernetes y otros muy lentos y recurrentes, como si solo existiera Sodom, Kreator, Mierdallica y Megadeth. Cuántas veces habíamos repudiado nosotros esas bandas, no por malas, porque son buenísimas, pero no como para tenerlas de mayores referentes, no y no. Para eso estaba Aggression, Leprocy, Demolition hammer, Overkill, Razor, etc. Y es que de modo indiscutible el thrash a secas es el americano, el resto ya sea Alemán o Sudaka o de cualquier otra parte del mundo, partían de ellos. 

Durante nuestros últimos conciertos acabamos con las expectativas de algunos que por curiosidad o morbosa envidia aguardaban vernos, peor para ellos pues no teníamos para entonces música que darles, solo rostros demacrados y un culo de historias falsa y verdaderas sobre cuán cagados estábamos o cuán mierda podíamos llegar a ser transgrediéndolo todo. Después desaparecimos, borrados por nuestras propias manos porque así tenía que ser, y aunque en el fondo cada uno de nosotros fantaseaba desde su agonía con volver alguna vez, a hacerlos mierda con riffs asesinos y cuchillos verbales, cada vez teníamos menos posibilidades. Así, cierto día desaparecimos de la memoria colectiva, salvo de algunos fanáticos fieles que difícilmente compondrían una decena. Entonces las nuevas generaciones, jóvenes a los cuales llevábamos más de un lustro, conmovidos por la magia de este tipo de música comenzaron a buscar y se hallaron entre sí, en verdad nos hubiera gustado estar con ellos para guiarlos y fortalecer lo que probablemente hubiera sido una sólida escena thrash; pero bueno, ya no estábamos, y ellos hallaron lo suyo, y aunque les pese oírlo y renieguen por ello, cagaron fuera del inodoro, tomaron el camino fácil y despreciable de la autosuficiencia, a lo mejor como nosotros mismos en nuestro momento, pero a todas luces, no basados en la ideología ni filosofía alguna, solamente en lo superficial como el acopio de bandas y algunas prenditas o actitudes propias según el manual, del thrasher.

Inclusive cuando di inicio a este blog, la idea era flagrar desde acá nuestro venenoso thrash hacia quien tuviera los huevos y la paciencia de involucrarse, no en lo superficial claro está, sino más allá, en los motivos que nos movían, en los sueños que perseguíamos o destruíamos, en las formas surreales que comprendíamos para la música. Ahora que lo pienso, terminamos nuestra existencia cuando perdimos contra nuestra inherente debilidad orgánica, y es que jugando con fuego desde cachorros era obvio que nos quemaríamos más temprano que tarde; pero eso a jugar con papelitos y telas, y pose y mierda estiercolera como los prejuicios y la ignorancia, prefiero volverme a quemar mil veces, hasta agotar cada partícula de ceniza de nuestros cuerpos y mentes.

Este año estaríamos celebrando nuestra primera década de demencia y corrosión, pero bueno, desde mi soledad y autoexilio, atrapado a voluntad en mi propio campo de concentración mental, yo celebro, porque la música lo trasciende todo, inclusive el olvido, y hasta el silencio. Cuántas noches negras hasta los huesos pelados seguían sonando los dobles bombos y los palm mute hasta el éxtasis, fueron tantas las correrías contra la muerte que al final hasta experimenté la muerte como una condición social; y como un zombie fui dando tumbos con el cráneo hirviente de esquina en esquina, caminando lo más rápido posible, como a quien le urge abandonar un lugar y ansía arribar a otro, otro en el que no hayan seres humanos mediocres e hipócritas, ni limitados y ciegos, ni enfermos de vanidad o ego; sino un lugar donde a pesar de las llamas candentes pudiera uno gritar de placer mortal y liberarse de cadenas estúpidas como el status quo y afines: o sea, el mismísimo infierno sobre la tierra, un lugar personal que una vez descubierto absorbe hasta el último de los cabellos y el aliento. Y aquí estamos, vivos y ardientes de venganza, como siempre, nunca nos arrepentimos de haberlo hecho así, y nunca lo haremos, pero si hay algo que queda por hacer, es seguirla haciendo, puesto que nosotros escupiremos sobre sus tumbas, y defecaremos sobre el recuerdos de sus vanas y efímeras glorias.

El Nakacc no muere porque nunca vivió, los demonios no habitan como el resto, aparecen y desaparecen de la cuna a la tumba como pesadillas atroces que solo algunos pueden contener, y el resto ni si quiera imaginar.

Si mañana no logramos rehacer la música, quedan las palabras que también lo son dispuestas como deben, y si volvemos a hacerla, entonces considérense afortunados y malditos pues los cazaremos como a moscas con nuestro sonido que bien tratarán como siempre de hacer mierda jodiéndonos los shows, la reputación, los medios, etc. pero recibiendo de nosotros pura pinga en sus culos de maricas, llenos de talco y perfumes de putas.

De este modo nos pronunciamos desde la Dimensión Demencial donde ahora habitamos, solo por concedernos un capricho, ya que mientras decimos esto, seguimos ardiendo al rojo vivo, riendo y sangrando en simultáneo, de todos ustedes, de todas sus monerías y pasajeras estadías ahí donde nosotros ya estuvimos y defecamos impíamente, ahí donde ahora creen ser los primeros y los últimos, ahí donde seguiremos estando como espectros de muerte que volarán sus sesos. Hasta nunca y siempre, desde más allá de las pesadillas y el nunca jamás. ¡Nosotros!

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