Terminabas de ver en tu serie favorita que los personajes habitaban juntos la realidad onírica, percibiendo como si el mundo estuviera dado al revés. No de cabeza, porque eso sería incurrir en falacias respecto de por ejemplo una biografía sobre un tipo insigne, sabio, notabilísimo, pero olvidado en los arcanos del tiempo; con la única posibilidad de cobrar importancia en base a la conmoción probable venida de más adentro del simple interés o compasión. Por decirlo de algún modo, probablemente el presente caso incide solamente en la arista donde confluyen los antagonismos como desembocando al océano de la incertidumbre, de la confusión; lugar difícil de catalogar, clasificar o medir. Describir por eso se convierte en un recurso insondable; vedado a la simpleza de ver y anotar, oler y escupir asqueado. Volvías sobre tu envoltura; recobrabas compostura desde tu médula a tus poros. Y solo había que remar hacia afuera un poco, dejar de lado la inoperancia de las aletas transversales, principal impedimento de controlar la contracorriente. De modo que dando carácter exclusivo a la música compacta como una burbuja de acero, o de rocka, como mejor suena y es, optas por darte íntegro a la reflexión con ánimos de creación, invención, ficción, o como sea que llamemos a la obstinación devenida desde el más allá de la decisión y el espasmo conductual, para el caso representado particularmente y en el instante que nos compete, en grafomanía surreal.
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