viernes, 27 de junio de 2014

CENTRO TERAPÉUTICO ÑAÑA

Inhibida la capacidad de aprendizaje, toros negros en estampida, número once, son once toros y once estampidas, no lo sé; escribir con la certeza de un autómata en el agotamiento de su combustible. LeóN sonando, ALGUIEN COMO TÚ, ya sabes, alguien con las greñas y las pepas de más, alguien que no tiene otras ganas que irse al carajo, ya sea por el inodoro o el tubo del grifo. Bueno, hubo una inundación catastrófica, nosotros veíamos desde la ventana de casa, tía Vero había llegado, trajo consigo el rostro de la abuela a sus cuarenta, se lo dije eso sí, y es que andaba algo crudo como para no hacerlo. Tía Vero, y mi abuelita cómo está, muy bien, dice ella, pero yo vine más por tu madre que por ti, añade, aya, le digo, mientras llamo a mamá que no está. Se ha marchado tía, le digo, y consto que también ella lo hizo. Qué rayos, todos se están yendo, y yo sigo acá, anclado tras esta ventana viendo la inundación echar abajo la casa entera, de dos plantas y 657 metros cuadrados según mis cálculos, se viene abajo porque el agua se cuela por las /ventanas]; ventanas iguales a ésta, y ahora que lo pienso, afuera no hay otra cosa que agua, y ráfagas de viento y rayos y relámpagos. Pero el miedo entonces, dónde Mr. Poppy, hacia la izquierda y bajo la cama, busca, olvida por un minuto lo de la inhibición del aprendizaje, verás que solo son patrañas de alfarero lo del barro reseco entre tus dedos, busca y hallarás, qué cosa, hallarás, busca solamente. 
Mi mano tantea en la oscuridad, hay zapatillas y zapatillas, madera de viejas camas y polvo echo ovillos, ah y arañas, a ellas las introduzco directamente a mi boca, en cambio a los ovillos de polvo hay que suavizarlos y ponerlos queditos sobre la palma y esperar que maceren su textura, no sea que uno se atore con sus finas partículas. A las zapatillas solo arrimalas, ves ahí, ahí está la salida, apresúrate, ¿el agua, recuerdas? Ah sí, ya voy. Cae un muro, luego otro, ahora el techo, veo a mi madre afuera, corre tras su bebé, ¿yo?, no lo creo, lo dudo, siempre dudo, mi hermana, probablemente, corre tras ella sin darle alcance, yo las veo a ambas apretando los dientes de miedo y horror, porque el agua ya está mojando mis tobillos, mis rodillas, mi cintura, ya llega a mojar mi quijada. Oh no, me ahogo, me ahogué, me ahogaré.

 Ahogado el narrador, flota como la mierda junto a los restos del techo, de los armarios; alguien observa por la ventana de una casa que felizmente fue erigida sobre tierra firme y lejana al río que no es río sino mar, estamos en el mar. Bienvenidos todos ustedes, acabamos de arribar al mar Muerto, aquí tendrán entre otras cosas, funciones de lo más muertas, aunque a veces hay vivísimos arrebatos de entes que animan las jornadas con estremecimientos del asiento o las correas, como si se tratasen ustedes de maniáticos recluidos a la fuerza en lugares como ÑAÑA, qué nombre de mierda, ÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑAÑA, VIL PORQUERÍA, ARDILLAS Y ÑAÑA, ARDILLAS Y PECANAS, Y NUECES, Y ÑAÑA, TODO ÑAÑA, BAH.

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