domingo, 29 de agosto de 2010

COMA



Uno de los lados de la camilla, el que está más próximo a mi cabeza, presenta un aspecto corrugado, esto no llamaría mi atención a no ser porque nadie está ejerciendo presión alguna sobre la zona corrugada, nadie que pueda yo ver, ni tocar. Por eso desperté como fastidiado, creyendo que se trataba otra vez el gato. El gato no está, al menos no sobre la cama, y el aspecto corrugado no desaparece; continuar mirándolo estando recostado no es muy sensato para alguien que le teme a todos los relatos de terror post cena que narraba su abuelo. ¿Un alma de rodillas?
Y pues el cuerpo se arroja hacia adelante, posa sus piernas fuertemente sobre el piso de madera y con las manos frena al dorso que se dirige de frente hacia el cuadro de Fuseli, mi más fanática idolatría. Tenía ese cuadro desde la secundaria, era un obsequio que un maestro sumamente extraño en su actuar me lo dio, nunca volví a ver al maestro, desapareció de la faz de la tierra, no habido. Desde aquella época mantuve aquel cuadro bajo la cama, hasta que conseguí este trabajo y al ver tanta desolación en el pueblo, así como en los muros, decidí que por fin podría servirme en algo, y comprendí al ver por primera vez “La pesadilla” que eso era lo debí ser, no pintor precisamente, ni el caníbal de la imagen, sino alguien que desborde en imaginación, que exalte la fantasía y el horror. Con cada remirada a la “La pesadilla” mis huesos se hacían más duros y mi corazón latía más fuerte, era la presión de mi existencia, exigía que haga algo con el talento que me dio. Pero aquel presentimiento magnánimo acabó al colgar en un clavo el sensacional cuadro y mirarlo, mirarlo de por vida, mil veces al día y aceptar que sigo siendo un simple mortal.
El gato salta y desaparece en el pasillo, luego de hallarse muy cómodo sobre el tapete que Martha me obsequió como regalo de despedida. Pienso en Martha frecuentemente, en casa todo me la recuerda, los muros parecen sentirse tristes también, los muebles igual, pero la que más sufre es la caja de tejido; sí, hace horas, antes de venir al trabajo pude constatarlo; una gruesa seda arácnida cubría todos los enceres textiles, haciéndolos ver antiquísimos, inservibles. Pero no era eso lo que me conmovió de esta manera, sino que no sé porqué creo haber oído lamentos de un conjunto de palillos que en ocasiones Jiux, mi hijo, usaba como baquetas, me decían algo como ¿Cuándo viene ella?, la extrañamos tanto…También yo la extraño, pensé de inmediato, pero ni modo, aceptémoslo, la muy guarra no volverá jamás; tendré que echar a la basura todo lo suyo. No soportaré voces que se lamentan tras figuras de objetos inanimados.
No hay nada ni nadie, como siempre. Creo que en la vida todo funciona en base a ilusiones que se van alejando cada vez más de uno; llegué a esta etapa de mi vida creyendo que hay mucho por vivir, que siempre habrá mucho; dejé que los días pasen uno tras otro repitiéndose incesantemente mientras yo lo contemplaba, como un impaciente mira el reloj o como en una ruleta, y ahora me veo aquí, atrapado entre estos muros, por casi quince años, sin poder desligarme de mis responsabilidades de padre, hombre y humano, siempre con ese mal sabor en la boca de asumir como nada trascendental el transcurso de mi vida. Y tengo miedo; aún hoy, cuando la panza me cuelga cubriendo casi todo mi vello púbico, y mis piernas lucen flacuchas, algo arqueadas y mi piel es más delgada, fláccida, aún hoy, tengo miedo. Miedo de pensar en la realización de todas mis pesadillas, de comprobar que no estamos solos solo porque no hay nadie alrededor, o de pensar que enloquezco, que pierdo el juicio y me hundo en soledad.
No alcanzo a visualizar la hora que es, afuera continua oscuro, recupero la movilidad luego del salto, levanto la cubierta de la cama y trato de cubrirme para retomar el sueño. Felizmente lo corrugado ya no está, ha desaparecido y ahora luce muy liso y plano. No me interesa pensar en qué produjo aquel bache en mi camilla de cuero, es mejor, evito erizar mis pelos y vomitar espuma.
