lunes, 6 de enero de 2014

FELIZ NAVIDEAD


Observo la vida a partir de mi parálisis para con ella. Oigo calmo el ruido de mi distorsión, hago, deshago, de mí, por mí, para mí…

Complejos modos retorcidos a otro nivel de humanidad afinada al rojo vivo. ¡Estoy frente a ustedes!
Todo lo humano puesto bajo la guillotina. ¿Y qué más haremos? Ver, mirar, oír, etc. y todo ese rollo de la percepción mediante limitados sentidos. Y nada, solo el curso de la vida en su ordinario sentido, o sin sentido, dando igual para quien no va ni viene.

La fantasía, con sus ideas locas, lo único cerca, palpable, real. La música, el aliciente perfecto, y bueno, también esa sensación de ya no saber si es divertido o no, lo divertido, sin contar con lo mórbido, claro. Nunca detenerse, pensando, horadando en uno mismo.

Quise oír su voz para volver a sentir sus labios, la imaginas querer, la melodía de su canto y su lengua removiendo saliva y mis dientes masticando, mascullando los vestigios de la canción. Los esfuerzos de tus frutos por madurar, estar a punto para querer oír su voz acá cerquita de mis oíos, de coger sus palabras y mecerlas en mis brazos, muy pegado a mi seno, mucho y no tanto como quisiera.

Atiborrada la mente, es casi imposible  no echar anclas en el fango; tratando con el pie de hallar las fosas y bóvedas cadavéricas, osarios humanos o silos atestados de vísceras y huesos quebrados. En absoluta paz, infinita pareciera, in-fi-ni-ta.

Puedo ser negro integridad pero en realidad integro lo negro de la oscuridad. Soy lo peor si quiero dejar por un instante mi mejor cualidad: ser lo que quiero.

Hay buitres y perros costra corriendo por mis venas. Y hay nosotros abrazando el rockandroll, mientras noches como ésta en salvaguarda de la integridad, las hay para los puros cepa, de acero.

Sin promesas ni peyorativos estados de la materia, acá vamos cruz al hombro en pos de nuestro camino: Limpiar la mierda de este mundo cloacal, a cualquier precio, cueste a quien le pese, y pese lo imposible de llevar.


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