miércoles, 5 de febrero de 2014

LAS MOSCAS


Jimmy sospechó con mayor firmeza y convicción que antes, cuando la única idea era la de irrupción común de insecto volador en claustro reducido y a causa de agente atractivo y eficaz para el arribo de tal desagradable ser; sospechó pues que las moscas, una por circunstancia, eran todas tú. Así de simple. Por lo que rápido emprendió la caza y en su afán de eliminarlas aplastándolas, movíase como lunático, dando zancadas, lanzando palmas abiertas con desaforada fuerza al vacío, donde la estela del insecto sugería su permanencia, y lo casi mágico de su capacidad de zafarse y salirse con la suya hacían de toda la coreografía en conjunto un evento casi tan raro como observar a una persona intra-actuando consigo y su entorno sin que ésta lo sepa.

A ti esto no te importó, sin embargo, casi nada. Pues para que lo sepa Jimmy, no solo en moscas podías alojarte encarnando forma y cualidades, sino hasta en muros y/o fuego si es que el caso lo requiriera. Y arrogante, esquivabas como quien juega con un niño lactante, el lerdo y torpe ataque de Jimmy, zumbando con mayor volumen junto a sus orejas y nariz, contaminando además con tus patas de silo, todo lo que pudiera llevarse a la boca.

A todo esto los muros expectantes, impávidos, añorando el fuego de sus sueños, el que entre brinco y zanco dejaba bonitos sellos de hollín en su piel de esmalte crema descascarada y raída, con sus cabellos dorados refulgiendo tierno unas veces y otras abrazando hasta el carbón más rojinegro. En medio de tanto ensueño, las moscas posándose sobre el muro soñador con ventana y vista al mar, dándole tregua y oportunidad a Jimmy, quien con el encendedor hacía sin querer, realidad el sueño del muro con ventana y mar, mientras encendía el cigarrillo orientado a reducir la tensión de la infructuosa caza.

Luego, cansada y aburrida tú, del juego/castigo que das a quien te dejó por otra, dejabas cada uno de tus alojamientos, incluyendo los muros y el gusto por la vista marítima, para despertarte en la cama donde junto a ti, duerme aún, angelical e inocente, el hijo de ambos antes del quiebre.
También él, Jimmy, ahora que te fuiste, por fin enfila su deseo a las plácidas profundidades de su lecho, arrancándose raudo la jornada noctámbula íntegra y tirándola al fondo de la habitación para descalzo y sin remordimientos, darse de lleno a la nada en el mundo del no sueño.
Raya el alba, su día es su noche y viceversa, Tú lo sabes, lo soportarías y hasta te acostumbrarías, se lo dijiste, pero él prefirió otra opinión, por eso harías del resto de sus noches, vanos intentos de dar caza a un insecto, y al amanecer volverías a tu condición humana para seguir sufriendo su ausencia y decisión.


Y el fuego entre ambos, recogiéndose también, sigiloso, entre los poros del muro, quien ya no podrá saber nada al respecto hasta el crepúsculo, cuando Jimmy volverá a sospechar, más que hoy, que las moscas y tú algo se traen…o peor, como ya lo pensó cientos de veces, que las moscas son todas tú.

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