Serie tormentosa de
reflejos, uno desaparece entre la secuencia, es cuestión de velocidad. La
decepción está fuera de consideración. Ni siquiera tiene caso entonces echar de
menos al sentido y dirección de vida, los dados ya dieron la cifra, perdiste
noción, eres línea espiral infinita. Y uno comprueba que la percepción
sensorial arruina la mata, el retoño de imaginación, ves el beso detenido e
imaginado, cuál duele más.
Veo y confirmo también,
no con poca pena, notar detalles referidos al parentesco. Y es que no es
menester reconocer que ciertos aspectos de forma son mejores que los ya
conocidos, es decir, los propios. Y entonces sale en escena la sentencia sobre
el patrón seguido a cabalidad, yo sé que exenta la consciencia, pero igual,
simple patrón seguido como el perro al celo, o el hombre al hambre.
Ser un elemento más en
la serie de elementos que componen la colección de elementos de alguien que
escoge bajo un patrón, y creer en la originalidad, la exclusividad. Ahora sé
que mientras amas a uno, en realidad amas al patrón, a la serie de detalles que
componen el ideal. Probablemente me sucedió algo parecido en la primaria y
parte de la secundaria; yo creía no verlo así, tal vez como tú, pero ahora veo
que es irrefutable, hay quienes marcan puntos determinantes para el resto de la
vida, ellos parten, se deshacen, pero entonces uno reforma de sus pedazos al
sucesor, alguien que pueda conservar lo más importante, lo más entrañable del
anterior. No sé qué sentir al respecto, no es que quisiera ser alguien único,
de todas formas tengo lo mismo que cualquiera, hasta podría decirse fácilmente
que soy un muñeco fabricado en serie, como casi todos. Y eso sí indudablemente
me pone enfermo, porque mis sueños no alcanzan para paliar semejante coalición
con la realidad. Uno y el otro, ambos o ninguno, ya veo. Habría que volarme los
sesos y ni así conseguiría deformar esa horrible secuencia, todo sería igual a
excepción de mi cráneo hecho pedazos. Alguien seguiría su búsqueda incansable
en el mismo lugar y bajo el mismo patrón, molde.
Imagino el sabor de los
besos, la disposición de la lengua y los ojos, no quiero ni pensar en el resto,
aunque me sea tan fácil saberlo. Un animal amaestrado podría decirme más sobre
este asunto, inclusive una mujer del viejo oficio, dirían mucho sobre caretas y
sobre la esencia, sobre un profundo fondo en el que hay alguien distinto, o
mejor. Pero es obvio que tal afirmación y su valía sería menos que caca de
perro. Por eso uno tiene que contemplar y reconocer la destreza de la pirueta o
la mentira, de todos modos yo vine solo, sin correa ni paga. Y aquí estoy,
harto de esta comedia, renuncio a mi papel de relevo, de doble, para salir a
buscar a quien me corresponda según mis propios estándares, pues para qué no
decirlo, yo sí traté de renovar incluso eso, pero ya veo que no tiene caso, es
la única forma de renovarme o morir en el romanticismo total. Y bueno, en ese
caso, estás muy lejos de serlo, ni una palabra, y ahora tal vez pocas formas.
Espirales de cabellos, fulgor radiante de retinas amarillas, dedos largos y
huesos frágiles, mofletes rosados y fragancias dulces. ¿Hay algo ahí? ¿Verdad
que no? Lo sé mejor que nadie. Bueno, es todo.
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