Esta noche el tiempo se ralentiza conforme pongo los ojos sobre los numeritos que lo simbolizan, y eso de alguna forma me sosiega ya que puedo escribir sin preocuparme por casi nada. Puedo por ejemplo reparar en la KPF, o PKF, da igual, que hay grabado en el sticker en la parte inferior de la ventana que debí correr a un lado y luego devolverlo para ventear la habitación. Y es que el calor yo sé, pero también las ganas de infringir un poco de aire bueno, si es que cabe el término en una ciudad como ésta, a mis pulmones, para desechar de una vez por todas la errónea premisa de pensar que me hace bien o tan solo me infunde bienestar por más pequeñito que sea, el hecho de fumar, ya sea de esto o de aquello, lo detesto. Desde el tabaco hasta el crack, es asqueroso, no me gusta, y si por ahí durante el lapso que me tomó considerar la gama de destrucción y malos momentos que me tomé la libertad de vivir, no había considerado esta sentencia, fue por un solo motivo: la sed de aventura, de correr el riesgo, de no contentarme con mi reducido pecho y someterlo y exponerlo a los peores gases autoingestados. Pero bueno, ya pasó, ahora me gusta pensar en escribir desnudo, quizá con el bóxer puesto y el cabello sujetado y bebiendo agua de manantial o de hiervas diversas, más nada.
Hace un momento me detuve a pensar mientras oía a varios científicos considerar el hecho de que probablemente en un futuro no muy remoto, seamos cosa de números, de dígitos mal o bien puestos, según sea la intención, o el monto invertido en nosotros, o en quien se quiera influir. Pienso en mis hijos, los que voy a tener y que serán más de ocho lo juro, y estoy seguro que no será así, aún cuando a a ellos les toque vivir de acá a un milenio o inclusive varios. Doy por sentado esto que digo por una sola razón: serán mis hijos, mis descendientes, no de cualquier hijo del vecino que se llena la cabeza con porquerías como la no lectura o la mala lectura o cosas peores como la chatarra telecomunicativa y tecnológica; los míos no somos así, lo sabes verdad Morgan?, estoy seguro que sí, y por ello me siento bastante aliviado. Nosotros comeremos carne que pescaremos o cazaremos, y hortalizas que sembraremos incluso bajo nuestras camas, y a todo esto harto agua, ¿o harta?, en fin. Y por esto mismo quiero hacer extensivo mi mensaje para quienes de mí vengan: hay que resistir hijos míos, hasta más allá de nuestra resistencia orgánica y psíquica, después habrá calma y buenos ratos como estos, donde podrán escribirme, escribirse, escribirle al mundo que yace silencioso al fondo de su monótona existencia. No es que estemos hechos solamente -y sé que ustedes menos que yo- para este vano oficio que de tanto recabar en él se hace burdo, trivial, y hasta humano, mundano, ¿comprenden cierto? Pero alguien tiene que hacerlo, y créanme, no será otro, nadie que baje del cielo o de Nueva York en forma de una invitación o promesa de paraísos, para que lo hagan, hay que hacerlo y punto seguido, o si prefieren, coma, o es más, nada, sigamos escribiendo...
Todavía llevo la cuenta de los años, aunque ya no me interesen las horas ni los meses, y van dos años querida Betty desde tu partida, ¿o es que solo uno? Ves cuánto me interesan lo años; estoy tan deshecho como ayer, quizá algo recompuesto, con los ojos no tan húmedos como para llover sobre mis rodillas, pero tan triste como cuando nos encontramos aquella vez y te arrojaste a mis brazos sollozando cual niñita golpeada por un malhechor a la vuelta de la escuela. Y no olvido, ni tú lo hagas madre mía, la rabia, el odio contra este mundo que daña, agrede y vulnera la armonía que ciertas personas mantienen con él y a pesar de lo ligero y sutil, casi invisibles, de nuestros pasos sobre esta tierra a la que finalmente volvemos. Si el día aquél llega donde sosiegue esta ansiedad extrema de saldar cuentas con todo lo que te hizo daño, entonces y solo entonces hallaré la paz, mientras tanto he de escribir en madrugadas buenas unas veces y no tanto otras, con tinta, sangre, sudor, lágrimas, todo aquello que pueda depositar sobre este suelo, sobre este mundo. Porque yo te extraño señora batalla, beldad inconfundible, tanto que no sé cómo más expresarlo; pero al corroborar mi estado impecable respecto de aquellos funestos días, qué más digo, ¿llévame?, ¿ayúdame?, ¿ayudala a ella quien más te necesita? qué hago... Cómo saberlo, no hay forma. En el fondo siento tu presencia cada que cometo serios errores en aras de liberar esto que me aprisiona y al cual llamo injustamente, reivindicación en tu nombre. No quiero seguir siendo majadero, pero acá estoy, siendo el mismo, el niño que llevabas de la mano, o querías hacerlo, aún cuando él se resistía movido por quién sabe qué primitivos sentimientos negativos heredados, adquiridos, da igual. ¿Sin embargo ya no lloraré sabes? Mejor recostaré el cuerpo sobre las sábanas en pos del calor onírico; pero eso sí, hay algo que quiero pedirte de manera muy, muy especial: ven hoy y dame un abrazo y un beso y si puedes una bofetada por mis desaciertos... y después mañana estaré feliz de saber que en la dimensión donde te encuentres sigues siendo mi madre, mi querida madre.
Te dejo entonces hacer lo tuyo, rogando siempre a quien esté sobre todo esto que nos rodea, te proteja y guarde para cuando nos volvamos a ver -porque así será sin duda- yo dormiré ahora mismo... hasta mañana...
Post: No puedo evitar ser este último párrafo una vez que empiezo con el tema, y bueno, a quién le importa, de todos modos soy el único que escribe y lee, relee o no, todas estas tonterías; y por supuesto tú, pero claro, eso no cuenta apra mí no? sigo siendo un monstruo incapaz de sentir lo que escapa a los sentidos, lo que no puedo alcanzar con mis recuerdos y anhelos, y sigo soñando despierto, cruzado y atado de manos por mí mismo, esperando el barco, el tren, la bala, el cáncer, todo eso y nada... Hasta mañana.
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