viernes, 13 de junio de 2014

RETORCIDO

De todas las formas conocidas que conozco, la parecida a una esfera torcida, o mejor dicho, retorcida, es la que mejor me sienta; y por fin afirmarlo no saben cuánto me cuesta. Si yo pudiera por ejemplo hacerles saber sobre remover con la imaginación y los ojos cerrados, la negrura de la mente, tratando de hallar y descubrir qué más hay detrás de todo, no me creerían si les digo que nada, nada concreto como estos dedos que oigo caer sobre las teclas, nada real si se quiere, solo sospechas, indicios de algo que sabiendo aún que no está, presentimos su existencia; a lo mejor los pensamientos son solo una levedad existencial, un atisbo de realidad que requiere construirse desde ahí mismo, su ideación. De este modo podríamos volar echando fuego por la nariz sobre la coronilla de nuestros enemigos, pero para eso habría de construir muchos pares de alas y lanzarnos al vacío intentando levantarnos sobre los aires; el fuego en cambio ya está dentro de nosotros, el vapor de nuestro interior al mezclarse con el oxígeno combustionará desde las entrañas hasta los dientes, siendo nuestra boca una gran hoguera donde en lugar de saliva habrá magma, y uno entonces querrá decirle a quien calcinemos: ¿no te lo dije? Pero bueno, mientras tanto no hay gran cosa tras de las imágenes de nuestro pensamiento. Solo el empeño de lograrlo, la necedad de conseguirlo, y claro, el arte.

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