miércoles, 18 de diciembre de 2013

AMUEBLADO

Al final estaba como al principio, está quiero decir; sentado al borde de la cama destendida, obstinado en no pensar e incapaz de lograrlo porque él piensa en todo, a todo les lanza los dardos de su pensamientos. Pero qué significa pensar se pregunta mientras piensa en pensar; acaso no podría dejar de hacerlo, o es que aquello de no pensar no es para alguien que nació únicamente para ello. Si así fuera entonces se imagina una idea encarnada en el envoltorio de su cuerpo, de sus huesos y músculos. Pero cuál sería esa idea; el conjunto de sus peculiaridades, o sea de virtudes y defectos, cosa que a nadie llamaría la atención ni tan solo un minuto para por ejemplo, pensar en ello. 

Bobadas, hay que seguir pensando mientras la noche avanza rumbo a una misma mañana donde habrá de levantar envoltura (huesos, músculos, saco de carne para una idea, o tal vez varias, ya saben, él y sus locos pensamientos sobre ser una idea con patas, por así decirlo) y salir de ese lugar que ahora mismo, al recorrerlo desde la penumbra de su desvelo, se le hace incierto, árido y hasta extraño. ¡Tú no estuviste en un lugar parecido hace un año?, sí tú, el de las ideas con forma de humano, de varón treintañero, de marido ni bueno ni malo, ni guapo ni feo, ni flaco ni gordo, ni alto ni bajo, tú que te pasas ciertas noches enteras pensando, aprovechando la ausencia de tu Sofia, quien probablemente esté cuesta arriba en el teleférico de Sao Paulo, viendo el mundo desde las nubes, divirtiéndose tal vez, o hasta deseando no volver más con ese saco de ideas que todo cuanto hace al no estar ella, es pensar cuando debería dormir. Pensar; cuántas veces le dices durante los días como estos, luego del recuento un tanto disparatado, de las actividades que poblaron su accionar desde la primera hasta la última de sus noches que pasó sin ti. ¿Y por qué no saliste a caminar o beber o algo, en lugar de quedarte ahí donde ahora mismo estás, pensando en esto o lo otro; mira, el mundo está afuera, tienes que ser un poco más responsable y consciente con él. No hagas que me arriesgue a pensar en ti como un mueble que se pasa la vida pensando en si mañana será mueble o quizá leña para la hoguera, o guarida de ratas, o alimento de polillas; pues si te pones a pensar - y ahora sí deberías pensar- estás secándote cariño, toca tus manos con los pies si quieres, ¿no sientes esa rugosidad de los viejos árboles poblando cada resquicio de cuanto puedas palpar con los dedos del pie?, ¿ah no?, lo sabía, sabía que dirías eso, por eso a la primera ocasión de volver a subirme a esas maravillas llamadas teleféricos, no dudo en dejarte sentado en ese mismo borde, pensando extraviado de mí, ignorante de mis movimientos; que si me fui con Elena tu prima y no con digamos, Pedro, el electricista, primo de tu amigo el librero. No mi amor, ¿mejor piénsalo quieres? Sé un poquito más imaginativo, mírame subiendo al risco, a la montaña, al Corcovado, al Olimpo, mírame mientras piensas, mientras amanece hasta cuando inserte otra vez la oxidada llave en el agujero de la puerta que es lo único que extraño de esa casa donde solo te dedicas a pensar cada que me marcho, fastidiada por tu estúpida manía de la cama en esa esquina que te condena a pensar en todo, en nada, quién sabe. Pero yo estoy lejos, enhorabuena, y tú pues, qué me cuentas...

Pensando paso la vida: Yo soy un pájaro herido que vuela por el mundo... Pensando, añorando: Y si no es más que un catarro de melancolía; pero por qué, a causa de qué y para qué. Claro que lo último está de más, para qué. Cómo se te ocurre desperdiciar la maravillosa ocasión de pensar en silencio y oscuridad en para qués. No es obvio acaso sentirse de algún modo desposeído de algo, arrebatado de alguna realidad supraterrenal hacia ésta donde te extraña tanto la presencia de una vieja amiga, como dice la canción que ahora gotea de tu memoria a tus labios, y por la que sientes especial ternura cada que detienes la máquina de pensar que tienes bajo los sesos y por la que sientes especial desprecio, pues mírate, diciéndote estás, solo y perdido en tus pensamientos confundidos entre ellos, como una gota de mercurio en la Plaza Roja; ven que vamos a charlar... Ven pronto, deseas, o quizá lo dices al vacío de tus oídos aferrados al inaudible y sordo eco de tus pensamientos en torno a la vieja melodía que tratas de rescatar de tus cavernas, de tu falta de precisa evocación. Ven...

Cae vencido finalmente; el sueño felizmente, exento de juicio, marca la pauta para todos, y por capricho más que por otra cosa, desdibuja cuanto traza en la máquina que despierta, solo piensa y piensa sin más. Cantan los gallos, las aves, la gente en la ducha, la hora no interesa, temprano es todo cuanto hay, o demasiado tarde si se quiere, el hecho es éste: No has dormido y ella no vendrá, y ya retomaste tu manía loca de quedarte ahí, inmóvil, desde su partida hasta su arribo, imperturbable como el mueble que sabes eres al fin y al cabo, mueble inmueble endeble... 

¡Buenos días señor Fuentes!  Soy el abogado, abigeo en circunstancias duras, de la señora Fuentes, y vengo de parte de ella para comunicarle su determinación: En adelante habitará uno de los teleféricos de Sao Paulo, y no piensa hacer otra cosa que subir, o bajar, según el caso; y pues no se moleste en moverse o hacer que alguien lo haga por usted, ya que no volverá más. Firme esto, es todo, que tenga un grato día y hasta pronto.

De acuerdo, basta ya de tanta tontería, vamos por el desayuno, otra vez soltero y sin piernas ni ganas de brazos ni boca ni sesos. Después de todo, sin pensamientos es más fácil la vida, sino mírenla a ella, subiendo y bajando desde las nubes hasta el fondo del mar, desde la certeza a la incertidumbre, desde esto hasta eso; en fin, doremos las tortillas y calentemos la leche, pronto sonará el despertador y hay que estar preparados, no sea que nos quedemos dormidos, amueblados, tanto si cabe el termino como si no... ¡Bah!

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