viernes, 4 de julio de 2014

LIBRE COMO EL VIENTO



De seguro te han dicho lo malhablado que puedo ser cuando se es tan hastalculo como fuiste cierta noche en la que por reivindicar tu honor de mierda, luego de la cagada de burro que te dejó tu ex mujer largándose con otro a Europa. Recuerdas que ni para el papel higiénico de las nenas alcanzaban mis cuantos soles que juntos hacían ni mierda?, yo sí me acuerdo, recuerdo cada injuria, cada gesto de desaprobación, o de extrema aprobación, cuando no merezco un carajo de lo que dicen o hacen por mí. Pero bueno, al fin tú ahí, yo aquí, cada cual en su estiércol, ah perdón, en su mundo. 

La acción del fármaco se trata básicamente de sedarme, calmar mi ansiedad, reducirla al mínimo, desde donde ya no pueda ser contrarrestada por accionar alguno. Así, en instantes estaré besando el suelo, hecho una plasta pringosa como decía el buen Poe de antaño, aquél que leíamos sobre lomo equino durante nuestras tardes en casa de la abuela, esas historias típicamente triviales del nieto y sus ancestros que no pienso deslindar acá; pues yo vine a este mi rincón a una sola cosa: desfogarme como siempre hago, vomitar mi basura porque de no hacerlo cómo seguiría girando el mundo; a lo mejor se detendría y el tiempo sobre uno podría hacer estragos como deformar mi cráneo y dotarme de taladros infernales, alargándolos hacia las nubes y mis patas hacia el centro de la tierra.

Ardo en deseos de arder desde la boca a los pies, con balas de cobalto encendidas con magma, me gustaría decir para saciar mi voraz apetito de fuego; pero resisto sedado, conmovido por mi estupidez, por la excentricidad de mi enfermedad ilusa, dícese o llámese manía obsesiva para con la tristeza o afines tendencias devenidas de literaturas o rockandrolles de la vieja escuela, ustedes saben, ácidos y esas cosas. 
Nada, qué va ser, yo solo prendía a lo gentleman inglés, una pipa de oro que cargaba con diamantes negros y aspiraba el humo este que respiramos como aire y después miraba a mi alrededor, fijándome bien en el rostro de las gentes, y no hallaba nada, solo voces secas, palabras necias, manías torpes de obstinarse con estúpidas locuras como soportar tanta mierda de monotonía, tedio, hastío, hasta asco me da seguir escribiendo tanta porquería, pero lo haré más allá de mis posibilidades porque es lo que único que tengo realmente, la palabra, el signo de mi odio, de mi resistencia, de mi paso sobre la cara de este mundo, mi escupitajo al rostro de un dios que nunca estuvo o ya se murió tosiendo flema tuberculosa en la esquina del Jirón Virú con no sé qué chucha más en el Rímac. A donde iba yo a parar para ver a la gente ser perro, ser basura, ser fuego; a mimetizarme con el asfalto, con las purulentas luces de invierno de una ciudad que apesta nada más de olerla, de aspirar su aliento. 

Yo no soy de este lugar, vergüenza me daría, yo soy de más al sur, caí por castigo divino, este es mi infierno; acá pago en creces el no haberme esforzado, no haber vivido como mandó el bufón o los bufones que componen esta fiesta sin torta ni payasos salvo ustedes que pululan como ciudadanos. Cómo odio a la gente a estas alturas de mi vida, cuánto daría por ser un perro orinando en tu puerta o una araña picando a tu hija la nena, la pura rosado y kindergarden...y el fármaco que no me hace ya nada, ni parpadeo siquiera...

Se supone que lograría establecer una tregua con el mundo, anclado en un hospital o la cárcel; se supone que sanarían mis heridas del alma cuando sumergiéndome en la profundidad de mi espíritu saldara esa deuda conmigo mismo; pero ni uno ni lo otro, nada de nada, solo condenso odio. Hoy, ahora mismo trato de aunarme al Al Qaeda, para aprender a fabricar bombas y volar centros comerciales; y es que lo que más me apetece es ver gente despedazada a pleno mediodía, a ustedes no?, o es que estoy enfermo van a decir, le contarán acaso al maestro? 
No hay nadie, no existe la justicia salvo unos cuantos disfrazados ladrones que operan con santo y saña desde sus motocicletas y patrullas, ladrones de porquería que se hacen llamar policías, que por robarte son capaces de volarte la cabeza y alegar que lo hicieron en defensa propia. Estamos en una guerra invisible, fría si se quiere, pero guerra al fin, el que no quiera verlo así es que su mami y papi le paga la escuela o la universidad o porque alguien más le da por el culo para nublarle la visión, o simplemente está cagado del cerebro. Lo que es, estamos en plena batalla; mi pelotón desapareció hace años, ahora ando solo en la tundra de cemento, muriendo de a pocos, mis esperanzas son casi nulas, mi cerebro está infecto, mi fusil oxidado, solo mis dedos pueden objetar lo que venga y mi palabra mi veneno, la literatura mi venganza alguien dirá, pues claro, de eso se trata, una guerra amigos, una guerra que la estamos perdiendo por maricas como tú que te unes a las redes como el pez al anzuelo, o como tú que no lees porque ya sabes mucho según tu cartoncito, o como tú que esperas de la zalamería y los chupapingas, el motivo de vida, o como este otro que por toda respuesta a un mundo que se caga en él, dice gracias, y que dios lo bendiga...

Mañana a lo mejor esté como el gran Gunter y su tambor en un puto sanatorio, compartiendo estos mis dardos con locos comecaca como ustedes pero al revés, pero hoy no, hoy estoy en pie de guerra y libre como el viento!!!


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