Básicamente debido a la poca
calidad de los trabajos artísticos de Leandro era que no le sucedía en la vida
nada fuera de lo habitual: un trabajo de medio tiempo, una esposa y un hijo, normales
y fines de semana en los que se dedicaba a beber en una taberna hasta perder la
conciencia. Aunque por otra parte rara vez Leandro había tenido serio interés
en promover su trabajo, cosa que para su esposa era el principal motivo de
dicha “ausencia de sucesos”. Leandro consideraba que efectivamente nunca se había
abocado a contactar a la gente ni a las instituciones adecuadas para hacer de
su producto artístico algo rentable; y es que a fin de cuentas ése era el
meollo del asunto, no generar ni un céntimo con aquello que más le gustaba
hacer.
Pero volvamos a la parte sobre la
“poca calidad” de sus trabajos; podría decirse que al no ser ni tan buenos ni
tan malos, eran maravillosamente mediocres, lo cual era común en el medio en el
que vivía, común para todo tipo de actividades que realizaban las personas de
su entorno. Esto quizá debido a la pobreza educativa del país, o a la
económica, o a la social, es decir, a la creciente ola de jóvenes cada vez más
desvinculados de otra cosa que no fuera lo superficial. Y qué era la superficialidad
en estos tiempos sino aquello que la tecnología determinaba transcurriendo cada
vez más rápido de lo novedoso hacia lo obsoleto, obligando a la población al
consumo enfermizo de dichos productos, restándole importancia a otra cosa que
no fuera la individualidad y la egolatría, o los medios de comunicación que estaban
orientados únicamente a adormecer y pervertir la mente de las personas.
Sin embargo todas eran excusas
que se le ocurrían a Leandro con tal espontaneidad que a veces pensaba en
construir un producto artístico basado completamente en excusas. Por ejemplo
para hacer una escultura necesitaba cierto material y más que eso, cierta idea
que le permitiera de algún modo renovar la escultura como arte, y al no tener
ni uno ni lo otro, optar por una pintura en la que bajo las mismas excusas,
optaría por la literatura, donde las mismas excusas desembocarían en un texto
carente de esperanza y orientado íntegramente a un circunloquio y soliloquio como
éste. De manera que un día se dedicó a beber y fumar, descubrió que incluso
haciéndolo mal, o no tan bien, podría consolar sus aires de artistas y reformar
su condición de persona normal.
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