Dos
de la mañana menos cuarenta, la hora que a nadie debería importarle pues
durmiendo qué más da, solo respirar lento y pausado, pero ahora que lo sé tengo
que reparar en ella, la hora, para medirme, desmedirme o cualquier cosa que me
haga dejar de golpear suavemente las teclas alrededor de las tres, después
dejar al cansancio hacer lo suyo con mi mente y cuerpo y luego despertar en
algún punto de este día que ni sé ya cuál es, déjame ver, martes, eso es, hacer
el desayuno o el almuerzo o lo que sea para ingerir alimentos, ya sabes, la
esclavitud mayor, la de nuestro organismo a la comida, la bebida y ya, la lecto
- escritura? Tonterías no?, a quién le hace falta considerar aquello del Vano
oficio como necesario o siquiera similar en importancia como sí lo es la
satisfacción del hambre o la sed, sed de amor inclusive, sed de vida por
extensión o hasta sed de añorar, de decir: Hola!, cómo vas, te tratas bien?,
son los días tan buenos como ayer?, son tus pasos tan seguros como los que
esperas por venir? Si es así, gracias por ti, bien por mí al hacerte saber de
mi inquietud.
Claro
que tengo, me cago de sueño, pero (odio no estar en buenos tratos con No obstante,
sin embargo, empero u otro adversativo; es que amo los peros tanto como a las
peras y perras sin pelo, sin dientes, si vida, enterradas en mi patio o tiradas
al amanecer frente a mi casa porque la Municipalidad así ha dispuesto en aras
de la salubridad colectiva, perras con rabia, peras podridas, peros recurrentes
hasta el hastío, manía, muletilla, qué sé yo, excúsame el desliz intencional o
si no quieres no) tenía que escribirte, pronunciarme, vaciarme, exhalarte mi verbo?,
mi hálito hermano mío, amigo, padre si pudiera ser tan sencilla la manera de
auto asignarse uno en caso de la ausencia de uno natural, y bueno, acá estoy
diciéndote eso y también que mira, hallé algo especial: uno o dos dolores más a
la altura del riñón o el hígado o el peñasco que alcanzo a ver desde la ventana
que tengo frente a mí ahora mismo que decidí entre tantas cosas que podría
dejar de hacer y hacer (sobre todo esto último, hacer, accionarse uno mismo en
pos de algo que termine siendo un verbo en tiempo presente y luego pasado y
después nada ya lo sé, tan solo hacer ya que la inacción, la parálisis me
tienen aturdido como el silencio perturbador del que pensé valerme para solapar
mi desesperación, para acompañarla más bien, mientras reconsideraba mi nulidad,
no desde los eventos a los que atribuí la estúpida categoría de excusas para
morir, sino desde aquellos que retomándome del cogote trataron de haciéndome
retroceder (regresar para los “nice guys”) hacia mi tumba imaginada, añorada,
soñada, pretendida, hurgada, etc. desde no sé cuándo ni para qué, pues ya
sabes, de todas formas ahí voy, vamos todos sin necesidad de recabar en el
sentido de nuestros pasos (si de ida o de vuelta). Más lo especial no son los
dolores claro está, sino los sonidos y significados que encontré al fondo de
una canción llamada (y tengo que decirlo, en honor del artista detrás, de la
valía de su trabajo, fracaso o lo que sea) Tú
eres su seguridad/Ricardo Iorio (Hermética), no sé contigo pero a mí me va
como a ti El Extranjero (si es que algo sé de ti), nada más mira, sígueme:
Ajeno al tiempo
sé que quisieras seguir,
pero mil voces te ahogan
para que formes la cola del seguro porvenir.
Por eso te vi escapando
en las horas sin sol,
de las miradas oscuras
que aprobaron las torturas del fugado represor.
Son quienes no alcanzan la paz
por sus viejos miedos.
Hoy esperan de vos seguridad.
Que no te demore el mundo, no,
poniéndote el antifaz.
Y buscando acomodarte
en medio del derrumbe de su decadencia.
Pues la enfermante histeria
que hay a su alrededor,
tratará de agotarte
para que formes parte de su digestión.
Y en su falso amor,
padecen de pasión.
Antes de arrepentirse de su error.
Mata el miedo que guarda el animal.
Limpia el cuerpo, pues dentro de él estás.
Si buscas libertad, ya no andes por fuera.
Hombre de mil nombres nace ya, nace ya.
sé que quisieras seguir,
pero mil voces te ahogan
para que formes la cola del seguro porvenir.
Por eso te vi escapando
en las horas sin sol,
de las miradas oscuras
que aprobaron las torturas del fugado represor.
Son quienes no alcanzan la paz
por sus viejos miedos.
Hoy esperan de vos seguridad.
Que no te demore el mundo, no,
poniéndote el antifaz.
Y buscando acomodarte
en medio del derrumbe de su decadencia.
Pues la enfermante histeria
que hay a su alrededor,
tratará de agotarte
para que formes parte de su digestión.
Y en su falso amor,
padecen de pasión.
Antes de arrepentirse de su error.
Mata el miedo que guarda el animal.
Limpia el cuerpo, pues dentro de él estás.
Si buscas libertad, ya no andes por fuera.
Hombre de mil nombres nace ya, nace ya.
Bonita
no? Sí?, ya la corto amigo, espera que lo hago, me mato al desvelo, mejor
después de todo, a estarse matando de humo y alcohol o afines, mejor no crees?
Lo
que pretendía decir antes de irme por tangentes y cortapisas como las escritas,
que si no fuera por mi agonizante vanidad ilusa, me apuraría en borrar y poner
solo lo importante; iba a decir que caí enfermo de la voluntad (otra vez
Kevin?, otra vez con esa mierda?, sí, y otra vez tratando un poco más fuerte de
salir a pelear, si a esto se le puede llamar pelear), enfermedad de las que te
hacen, valiéndote de excusas, retroceder, pero todavía no rendirme, al menos en
mi caso, y nada, y todo, acá estoy otra vez haciéndole frente al mundo desde
esta capital; la serie de eventos desafortunados para mi progreso se detuvieron
en un punto del que quiero olvidarme para poder seguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario