Almost Blue, Baker calmo,
perfecto y puro como tú. Amas su música y dejaste por eso que la vida perdiera
su importancia natural la vez de la sangre anegada en el colchón y tú chapaleando
en medio, esbozando una sonrisa de inocencia, como del niño sorprendido en una
gran travesura, tú casi contento por alcanzar a verme viéndote casi muerto, tú mi amor diciéndome, dame tu mano amor mío, sostén mi corazón mientras se detiene, dame tus
labios mientras yo hago lo mismo. Cómo saber comunicar el dolor que me
infundiste en ese instante; sufrir fue verte casi contento en tu aniego, como
convencido, arribado a tu propósito, y eso sigue doliendo. Sin embargo ya
estaba ahí, verte morir hubiera sido no amarte o no haber reconocido este
sentimiento como tal.
Cuando despertaste ayer, tu sonrisa se había marchado, y oí que para
siempre, te dije hola cogiéndote las
manos con firmeza, rodeando la cama mientras la enfermera se marchaba de la
habitación, y te lo di. Lo observaste con interés indiferente, como
si no quisieras hacerlo pero esforzándote de sobremanera. Al cabo de un respiro
o dos, un silencio poblado de tu débil aliento frente al mío me miraste y
dejando el libro en tu regazo te oí decir con la voz yéndose como la hemorragia
que instantes después acabaría contigo:
No podía ser de otra
forma Daphne, perla de mi vida, este es el momento más feliz de mi vida, por
fin la vida da cuentas, verdaderas cuentas de mi sacrificio en aras de esta
irracional pasión, y le estoy muy agradecido, a la vida y a ti hija mía.
Y me abrazaste con el sedimento de tu vida condensada solo para ese
momento; por mi parte también te abracé con todas mis fuerzas mientras mojaba
tus hombros con lágrimas vivas de dolor por la inminente pérdida que dejaba
caer como si pusiera huevos, como si me desintegrara y mezclara a tu rostro
cual gotas de lluvia.
Sé que lo leíste de tirón, el retraso del bus me impidió saberlo de tus labios, pero lo que dejaste en cambio, supera en creces lo referido a ti como desconsiderado. La terminaste y no sabes cuán feliz soy por eso, como con tu novela, que por cierto te dije le faltaba cien años más de ti mismo, inclusive de tu ausencia en la escritura para poder completarla, porque empresas así difícilmente hombre alguno podría hacerlo, me entendiste mas no por ello dejaste escapar un suspiro de fracaso que mis besos y abrazos aplacaron hasta…
Lo tengo entre mis mano ahora mismo, me dispongo a abrirlo, no sin antes
recorrer con mis dedos el relieve de tu portada, la solapa preciosa donde está la
vieja fotografía de cuando eras un muchacho y andabas de zoca en colodra, bello
y libre como el viento, sintiendo como si acariciara un pez libro dormitando en
mis ansiosas manos…
Gracias amado padre y maestro. Aunque
ya no estés más, te amo y admiro. Siempre.
"Tu Niñita brillante"
Daphne
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