Dejó que tanto la puerta como el rostro de su mujer queden olvidados en el trayecto de su exodo hacia su verdadera morada, la que aunque alquilada sería en adelante cómplice de su morbosa y progresiva insanía, que por estas épocas bordeaba niveles casi incontrolables, los pensamientos traducidos en acciones inconexas de la espectativa se hacían más frecuentes, dando lugar a eventuales y sorpresivos cuestionamientos, pero que fuera de ese detalle, confirmaban el preciso marchar de una vocación decidida y hallada en el fondo de su alma, la locura.
Pensando en esto y también en lo mismo peor al revés, caminaba empecinado en alejarse lo más posible de sus recuerdos, de sus responsabilidades, hacia la covacha que aría en instantes, llevándo tan solo unas chucherías que harían la sorpresa de cualquiera, libros, discos, un par de ropas, posters, cuadernos en blanco, la idea de comprar una laptop para facilitar el trabajo literario, al guitarra atada a su amplificador con distorsión incluída, y el par de zapatillas thrashers como mejor aliado contra la soledad y el encierro. El plan era terminar la novela sobre el proceso de enloquecimiento, y a la larga de ingreso a nuevas dimensiones, estaba harto del universo circular, creía que por alguna razón o sin razón alguna, había coincidido en saber al tiempo que decidía dejarse morir, que todo en este universoera circular, y por ello, se preguntó qué tan difícil sería cambiar o mudarse al triangular o mejor, al irregular, y experimentar algo que quizá jamás imaginó pudiera existir o ser. De modo que ese era el plan supremo, desligarse de todo lo que involucre el circular para irse al irregular, al caótico universo de la impresición.
Mientras tanto evocaba hurgando entre la biblioteca de babel incinerada que había en su mente, viejas citas de maestros empedernidos en destruirse y anularse del circular, se trataba de Chinaski, el viejo "Puk", o buitre para nuestro medio, y dando con la historia donde su culo destruido por las hemorroides son el protagonista y móvil temático, halló y extrajo para pegarlo en la frente, aquella palabras que decían masomenos así, permitiéndome parafrasear y extender según mi caso sus palabras:
"Mi Plymouth del 57 estaba cubierto con cacas de paloma y los neumáticos estaban deshinchados (plymouth puede ser reemplazado por zapatillas o guitarra o cualquier trasto en el que depositamos todo lo que queda de sentimiento de cariño) Todo lo que quería era un baño caliente. Agua caliente acariciando mi pobre ojo del culo. Tranquilidad. Los viejos folletos Anarkopunks o del Kerrang ochentero, y hasta los primeros números del Cuero Negro, los recibos de luz, las boletas de pago y hasta los certificados de defunción de casi toda la familia que moría vertiginosamente, uno tras otro cada semana, día, mes, parecía que habían sido condenados todos a una progresiva muerte, cuándo me tocaría? Agua caliente, tranquilidad. Y luego mirar las paredes limpísimas, blancas, como en el sanatorio, listas para ser escupidas, eyaculadas, impregnadas, pisoteadas, estalladas, apuñaladas, cabeceadas, pintarrajeadas y anotadas, mirándolas y sabiendo que estaba al final del profundo hoyo en elq ue me metí por decisión propia o quién sabe, por el influjo de algún milenario y melenudo demonio ochentero. Los pasajes de ingreso, todo oscuros y llenos de polvo y espectros pululantes de gente que jamás conocería, ni en sueños, a pesar de convivir con ellos a cada instante, separados por esa barrera invisible que son los prejuicios y desinterés típico en hombres como yo, que a la primera oportunidad de propiciar un acercamiento o conversa, se da la vuelta y tira la puerta oi se marcha apurado, como quien ve un pedazo de papel con heces y se va de largo, luego claro, de considerar aquello lo mejor que se pueda hacer, a menos que la inexistencia absoluta de papel alguno para el mismo propósito que fue usado por alguien antes de ser arrojado en mi camino, obligue a este maniático a reusar, reciclar, y sea una evz más arrojado a la misma calle, con el mismo desdén y bajo la misma mirada de alguien que tiene la manía de limpiarse el culo con papeles usados para lo mismo.
La puerta abriéndose como una gran boca de pesadilla, y adentro, las mismas moscas, el mismo vacío y tranquilidad en la soledad y desasoiego del que pretendía valerme para enfocar mis fuerzas y talento en lo de la novela, Puk desvaneciéndose de mis recuerdos y la mano de la casera adelantándose a mis bolsillos para arrebatarme a cambio de su inútil cuartucho, todos mis ahorros luego de saquearlo todo en mi viejo empleo.
Al final del día, tirado sobre sus colchas y viejo colchón, herencia de su madre, con los calcetines sucios puestos, y la mano en la verga a punto de la habitual apuñalada, deseando solo por un instante a la chica de la cerveza, pero volviéndo en sí para lo de la novela, la novela que abriría el portal al universo irregular, donde no tendría que pensar en novelas, escritores, thrash o cuartuchos que sirvan de ermita creativa y de producción, un universo donde solo se exista y ya, al margen de todo.