Observo la vida
a partir de mi parálisis para con ella. Oigo calmo el ruido de mi distorsión,
hago, deshago, de mí, por mí, para mí…
Complejos modos
retorcidos a otro nivel de humanidad afinada al rojo vivo. ¡Estoy frente a
ustedes!
Todo lo humano
puesto bajo la guillotina. ¿Y qué más haremos? Ver, mirar, oír, etc. y todo ese
rollo de la percepción mediante limitados sentidos. Y nada, solo el curso de la
vida en su ordinario sentido, o sin sentido, dando igual para quien no va ni
viene.
La fantasía, con
sus ideas locas, lo único cerca, palpable, real. La música, el aliciente
perfecto, y bueno, también esa sensación de ya no saber si es divertido o no,
lo divertido, sin contar con lo mórbido, claro. Nunca detenerse, pensando,
horadando en uno mismo.
Quise oír su voz
para volver a sentir sus labios, la imaginas querer, la melodía de su canto y
su lengua removiendo saliva y mis dientes masticando, mascullando los vestigios
de la canción. Los esfuerzos de tus frutos por madurar, estar a punto para
querer oír su voz acá cerquita de mis oíos, de coger sus palabras y mecerlas en
mis brazos, muy pegado a mi seno, mucho y no tanto como quisiera.
Atiborrada la
mente, es casi imposible no echar anclas
en el fango; tratando con el pie de hallar las fosas y bóvedas cadavéricas,
osarios humanos o silos atestados de vísceras y huesos quebrados. En absoluta
paz, infinita pareciera, in-fi-ni-ta.
Puedo ser negro
integridad pero en realidad integro lo negro de la oscuridad. Soy lo peor si
quiero dejar por un instante mi mejor cualidad: ser lo que quiero.
Hay buitres y
perros costra corriendo por mis venas. Y hay nosotros abrazando el rockandroll,
mientras noches como ésta en salvaguarda de la integridad, las hay para los
puros cepa, de acero.
Sin promesas ni
peyorativos estados de la materia, acá vamos cruz al hombro en pos de nuestro
camino: Limpiar la mierda de este mundo cloacal, a cualquier precio, cueste a
quien le pese, y pese lo imposible de llevar.
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