martes, 12 de julio de 2011

carta 02

Hola
Estoy escribiendo con el corazón tirado a mis pies y hecho una plasta pringosa, de manera que obviaré algunas partes estructurales y quizá me deje ganar por la emoción, si es así, excúsame…
Mira, yo no puedo evitar ser como soy, por eso esto de estar escribiéndote una y otra vez, a veces de manera tan confusa que sí, lo comprendo, me hago tedioso, lo sé, porque me doy cuenta que no produzco en ti el más mínimo estremecimiento o reacción fuera de tus clásicos: cómo, qué. Pero ese no es el punto, podría seguir haciéndolo de por vida, sin el menor desaliento, nada me cuesta, lo que pasa es que me he enterado por palabras tuyas que aún consideras que voy a olvidarte y echarte al desinterés luego de haber conseguido tirarte, como dices, y me preocupa sabes, no por mí, sino por ti, ya que evidencias una amplia trayectoria que recorres y del cual ya sabes el resultado final, el abandono. Tampoco has considerado en nada, ni siquiera un poquito, todo lo que he tratado de decirte de miles de formas poéticas, y hasta esforzándome siendo banal y burdo en la expresión y lenguaje, como dijiste que mejor comprendías, y que si fueron harto difíciles de comprender, sobre todo por ti -sabes a lo que me refiero- de todas maneras fueron de todo corazón. Por eso, el día subsiguiente al único que estuvimos juntos, y del que vuelvo a reiterar, que fue uno de los mejores de mi vida, y sin ser pretensioso, el mejor de todos, estuve desesperado por saber de ti, de cómo te sentías, de saber qué pensabas, en quién, si me conservabas aún en ti, o no sé, y esa situación me puso de muy mal humor, de un humor pésimo, pues habrás notado que soy fatalista y algo obseso en los pensamientos negativos, que en ausencia de quien amo imagino al inicio cosas maravillosas y al cabo de unos minutos de silencio, la nostalgia, el echar de menos y no tener evidencias palpables, además de mi crónica morbosidad, me hacen pensar, y luego imaginar de a poquitos lo peor de lo peor. Y me jode decirlo, pero raras veces me he equivocado, pues aunque a veces me pese, reconozco fácilmente la mentira y el engaño, y bueno, estábamos incomunicados, claro, tenía que ser yo el que te llamara verdad?, o el que acudiera a algún medio para encontrarte, y lo hice, en serio, y cuando ya nada servía, decidí dejar la cama en la que a veces me sumo durante días enteros para reflexionar, o sumergirme en hermosos pantanos de reminiscencias, como por ejemplo cuando mordía suavemente esos labios tuyos, tan deliciosos que me embriagaban como el ron, o cuando oía tus susurros de placer muy cerca de mis gastados oídos, o cuando con mis dedos incursionaba en cada orificio de tu cuerpo mientras con mi saliva dibujaba como un caracol mi rastro de existencia y expedición en tu magnífica coraza, o tus hermosas y pequeñas manos, que si bien no pude sentirlas tan delicadas, conservaban su tersa textura e ideal tamaño para mis expectativas de sostén, me refiero a la utilidad sensual y erótica que podrías darles, o cuando contemplaba en tus ojos que me tuvieron y tienen loco, una chispa, un destello de insania que me entusiasmó -no repares en este detalle, yo me comprendo-, pero cómo soy de psicótico que de pronto noto que todo es una fantasía producto de mi urgente necesidad de compañía femenina, y que si bien, es tan importante –la fantasía- y es más, lo mejor que puedo lograr por mí mismo, no te tenía al lado, ni gozaba de tu presencia, es decir, en mi cama, acurrucada y entrelazadas nuestras extremidades, concentrando en un solo punto todo nuestro calor.
No te tenía, y tal vez eso nunca suceda, porque ya ves, este tipo que se dirige a ti con sus confusas palabras que al final no sé qué buscan sino amarte recalcitrantemente, está zafado, fuera de sí, ¿quizá no?, pero dejando de lado la condescendencia, me es inevitable decirte todo esto porque estoy muy triste sabes, muy resignado, muy...´ta mare, qué más decir....mejor vuelvo a lo que iba narrando, entonces estando en esos afanes fantásticos aquella noche, empiezo a considerar viable largarme a buscar el medio por el cual te hallé y así pude por fin dar contigo, o bueno con tus dedos y ojos, ya que el resto es obvio que se mantenían al margen, y no sabes de qué extraña y caótica manera mi cuerpo y mente vibraron al verte ahí, en ese medio donde solo fluyen palabras, reales e irreales y notar que todo estaba muy bien para ti, que en un ápice se había visto afectada tu vida y tu mente, y claro, no había razón alguna, solo era yo el necio iluso, no tú, además no tenías porqué, fui tan fugaz y extraño para ti que entiendo recién ahora que habría que estar tan destornillado como yo para agobiarse por tan efímera relación.
De todas formas, y a pesar de que ya alguna vez ya hayas leído esto, me parece que sí, quiero agregar que si tú no estás aquí, se me efervesce de nostalgia la mente, devano mis sesos extrañándote, añorándote, deseándote hasta lo insoportable. Llevo tantos días como le es posible a un mortal en su afán de olvidar a una mujer, y créeme, no lo lograré, mas sabes que ya nada sucederá entre nosotros, pues ya no somos eso, nosotros, sino tú en pasado, y yo mucho más aún…Pero a pesar de todo, hasta de mi decisión de pasar esto bajo puerta, de mi seudónimo y de las pocas agallas que tuvimos…te extrañaré por siempre querida Gatita…porque aún quedamos las almas víctimas de aquellas posesiones de antaño que elevaron la condición humana a un amor puro, tan puro que me quedo corto en el alcance…
En el sobre estoy yo, o bueno, yo por ti…por tu memoria…en pedazos de palabras, de papel… de símbolos…de citas, de música… pero sobretodo de alma, te regalo mi alma, a cambio e nada, de nada…tómalo, es tuyo, o déjalo, y seguirá siéndolo…
Solo queda agradecerte por esos momentos, espero puedas recibir y leer esto pronto y sea aún el papel el portador eficaz de mis pensamientos.
Te quiero mucho, hasta la locura… y siempre te extrañaré, con todo el amor que puede un demente estelar - destilar, eternamente tuyo:
Mortimer Jones

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