Cómo decir algunas cosas queriendo decir otras, lo vamos a intentar. Recordemos primero aquellas noches cuando presenciábamos extasiados un show en New Yersey de los ya sabes, todo poderosos Overkill, en aquella pantalla tantas veces requerida, que sonaba tuuuu, antes de encender. Yo sé de algunas cosas que con sabor a pesadilla nos parecían decir, oigan, cuídense, podrían estar solos después. Y después nada, solo yo, y ustedes dos también. Miles de historias sobre desandar los pasos dados en falso, o malamente llamados, errados. Qué más da ahora sino una especie de resignación a todo, como síntoma de una cruel y alucinante enfermedad en la que uno va perdiendo la idea de lo importante de la vida, desde el alimento hasta el amor. Y entonces se preguntaría cualquiera, por qué insistes con lo mismo, por qué haces de tu terquedad tu vicio, ¿acaso la aventura tiene sentido sin un cuerpo sano, y hasta sin un mente? Ya sabes que no, yo recién.
En un reciente sueño no diré que vi algo relacionado a esto que digo de manera tal que no me entiendas. Vi alienígenas que perseguían a un cervatillo delincuencial que se colaba en planetas minúsculos como el nuestro. Nos dijeron, entréguenlo, o les volamos este quiosco que llaman planeta, vi que no sabíamos de qué hablan y nos lanzaron un rayo desde una formación circular de estrellas que brillaban rojizas. Sentí el viento de la onda expansiva y recordé las tantas veces que nos miramos a la luz de mañanas, tratando de imaginar otra forma de felicidad más intensa que aquella. Mojaba los pantalones porque eyaculaba con ellos puestos, pero ellos hacían el amor como locos, después acariciaban ideas locas de hacerse hombres y mujeres reproducidos, perennizados, trascendidos, y aunque después no pudiera el otro decir más que lo siento, y los otros, muere de una vez, se recuerda bien que todavía nos queremos y añoramos sabernos hallados, reecontrados. Son tantas las veces que trato de decir sin decir y nada, todo es silencio y frustración, yo duermo ustedes comen, yo me desabrigo y ustedes se arropan juntos, presionan los botones del control y embarcan rumbo a mejores pensamientos con forma de sueños. Yo no duermo, agonizo, yo escribo, nadie lee.