DÍAS SIN NOCHES,
NOCHES SIN DÍAS
Sobre la Intención de Morel
Yo que trato de hacerme dentro del caos una entidad
libre de cualquier orden, preocupado paradójicamente por infundirme un título y
una secuencia coherente a mi designio impuesto a fuerza de ligeros sobresaltos
de ideas, de ocurrencias; pecando de incoherente conmigo mismo; cierto día
decidí saber qué había tras los gestos de mi proceder, de mi ánimo. Escribir
libre de miradas, como las imágenes liberadas por la máquina de Morel, palabras
sueltas al universo etéreo, ideas difusas y claras para la oscuridad. En días
como éstos que nunca llegarían a las costas de la noche y viceversa.
Me asola la inquietud sobre el presupuesto tardío de
idear un modo de dotarle de forma o por lo menos de fondo a las ideas que
desearía y podría escribir; entramados y situaciones que circulan como sangre
en mi mente. Escribiendo mentalmente, eximido del acto en sí, inmaterializado de
grafos y secuencias coherentes y cohesionadas; solo con la remota alusión a un
modo especial de composición e inventiva. Tratados extensos de seres y
circunstancias en las que confluyen el amor, los viajes, la muerte y esas cosas
vanas de la condición humana respecto de su existencia. Para consolar el
espíritu de alguien entregado al denodado esfuerzo por mantenerse a flote, sin
sufrimientos ni sobrecogimientos. Mientras espera la subida de la marea del
desánimo y el tedio. Palabras harto descritas durante tanto tiempo que solo
denotan una cosa: círculos arremolinados, tormentas obtusas de comprensión y
sentido. Tienes un lápiz en el centro de tu cerebro y qué haces, escribes
claro, eso y punto.
La medición de la resistencia orgánica llegada a su
fin, desligada de noción alguna sobre longitud en el espacio y tiempo. Si viera
lo que ideo, o tan solo asomase a cierto grado de percepción al respecto, sé
que dejaría a la desesperación y futilidad plagarme de parálisis. No estoy
siendo objetivo lo sé, la subjetividad embarga mi condición en movimientos
sucedáneos a mi proceder, demostrando tantas evidencias que conducen a una
sola: se está escribiendo sin mí, a pesar de mí y libre de mi capacidad de
control.
Quizá la máquina ideada por Adolfo sea una alusión
de esto, un modo artificial de perpetuar la creación remitida a su obsolencia
circular y eterna. Un punto desde el cual es posible aunque remotamente pensar
en la no muerte sin vida, sin testigos. Soledad universal en la tundra de la
existencia. Eso es darse cuenta, tener noción de algo, casi nada pero algo,
consciente de la insuficiencia, la insatisfacción y el desmérito como
alicientes de continuidad. Grabarse una y otra vez en escenas libres,
intencionales pero libres del tino o el acierto. Grabarse en la arena cerca de
violentas olas que arremeten apasionadas contra el registro, así por siempre
hasta el relevo y la suspensión de la comprensión.
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