Sucede que la existencia se reduce en ciertoS momentos de la vida, a pequeños atisbos de vitalidad en los cuales algunos reiteran su vocacìón de jodidas pestes, perdiendo lo que queda de dignidad. Tengo que detenerme acá para reflexionar sobre lo último, dignidad; me pregunto incluso ahora mismo si aquello existe, o si por el contrario es una más de las vanas ideas que tratan de someterme a un sistema de organización que me muestra a cada instante lo ajena que me es.
Automáticamente redacto esta proliferación de palabritas, porque ya perdí la vieja herencia de nuestros ancestros de recurrir al papel; acaso la luz artificial de este aparato llegó a reeemplazar para siempre a las clásicas velas o fulgor característo del papel blanco?
Bien, volviendo al asunto, perdida la dignidad, los valores de autonomía, el autocontrol, las espectativas -casi todas-, los prejuicios, sentimientos, adficiones y hasta en gran medida la inteligencia, o en todo caso, la actitud inteligente hacia las cosas de la vida; se está ya muerto?
Llevarlo todo al extremo, al borde del precipicio, y dejarlo ahí, a su suerte, dejarlo todo, a todos, se me antoja sumamente atractivo, de modo que siempre lo hago. Y es por eso que concibo el plan maestro de seguir haciéndolo, ya no de manera aficionada, sino hasta la extinción, suicidio?, espero que no, no conseguiría realizarme del todo en el plano degenerativo de optar por ello, sino que sera como la prueba de resistencia de un humano corriente al flagelo dulce y tierno de la satisfacción de sus más oscuros deseos, heredados, forjados, superados, quién sabe....
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