¡No puede ser!, esta vez sí fue demasiado, sentí con total claridad la respiración de alguien sobre mi cara, un aire frío, como si abriera la ventana y sacara medio cuerpo por ella, de inmediato recorre mi cuerpo en todas direcciones; esta vez no puedo siquiera salir disparado de la cama, estoy paralizado, la voz no me sale, creo que lo peor está por suceder…
Casi no puedo respirar estando cubierto del todo, oigo un ruido en el pasadizo, deber ser el gato, michi michi, alcanzo a proferir, no oigo respuesta, no hay gato alguno, nunca rehúsa tal llamado, entonces ¿qué? o ¿quién está caminando ahí?, doblo mis rodillas y mis codos, en posición fetal trato de hundir mi cabeza en el pecho, y trato de pensar en otras cosas, sí, Martha, claro, Martha, ¿por qué me dejaste? Te odio por haberlo hecho, pero también te extraño…nunca perdonaré tu acto, me dejaste sin Jiux, sin calor por las noches, sin dinero en los robles, sin café por las mañanas, me dejaste en la ruina.
Ha funcionado, distraje mi atención de los extraños sonidos y me siento más tranquilo, el miedo a menguado, relajo mis músculos y me atrevo a estirar el cuerpo, es muy placentero, sobretodo luego de una tremenda contracción muscular provocada por el miedo. Esta vez sí creo que se acabó todo por hoy, espero que el sol no se haga esperar y se haga de una vez de día.
De haber acabado todo aquel momento quizá todavía sería el señor Voore que todos conocían, o bueno, algunos; pero no, nada terminó. Se abrió lo que más temí, un vórtice al lado derecho de mi cama, un remolino que al parecer solo apareció para absorberme. Sentí que mis carnes eran arrancadas y mis huesos triturados, y que la fuerza extraña no se detendría hasta absorberme del todo. Frecuentemente creí que esto sucedía en el umbral entre el sueño y esta realidad, pero ahora sé que estaba despierto cuando lo sentí….porque no puedo moverme, he sido absorbido por una realidad paralela, agentes buscadores de cuerpos y piel humana de otras dimensiones me habían robado de mí mismo, dejando en mi lugar un cuerpo inútil e inservible, hediondo y que se pudre cada instante. En coma.
Aún pienso en Martha y en lo cruel que fue, pero ya no puedo sentir odio, estoy cansado. El Centro de Salud me acogió modestamente desde lo sucedido, por los años de servicio, según dijeron, aunque estoy seguro que no les gustó tanto la idea de mantener a un enfermo en coma solo por haber sido éste, un dedicado personal de limpieza durante quince años; me mantienen en cuidados intensivos, en un rincón, creo que ya se olvidaron de mí, no sé cuánto ha pasado desde que vi a la última persona, pero la soledad apesta, es lo peor que le puede pasar a uno, y claro también el miedo.

sábado, 7 de agosto de 2010

ACEPTABILIDAD Y GRAMATICALIDAD

Me vi obligado a guardar esta información, que creo importante , para aprender un poco más sobre semántica, que me tiene la verdad , bastante  descocado. Ahí va:

Un enunciado es aceptable cuando puede ser usado perfectamente por un nativo hablante en una situación determinada sin que produzca choques lingüísticos, no depende de las reglas lingüísticas, sino de cuán natural sea y que no produzca rechazo en la colectividad, la gramaticalidad por su parte, es una condición para la aceptabilidad ya que la oración para ser aceptada tiene que ser generada, y esto implica concordancia y coherencia con las reglas gramaticales; sin embargo para que una oración sea aceptada no solo tiene que ser generada, también tiene que responder a factores estilísticos, procesos de la memoria, aspectos normativos y otros elementos que hacen a la actuación lingüística. Así, al decir “Esta casa se vende”, aunque gramaticalmente esté incorrecto debido a la discordancia entre el sujeto y su verbo, es aceptada por la efectividad comercial y porque es de fácil actuación lingüística; y porque no produce ningún rechazo en la colectividad, todo el mundo entiende que la casa está en venta y que no es ella misma quien se expende.