“Año de César Vallejo y del Encuentro de Dos Mundos”
Evaluación final para el curso de Lengua Y Literatura
Rayados
-SEMIÓTICA DE CONSTRUCCIÓN Y MÉCANICA DE REINVENCIÓN DESDE EL CUENTO “LAS RAYAS” DE HORACIO QUIROGA-
Por: Daphne Mendoza Padilla
Tercero de secundaria
Citas y subRayas:
Se precisará un estado
especial
Una vigilancia
enfermiza de los libros como si aquella cosa lúgubre pudiera repetirse.
¡Los libros!...
Bajo y de pelo cortado al rape, que usaba siempre con botines amarillos.
El otro, encargado de los libros, era un hombre hecho
ya, muy flaco y de cara color paja.
Creo que nunca reírse, mudo y contraído en su Mayor con
estricta prolijidad de rayas y tinta
colorada.
Alquilado un caserón con sombríos corredores de bóveda, obra de un escribano que murió loco allá.
Poco después comenzaron, cada uno a su modo, a cambiar modo de ser.
La charla
delirante, los estornudos de Figueroa, y cada dos días un fulminante y
frustrado ataque de gripe.
El vendedor entre las tablas, y Figueroa con su pluma
gótica.
Estaba cruzada en
todos sentidos de rayas
Me miraron atentos; pestañeo rápido, pero se retiraron sin decir una palabra.
Comenzaron a enflaquecer
visiblemente.
Cambiaron el modo
de peinarse
Amistad recrudecida; juntos y sin hablar (como las rayas)
No había duda; estaban completamente locos, una terrible obsesión de rayas que con esa precipitación productiva quién sabe a
dónde los iba a llevar.
Rayar a toda costa, como si las más íntimas células de sus vidas estuvieran sacudidas por esa obsesión de rayar.
Las rayas se cruzaban vertiginosamente, apretándose de tal modo al fin, que
parecía ya haber hecho explosión la
locura.
Y doblándonos, vimos en el agua fangosa dos rayas negras que se revolvían
pesadamente.
Y para reforzar lo subliminal de mi propósito, a
continuación, esto de Walser señor profesor:
Para el autor de estas
líneas hubo un momento en que, en efecto, se vio preso de una terrible, de una
espantosa aversión hacia la pluma, un momento en que estaba tan harto que
apenas soy capaz de describirlo, en que, por poco que empezara a utilizarla, se
convertía en todo un estúpido y, para librarse de este tedio de la pluma,
empezó a lapicear, a esbozar, a garabatear.
No es que quiera
actuar como rayada, ya que el término
en nuestro medio alude a un energúmeno en lugar de un artista fanático; pero
bueno, he ahí mis consideraciones al respecto, lo resaltado es lo que me
interesa, lo citado es para usted, es decir, para el curso, que aunque no venga
al caso decirlo, ando al filo de perderlo por cuarta vez. Sabe, no tengo
excusas para mis prolongadas ausencias, mi eterna ausencia en realidad, mas
bien tengo argucias, así como lee; por ejemplo en casa, como usted sabe, las
cosas no andan tan bien, por un lado, el que da al jardín, la habitación de
papá lacrada por dentro y él encerrado desde hace seis meses sin que nada
podamos hacer contra la niebla de humo que se empeña en producir quemando sus
papeles, su ropa, sus barbas, sus heces, todo! Y por otro, el que da a la
calle, la de mamá, donde no para ella de hilar, tejer, enhebrar, como sea que
se llame esa necia actividad de hacer ropa, imagínese, ropa, ¿para quién diga
usted? No es que el frío sea mi mejor aliado contra toda esta ¿violenta
realidad?, pero de algo estoy segura, no voy a tolerar más el hedor ni las
prendas ni una noche más, me largo hoy de casa, luego de clases, y ya que perdí
también yo el sentido de esta evaluación, pues es obvio que a donde voy no hace
falta aprobar cursos de literatura ni sentir frío, ni cosa parecida –no voy a
morir si es lo que cree- , me voy al sur, tomo el autobús de las cinco y parto,
antes una última cosa: ¿Verdad que Quiroga se las cobra toditas al infortunio a
través de cuentos como ése?
No hay comentarios:
Publicar un comentario